MURCIA. Los docentes están de vacaciones. Han superado el curso más difícil -el que vivimos peligrosamente- y lo han resuelto de manera impecable, sin contagios y cumpliendo objetivos. Un colectivo docente que con una edad media elevada ha tenido que hacer verdaderos esfuerzos para adaptarse rápidamente a una situación de enseñanza online con procesos y tecnologías que muchos desconocían y con medidas incómodas para evitar contagios. Un profesorado que con profesionalidad y generosidad ha atendido sin límite de horario a todos sus alumnos, ya estuvieran presentes, ausentes o semi-presentes, que es lo que la Consejería llama semi-presencialidad.
Ha sido un curso difícil para todos. Padres y madres han hecho malabares para ir a trabajar con los chicos en casa, muchos abuelos y abuelas han echado una mano pese al riesgo y los estudiantes en general han demostrado sensatez y responsabilidad.
Hoy el profesorado cansado y satisfecho ordena en casa libros, apuntes y exámenes que se fueron acumulando; los equipos directivos más relajados siguen en los centros cuadrando horarios, reconfigurando espacios y señalizando distancias mientras las familias respiran aliviadas pensando que sus hijos volverán a diario a las aulas.
Dice un refrán fatalista que en casa del pobre, dura poco la alegría. Y eso es lo que pasa aquí con la maltratada educación. Que a la alegría de unas merecidas vacaciones para estudiantes, familias y docentes le acaba de echar la consejera un rotundo jarro de agua fría: el próximo curso será presencial pero sin contratar al profesorado de 'apoyo covid', es decir, con menos profesores. Lo ha rematado diciendo que se mantendrán las distancias de seguridad de metro y medio, que donde se requiera se puede doblar grupos para mantener 'ratios covid', que es obligatoria la mascarilla en los centros y que no habrá viajes de fin de curso.
La estupefacción entre la comunidad educativa ha sido tremenda. Los sindicatos se preguntan cómo es posible doblar grupos sin contratar profesorado; padres y madres no entienden que ahora se puedan meter en las aulas guardando distancias un número de alumnos que hace un mes no cabían; los equipos directivos consideran imposible cubrir guardias, recreos, ausencias por enfermedad si no se contratan profesores… Tras la estupefacción inicial ha seguido el enfado general al comprobar que no se ha consultado con nadie, que se trata del "superior criterio" de quien dirige la Consejería que no requiere de otras opiniones.
Confío en que esta comparecencia no se convierta para los docentes en la pesadilla recurrente de sus noches de verano, deseo que disfruten de sus vacaciones y les aconsejo que no se preocupen porque como decía el torero, "lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible". Y cualquiera sabe que lo dicho no puede ser, por tanto no será.
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.