DESDE MI ATALAYA / OPINIÓN

Lo que Murcia le debe a los gusanos de seda

Foto: SEDAT SUNA (EFE)
3/03/2024 - 

MURCIA. En 1621 publicó el licenciado Cascales sus Discursos Históricos en los que recoge que la cría del gusano de la seda se inicia en Murcia a finales del siglo XV, seguramente a través de los moros granadinos o almerienses que comerciaban con los cristianos murcianos a través de la frontera de Lorca. Conclusión a la que llega porque en el año 1445 el obispo de Cartagena no contempla entre sus rentas la hoja de morera ni la seda y, sin embargo, ya en un documento de 1537 se recoge una disputa entre la ciudad de Lorca y el Obispado por el diezmo (el principal impuesto de la época) que se cobraba de las moreras y los capullos de seda.

Según el geógrafo Xerif-Al Edridí, la crianza de la seda ya estaba establecida antes del siglo XII por los musulmanes en Al Ándalus y Almería era famosa por sus telares, que cifra en más de 800 en aquella época. De ahí que fueran posteriormente los moriscos de Lorca, Cartagena y Murcia, según consta en sus ordenanzas, los que primero se aplicaron a esta crianza, para lo que tenían que ser autorizados mediante testimonio de su capacidad bajo juramento de los maestros hiladores.

Así mismo, ya en el año 1539, se obliga a los mercaderes de seda que venían a comprar seda a Murcia que fijasen en el Concejo el precio que iban a pagar a los criadores "para evitar fraudes y menosprecios en las compras" (no puedo dejar de pensar al escribir esto lo poco que hemos progresado cuando pienso en el precio que se paga hoy por los limones a nuestros agricultores: 10 céntimos el kilo. Precio que no cubre ni siquiera los gastos de su producción).

La seda producida era pesada obligatoriamente en lo que se denominaban los Contrastes, de los que había uno en Lorca y otro en Murcia, antes de ser entregada a los torcedores para su hilatura, todo ello con objeto de llevar un control oficial y poder aplicar los correspondientes tributos.

Según el citado Cascales, a principios del siglo XVII había en la huerta de Murcia 355.500 moreras, con cuya hoja se obtenían más de 200.000 libras de seda, que se hilaban en Toledo, Sevilla y Córdoba por un valor de más de un millón de ducados.

Y para terminar de resaltar la importancia de la producción sedera de Murcia, el reiterado licenciado recoge que M. Alexandre Laborde, en su obra Itinéraire descriptif de l’Espagne de 1808, dice que en la huerta de Murcia "todo son moreras, lo que da a su campiña una monotonía insufrible" y cifra en 500.000 libras la seda producida y en 25 millones de reales su producción.

"Murcia no sería Murcia sin los gusanos de la seda"

Resulta evidente que estos datos nos hablan de la importancia económica destacada de la crianza de la seda durante siglos en el municipio de Murcia, al menos desde el siglo XVI hasta principios del XIX; es decir, unos tres siglos. Precisamente la época en la que se construyeron lo que hoy constituyen los principales edificios históricos de Murcia: la Catedral, el Puente Viejo, el Seminario de San Fulgencio o sus iglesias barrocas.

Una huella que va más allá de estas emblemáticas construcciones y puede rastrearse todavía, por ejemplo, los Lunes Santos en la procesión que sale de la iglesia de San Antolín y de la que es titular el Cristo del Perdón (obra recientemente atribuida al insigne escultor murciano Francisco Salzillo), y que tiene sus orígenes en el 1600 en el gremio medieval de los sederos, y en la que todos los años se pone a los pies del Cristo un embojo de capullos de seda.

O en la bonita fachada que se conserva de la antigua fábrica de seda 'La Piamontesa', en referencia al innovador estilo de hilar y torcer la seda traído de Italia, que llegó a tener casi 800 operarios, y que se ubica actualmente en los bajos del 'edificio de los 9 pisos' en la calle Acisclo Díaz, cerca del Palacio de San Esteban.

O en el Instituto Murciano de Investigaciones Agrarias y Alimentarias (IMIDA) sito en La Alberca de las Torres, en la que fuera sede de la Estación Sericícola, desde la que se cuidaba y distribuían las semillas de los gusanos, así como las buenas prácticas para su crianza y la propagación de las mejores variedades de moreras.

Foto: EDUARDO PARRA (EP)

O la Peña de la Seda ubicada en el carril de la Villa 28 de La Alberca y que en una de sus barracas alberga un interesante museo de la crianza de la seda y la producción de seda e hijuela.

O en la tradicional romería para la bendición de los gusanos de la seda en la Iglesia de Santa Catalina del Monte, cuyo origen se remonta a mediados del siglo XIX, y que se celebra en los primeros días de marzo cuando brotaban las primeras moreras.

Y ahora una pregunta fácil: ¿de dónde salieron los fondos para sufragar buena parte de esas obras civiles y religiosas que constituyen la imagen de Murcia? Exacto, blanco y en botella: de la riqueza que generó la crianza del gusano de la seda.

Una actividad que, además de llenar las arcas del Obispado y del Concejo, permitía ciertas alegrías en las economías de subsistencia de los huertanos, en las que el autoconsumo y el trueque de sus productos agrícolas y ganaderos les permitía ir tirando, pero sólo gracias a la venta de la seda conseguían hacerse con algo de dinero, con lo que adquirir enseres básicos para la casa o los ajuares para la novia casamentera.

Ciertamente, como me gusta repetir, Murcia no sería Murcia sin los gusanos de la seda.

"hay que reconocer explícitamente su contribución y reparar esa deuda histórica con tan insigne insecto"

Hace poco estuve en Burgos y al visitar su inconmensurable catedral no pude dejar de sorprenderme de que cada rincón de la misma, y mira que tiene, nos hablaba de los reyes y obispos que la hicieron posible con su financiación. Me pareció algo natural, de justicia, y me pregunté a quién debíamos tributar agradecimiento por la catedral de Murcia. Una respuesta que, obviamente, más allá de destacadas contribuciones puntuales como la de la Casa de Fajardo, para la construcción de su impresionante Capilla de los Vélez, o la del arcediano de Lorca y secretario del Papa Julio II, Gil Rodríguez de Junteron, para la suya, sin duda, por lo expuesto, no cabe otro origen para el grueso de los fondos que la hicieron posible a lo largo de 300 años que, repito, la riqueza generada por la crianza de los gusanos de la seda.

Por ello, considero de interés reconocer explícitamente dicha contribución de alguna manera y reparar esa deuda histórica con tan insigne insecto, las moreras (su único alimento) y los huertanos que los criaban.

Y por qué no erigiendo una estatua en algún enclave céntrico próximo a la Catedral, para constancia entre las generaciones venideras y turistas de la importancia que tuvo el gusano de seda y su crianza para la ciudad de Murcia y sus gentes. Es de justicia.

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