COMO AYER / OPINIÓN

Los dos corazones de Monteagudo

23/06/2022 - 

MURCIA. La concatenación de grandes festividades religiosas que se abrió con la Ascensión y que siguió, semana a semana, con Pentecostés, la Trinidad y el Corpus, concluye en esta con el Sagrado Corazón de Jesús, devoción muy popular a raíz de la Consagración de España al mismo en el año 1919, en el madrileño Cerro de los Ángeles, si bien en culto a esta figura de Cristo expresiva de su amor es muy anterior y se remonta a la primera mitad del siglo XVII, con san Juan Eudes como autor y propagador del primer oficio litúrgico.

La Consagración de 1919 en las proximidades de Getafe fue derivada de la que hizo extensiva a todo el género humano el Papa León XIII con ocasión del Año Santo de 1900, y trajo como consecuencia que por toda España proliferaran los monumentos dedicados a esta advocación cristífera, situados por lo general en lugares elevados que permitieran la contemplación desde lejos a la vez que ofrecieran la sensación protectora sobre la urbe de que se tratara.

En Murcia fue escogido como emplazamiento el cerro de Monteagudo, sobre el que se alzaban los restos de un antiguo castillo árabe. Y la idea comenzó a agitarse en el año 1921, abriéndose rápidamente una suscripción popular dirigida a costear la nada barata empresa.

Entre las curiosidades a que dio lugar este proyecto se puede señalar la de los llamados 'días de Dios', recibiendo esta denominación, según se explicaba en La Verdad en julio de aquél año, "los días que los obreros católicos, hijos de Murcia y de su huerta, dedican gratuitamente a las obras del Monumento por puro amor al Corazón de Jesús. Ahora se ha comenzado a trabajar solamente por la tarde y nada más que tres horas; luego, cuando pasen los calores y comiencen los trabajos de construcción se trabajará todo el día. Se distribuirán los días de la semana entre los diversos pueblos de la huerta y parroquias de la ciudad, de modo que a cada pueblo o parroquia toque un día por semana".

Como a pesar de todo, los años pasaban sin que el monumento recibiera el impulso económico decisivo, algunos de los entusiastas que estuvieron desde el principio al frente de la iniciativa, decidieron crear la curiosa 'Cofradía de los 2.000', destinada a encontrar a otras tantas personas que, con una sencilla aportación de 15 pesetas por cabeza, cubrieran la cantidad que faltaba para financiar las obras. Antes, todo hay que decirlo, habían fracasado al tratar de crear la de 'los 50', requiriendo de cada uno la cantidad de 1.000 pesetas. Tampoco esta vez alcanzó la curiosa cofradía el fin propuesto, pues al cierre de su actividad habría superado por poco el millar de cofrades.

Fue en el taller de Anastasio Martínez Hernández donde se talló la enorme escultura, con la participación principal de su hijo, Nicolás Martínez Ramón. En enero de 1926, el año en el que al fin fue inaugurado el gran monumento, se decía que mediría 10 metros de altura y cuatro o cinco de ancho, y que ya estaba construida la mitad, aproximadamente, hasta el corazón, por un precio de unas 10.000 pesetas de la época. En otras 15.000 se estimaba el presupuesto de lo restante. El corazón por sí solo se valoraba en 5.000, y contendría los nombres de cuantos hubiesen contribuido a financiar la magna obra.

El día 31 de octubre, coincidiendo con la festividad de Cristo Rey, establecida por el Papa Pío XI en 1925 para el último domingo de octubre (con el Concilio Vaticano II pasó al último domingo del año litúrgico, a finales de noviembre), se inauguró el monumento con gran solemnidad, con una serie de actos religiosos que se fueron sucediendo desde las 10 de la mañana: fervorín; misa, en cuya consagración repicarían todas la campanas de la ciudad y la huerta;  procesión desde la iglesia de Monteagudo con estandartes, banderas y cirios; exposición del Santísimo; consagración de la Diócesis al Sagrado Corazón; y castillo de fuegos artificiales. Cuentan que concurrió tanta gente como a las más numerosas romerías de la Fuensanta.

Ocupaba la base una superficie de más de 70 metros. Sobre ella se elevaba un pedestal rectangular de 20 metros de altura, que en su parte media se estrechaba dejando unos salientes para colocar las estatuas. La del Corazón de Jesús extendía los brazos al frente, a diferencia de la actual. En la cripta se colocó la imagen de la Virgen del Pilar, recordando los fundamentos y génesis de la fe española. A izquierda y derecha, en los salientes del pedestal, San Francisco de Asís y San Francisco Javier predicando a dos indios.

En la parte posterior, un relieve con Santa Margarita de Alacoque, gran devota y propagadora de la devoción y de sus beneficios espirituales; y en la frontal el correspondiente al Corazón de María, como mediadora de todas las gracias. Además, los escudos de la diócesis y de la ciudad.

Poco más de diez años se mantuvo sobre el cerro de Monteagudo la talla, que fue derribada y destruida mediante su voladura en el mes de noviembre del año 1936, a los cuatro meses de comenzar la Guerra Civil, por acuerdo del Ayuntamiento de Murcia.

Acabada la contienda, se emprendieron pronto los trabajos para devolver al emblemático lugar una nueva versión de la pétrea imagen, encomendándose de nuevo los trabajos al mismo taller, ahora dirigido por el citado Nicolás Martínez Ramón. Otra suscripción popular, más la aportación de instituciones, permitió que 15 años después de la destrucción de la primera imagen y transcurridos 25 de su inauguración, se reprodujera aquella ceremonia, coincidente de nuevo con la festividad de Cristo Rey y consagrando otra vez la Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús.

Mañana, al caer la tarde, muchos murcianos marcharán en peregrinación hasta Monteagudo desde la plaza de Santo Domingo, donde se erige la iglesia del mismo nombre, regentada por los jesuitas, que fue instituida en 1950 como templo diocesano del Sagrado Corazón de Jesús. 

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