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Los días del Luna Park (y las noches del Malecón)

30/06/2022 - 

MURCIA. La temporada de baños se ha iniciado en las piscinas de Murcia coincidiendo con el inicio del verano meteorológico, es decir, el 21 de junio. La prensa se ha hecho eco de lo que se considera novedoso en este tiempo, pero para novedad la que tuvo lugar hace ahora 90 años, cuando el 22 de mayo de 1932 fueron inauguradas las modernísimas instalaciones del Luna Park, que poco después pasó a llamarse Murcia Park y que ha llegado a nosotros, tras la castellanización de la posguerra, como Murcia Parque.

Fue a primeros de aquél año cuando los murcianos tuvieron noticia de lo que se preparaba a orillas del Segura. El viejo y desaparecido semanario ‘Murcia Deportiva’ informaba de que se habían adquirido cerca de 14.000 metros cuadrados para la construcción de un gran “parque de recreos, con una vasta zona destinada a deportes de agua”.

El que se llamaría Luna Park tendría una gran piscina de natación con las dimensiones para poder celebrar campeonatos internacionales y jugar al waterpolo, y al lado se construía otra para señoras y niños, “completamente aislada de la primera, con entrada reservada al elemento femenino y que no es visible por el público más que a distancia, desde una terraza elevada” (cosas de la época). 

Además, se proyectaba "un pabellón para baños calientes individuales, una terraza de arena para baños de sol y el aprovechamiento del río para instalar allí un club náutico, con pequeñas embarcaciones para remar y regatas, todo encuadrado en un marco alegre de gallardetes estilizados que darán al conjunto el verdadero aspecto de una playa artificial". En Luna-Park se disfrutaría, además, "de un skating golf semi-miniatura, atracciones variadas, un gran canódromo y un bar americano". No todo llegó a hacerse realidad, pero sí la parte principal del proyecto.

En vísperas de la inauguración se publicaron los precios: entrada al parque 0,25 pesetas; baño de piscina con cabina individual, bañador y sábana, 1,00; con toalla rusa y bañador inglés, 1'30; con cabina general, bañador y sábana corriente, 0,75; skating, media hora con patines, 0,75; sin patines, 0,50; entrada a la galería de baños de sol y gimnasio, 0,30; entrada a la terraza superior, 0,20 pesetas.

La apertura constituyó un éxito sin precedente y con tal motivo se actualizaron algunos detalles. La piscina contaba, como se había anunciado,  con las medidas reglamentarias para toda clase de pruebas internacionales: 25 metros de largo, 12 de ancho, profundidad máxima de 3 metros y mínima de 1'20. El castillete de palancas y trampolín disponía de una altura máxima de 10 metros.

El acto ofreció la posibilidad de presenciar "una brillante exhibición a cargo de notables nadadores alicantinos". El oriolano Francisco Ortiz, campeón nacional de saltos en varias ocasiones y participante en los Juegos Olímpicos de París de 1924, "saltó maravillosamente, escuchando grandes ovaciones. Saltando de la palanca de diez metros hizo el salto del ángel, el de la muerte y muchos más que demostraron su gran acrobacia y dominio de la altura".

La gran pista de patines fue otro de los grandes atractivos, siguiendo el público con marcado interés las evoluciones de los patinadores. Por la tarde, a las cinco, continuaron las deportes de agua y a las seis empezaron los combates de boxeo, congregándose gran cantidad de público alrededor del ring, animando a los púgiles y apasionándose desde los primeros momentos por este deporte, poco conocido todavía en Murcia por entonces.

Unas 5.000 personas pasaron aquél día por el Luna Park, que a la hora de afrontar, un año más tarde, su segunda campaña ya había cambiado de manos y se había convertido en Murcia Park. Anunciaba para su próxima reapertura grandes funciones teatrales por compañías de zarzuela y revistas;  varietés; .cine sonoro; conciertos musicales, verbenas, veladas de boxeo, piscina de natación, skating, café, bar… y precios moderados.

Manuel Bernal Gallego, el nuevo empresario, fue también el creador del Teatro Bernal de El Palmar, felizmente recuperado hace unos años y en activo. Las principales novedades que introdujo fueron el nuevo escenario con embocadura de diez metros y medio y de fondo más de nueve, la habilitación en la parte posterior de camerinos y la construcción de seis palcos y una grada capaz para 1.200 espectadores, más un espacio en escalón con 350 sillas delante. 

Además, gran instalación de agua, con 17 bocas de riego; mejoras en el vaciado y llenado de la piscina, tareas en las que antes se empleaban más de 24 horas y ahora la tercera parte de ese tiempo; atracciones en la zona de acceso, con montaña rusa, caballitos o  laberintos. La temporada se abrió el 10 de junio con un programa de espectáculos, a base de orquestinas, equilibristas, perros amaestrados y una artista del afamado Folies Bergeres parisino como principal atracción.

El Murcia Park siguió funcionando durante la Guerra Civil, aunque compatibilizó los espectáculos con las sesiones de instrucción militar, que también se desarrollaron en La Condomina. Y sin variar su nombre, en abril de 1939, unos días después del final del conflicto bélico, se impartía en las instalaciones cursos de gimnasia rítmica y cantos regionales, mientras que con el mes de junio comenzaron a funcionar la piscina y el bar.

En mayo de 1940, ocho años después de su inauguración, comenzó a denominarse, hasta hoy, Murcia Parque, y se publicitaba como ‘la playa de Murcia’. A la tradicional temporada de baños se sumaba ese año el regreso de las proyecciones cinematográficas, que han sido un referente del cine de verano en Murcia a lo largo de tantas décadas en las noches estivales del Malecón.

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