MURCIA. Cientos de murcianos de escasa formación y recurso lucharon en Marruecos entre 1859 y 1927, cayendo sus historias en el anonimato en muchos de los casos. Rescatar del olvido a estos soldados de la Región que perdieron la vida en estas contiendas -o bien regresaron siendo recibidos como héroes en sus localidades- es el objetivo que ha perseguido el historiador Ricardo Montes con el libro Murcia en las guerras de Marruecos 1859-1927. Entre las presentaciones que se llevarán a cabo del libro se encuentra una en Cieza, en la Biblioteca Padre Salmerón, el 6 de junio (20.00 horas).
En este libro -autoeditado y que se puede encontrar en la librería Diego Marín de Murcia- se repasa la presencia de tropas de la Región en aquellas guerras, en las que jugaron un importante papel el Aeródromo de Los Alcázares, el Regimiento Sevilla nº 33 (con sede en Cartagena y en Murcia), el Regimiento España nº 46 (con sede en Cartagena y posteriormente en Lorca) y, con el tiempo, el Regimiento Cartagena nº 70.
El arqueólogo, investigador, cronista de Las Torres de Cotillas y autor de un centenar de títulos señala que "la falta parcial de documentación no nos permite dar un número exacto de murcianos en estas guerras, pero podemos afirmar que no fueron menos de 6.000 los soldados que fueron enviados, entre 1859 y 1926", entre los desaparecidos, fallecidos y heridos que se produjeron durante estos casi 70 años. De hecho, recuerda que en 1927 el Ayuntamiento de Cartagena organizó una fiesta-homenaje para los 3.000 soldados licenciados de la guerra de África, de la Caja de Reclutas de Cartagena. "Esta cifra nos da idea aproximada de los miles de murcianos que pasaron por África".
Resume el escritor que "entre1859 y 1860 hay constancia de algún murciano en la Guerra de África. En 1893 tuvo lugar la Guerra de Margallo. Los peores años fueron 1909 y 1910, con la Guerra de Melilla, el Desastre del Barranco del Lobo, durante la Campaña del río Kert en 1911 y 1912, y por supuesto en la Guerra del Rif desde 1921 a 1927, con el terrible Desastre de Annual. Por fin, con el desembarco de Alhucemas, en septiembre de 1925, se iniciaba el principio del fin". Añade que "las tropas murcianas combatieron en varios frentes destacando los combates de Wad-Ras, Casabona, Esponja Alta, Tifarium, Koba Darsa, Chentafa, Solano, Izarrora, Arruit…".
Además, Ricardo Montes constata que la mayor parte de fallecidos y heridos en estas guerras fueron humildes soldados, siendo escasos los oficiales y procediendo principalmente de pequeñas localidades. Y es que "los soldados llamados a filas podían librarse pagando su padre la sustitución a una Compañía de Quintas, por lo que al frente eran enviados los que no tenían recursos económicos. En 1921 la cuota para librarse era de 500 pesetas, bajando a 300 si se pagaba, para el año de 1922 antes del sorteo, existiendo en la región cuatro oficinas de pago, en Murcia, Cartagena, Lorca y Cieza".
También relata que los soldados murcianos fallecidos en las diversas batallas, salvo contadas ocasiones, no eran repatriados, sino enterrados en los cementerios de Ceuta (Santa Catalina), Melilla (Purísima Concepción), Tetuán y Larache.
No se olvida el historiador de los fotógrafos y periodistas de la Región que se trasladaron a Marruecos a cubrir estos conflictos; ni de relatar curiosidades, como que desde 1921 los soldados murcianos tuvieron 'madrinas de guerra' con las que poder escribirse. Asimismo, cuenta cómo a la vuelta muchos soldados recibieron homenajes en sus localidades de origen, siendo recibidos como héroes.
Acontecido en 1921, el historiador recoge en este libro que se calcula que en esta desastrosa contienda "murieron en combate más de 11.000 españoles (de ellos 3.000 ejecutados al rendirse), entre fines de julio y comienzos de agosto de 1921, cuyos cuerpos quedaron en estado de abandono durante unos meses a pleno sol. Hasta 120 oficiales fueron dados por desaparecidos".
Al respecto, apunta Montes que "decenas de murcianos fallecieron en este auténtico desastre militar, de ellos la mayoría eran soldados y el resto mandos. Además, debemos añadir a los que cayeron prisioneros (como el teniente Diego Flomesta Moya, fallecido en cautiverio), heridos y supervivientes".
En pleno verano, el lugar sería reconquistado entre septiembre y diciembre de 1921 por el general Miguel Cabanellas Ferrer, nacido en Cartagena (1872-1938) y forjado en la guerra de Cuba. Este nació en la calle del Carmen nº 33, el 2 de enero de 1872, hijo de Virgilio Cabanellas Tapia, gobernador militar y comandante del Castillo de Santa Bárbara.
Asimismo, el historiado ofrece datos de oficiales murcianos fallecidos entonces -como José Piqueras Trives, Juan Spuche Ibáñez, Manuel Francisco Bandín Delgado, Isidoro Valcárcel Blaya, Pedro de Haro Melgares de Segura...-, así como más adelante una lista de los fallecidos en las distintas batallas en Marruecos que se han podido constatar, por localidades de origen y año de fallecimiento.
Entre las muchas historias rescatadas por Ricardo Montes se encuentra una que tuvo lugar entre la batalla del Kert y el desastre de Annual. "Fue noticia en Melilla el caso de la barca de pesca 'Pepe y sus hermanos'. El 16 de enero de 1914 un terrible temporal mandaba a pique la barca, con los pescadores a bordo, que nunca fueron encontrados. Se trataba de Miguel Puga, originario de Torrevieja, (cuyo suegro era el pescador Isidoro Ibáñez que vivía en Cabo de Palos), con dos de sus hijos menores de edad y Clemente Fernández Martínez, nacido en San Javier, vecino de San Pedro del Pinatar. De forma inmediata, el mazarronero y general, Francisco Gómez Jordana inició una suscripción popular para ayudar a las viudas, recaudándose 1876 pesetas. Dejaban viudas y la friolera de nueve hijos".