"Don Rafael Nadal Parera". Para referirse a la grandeza inherente al tenista español, muchos periodistas y admiradores han convertido sus dos apellidos y el "Don" en una forma de referirse a él. De hecho, el segundo apellido, Parera, ha acabado convirtiéndose en una especie de galardón para otros deportistas que destaquen en su especialidad. Con el tiempo, cuando la figura de Nadal no sólo ha sido admirada, sino también puesta en cuestión por problemillas sin importancia como blanquear la teocracia medieval de Arabia Saudí por unos cuantos millones de euros más que añadir a su cuenta corriente, el "Don Rafael Nadal Parera" se ha convertido también en una forma jocosa de referirse a él, y por extensión, a otras personas.
En esta última semana, José Luis Ábalos ha hecho méritos sobrados para hacerse acreedor del "Parera" que culmina su crecimiento personal a ojos de los internautas. Porque Ábalos se ha convertido, merced a su tournée mediática, a sus fascinantes declaraciones públicas, y sobre todo a su decisión de no abandonar el acta de diputado e irse al Grupo Mixto, en carne de meme, de burla y, por qué no decirlo, de malsana admiración por su capacidad para encarnar el personaje del pícaro y del ángel caído, todo en uno, a ojos del público.
Ábalos ha caído -o ha terminado de caer, o comenzado a hacerlo, según los gustos- merced a su relación con su asesor Koldo García Izaguirre, una persona que todo indica que no ha llevado a cabo con excesiva sutileza sus negocios para lucrarse intermediando con empresas y administraciones públicas. Sorprende, eso sí, la decisión periodística de referirse a él y a la trama de la que sería cabecilla con el nombre de pila: "Caso Koldo". En apenas unos días, este hombre ha pasado de ser un desconocido a tan conocido entre la opinión pública, por lo visto, que con su nombre basta. Lo mismo ha sucedido recientemente, pero en sentido opuesto, con Julián, el conserje de la finca incendiada en Valencia la semana pasada, que por lo visto tampoco tiene apellidos. Una tendencia curiosa esta, la española, que si te denominan por el nombre de pila es porque o bien estás muy alto (Juan Carlos, Felipe, Florentino, y añada futbolistas y cantantes a voluntad del consumidor) o muy bajo (Koldo, Julián) en la escala social, Por el medio estaría la gente "normal", que por lo visto tiene derecho a que también la denominen por su apellido, y luego la nobleza de esta normalidad, personas que por su afán de superación consiguen el inmenso privilegio de que se refieran a ellos con todas las letras: Don Rafael Nadal Parera.
A José Luis Ábalos Meco le conocíamos en Valencia desde hace muchos años. Desde el principio cimentó su carrera en su capacidad para conseguir fidelidades eternas vinculadas con concesiones administrativas o puestos de trabajo, que es una fidelidad (hay que decir en favor de Ábalos) de doble sentido, pues tan fiel ha sido Ábalos a los suyos como los suyos a él. De ahí su extrañeza por ver cómo su partido y Pedro Sánchez se afanan por desembarazarse de él, por lo visto ignorante de que en política la lealtad está totalmente vinculada con la fortaleza de la posición de cada cual, y si no que se lo digan a Pablo Casado cuando salió por la puerta de atrás del PP, por poner un ejemplo reciente. Será interesante ver como se recoloca el "abalismo" en Valencia, o, para ser más precisos, qué familia del PSPV les acoge (aunque es más probable una diáspora / sálvese quien pueda).
Como le conocíamos, pues hay que decir que el estallido de esta trama no sorprende mucho. El personaje siempre ha estado vinculado con una espesa rumorología en la que nunca acababa por concretarse nada, pero en la que personajes como Koldo García Izaguirre (perdón: "Koldo", a secas, para qué más con un exportero de puticlub) cuadran bastante. Incluso aunque fuera verdad que Ábalos no tiene nada que ver con la trama que se desplegó a su alrededor y no se hubiera lucrado, es increíble que el exministro no asuma las responsabilidades políticas, se lo pida o no su partido, y crea que puede permanecer en el escaño como si tal cosa.
Tal vez se deba a que piensa que ya las asumió, o las asumió Pedro Sánchez por él, cuando le destituyó del ministerio y de la secretaría de Organización del PSOE hace dos años y medio, de un plumazo y sin dar nunca explicaciones al respecto. Pero, si piensa así, se equivoca, y más con un asunto de corrupción que ataca a la línea de flotación del PSOE, uno de los factores principales que acabó con los Gobiernos de Felipe González y más recientemente de Mariano Rajoy, y que precisamente por eso el PSOE busca presentar como factor diferencial entre su gestión y la del PP.
Es bastante surrealista que un exsecretario de Organización del PSOE acabe fuera del grupo parlamentario de su partido y, probablemente, expulsado del PSOE, y es un problema para el Gobierno de primer orden. Uno más, tras el hundimiento en Galicia y las desavenencias y giros de guion con JuntsxCat, y ya empieza a ser una carga demasiado pesada para que esta legislatura, dure lo que dure, sea algo más que una agonía constante hasta la convocatoria de elecciones, ahora con Ábalos hablando desde el Grupo Mixto en el que también están los diputados de Podemos y otra excompañera del Consejo de Ministros, Ione Belarra.