MURCIA. Los bolos huertanos, un patrimonio cultural de gran singularidad y antigüedad, pues la primera constancia escrita de ellos se remonta al año 1523, han iniciado el camino para su declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial con el expediente iniciado por la Consejería de Cultura, a través de la dirección general de Patrimonio Cultural. Este procedimiento lleva consigo la aplicación inmediata del régimen de protección establecido para este tipo de bienes.
El director general de Patrimonio Cultural, Patricio Sánchez, dijo que "con esta protección queremos preservar, proteger, reconocer y promocionar este juego tradicional, que cuenta con una tradición arraigada".
Se trata de una actividad popular y tradicional, cuya práctica se encuentra vinculada a la celebración de diferentes eventos folclóricos. Los bolos huertanos presentan en la Región de Murcia características propias que permiten singularizarlos como una extraordinaria manifestación cultural, que cuenta con su propia reglamentación, organización e idiosincrasia. Además, cuenta con una tipología propia, que da lugar a un saber ligado a la artesanía regional en cuanto al modelado y torneado de las piezas de juego, lo que ahonda en el valor como patrimonio inmaterial, según se describe en el expediente con el que se inicia el proceso para la declaración de BIC de carácter inmaterial.
Actualmente, también está abierto el expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural de carácter Inmaterial para los bolos cartageneros, práctica deportiva extendida en el campo de Cartagena.
Los bolos huertanos se practican de forma recreativa y oficial, siguiendo las normas de los reglamentos editados por la Federación de Bolos de la Región de Murcia.
En su versión más simple, se disponen nueve bolos en hilera, a unos 10 centímetros de separación unos de otros. El terreno de juego es un pasillo de unos 3 metros de ancho y unos 15 de largo. La bola está hecha de madera maciza y tiene estrías para que coja efecto. El pasillo está dividido transversalmente en tres zonas: la zona de bolos, la zona de 'mande a copas' y la zona de 'mande a vueltas'. Al final se suele colocar un tronco de palmera que constituye la 'línea de chamba'.
Los equipos comienzan desde la zona más lejana o 'a vueltas', determinando el equipo que comienza la zona de lanzamiento y disposición inicial de la hilera de bolos (dentro de la zona de bolos). Si al término de la primera ronda no han sido derribados todos los bolos, se produce la segunda ronda con el lanzamiento 'a copas' (o cercano) con dos modalidades posibles: 'a pie parao' (es decir, con un pie adelantado y sin moverse), o con 'panzá' (lanzamiento en plancha soltando la bola en el aire). Al término de las dos rondas se puntúa por cada bolo derribado.
El reglamento del juego de bolos huertanos explica que la finalidad del juego consiste en derribar unos bolos (de 68 a 75 centímetros de altura, base de 6 a 8 centímetros y cúspide de 2 a 2’5 centímetros) situados a cierta distancia del sitio del lanzamiento (mande) con unas bolas (de 725 gramos en adelante) adecuadas para ello. Serán vencedores los jugadores del equipo que mayor número de bolos tiren en cada mano.