MURCIA. Un buen amigo catedrático de Historia del Derecho, que estando como investigador en la Universidad de Harvard, publicó un informe en el que proponía una nueva asignatura de carácter obligatorio, a fin de mejorar la formación intelectual y cultural de todos sus estudiantes: Razón y Fe. La noticia sorprendió bastante y la prensa americana junto a la londinense (Washington Post y The Harvard Crimson) alegaban comentando que el riguroso estudio académico de esta asignatura capacitaría para tomar una mayor conciencia de la realidad multiplural, como académicos y ciudadanos, como creyentes o feroces descreídos. En España, seguro, imposible sucediese ni con "unos ni con otros".
"conviene respetar la libre y espontánea manifestación de las propias creencias de quienes viven en el presente, sean del signo que sean"
Escucho a mi amigo Aniceto, del que les hablo, que otro colega suyo comentaría "la ayuda que le prestó un sacerdote al salir de una iglesia a la que había asistido a misa". Al haber escuchado diversas emisoras de radio cristianas pensaba que la religión sigue siendo hoy objeto de tratamiento ciertamente frecuente: campañas electorales, congresos científicos y más aún, también el mundo judío. Ello no quiere decir que mucho profesorado universitario sea creyente y con independencia del porcentaje de los mismos, así como de la mayor o menor firmeza de quienes creen y de quienes no, lo que resulta claro es que, tras cruzar el charco del Atlántico, el proceso de secularización no lleva consigo, como en Europa, la conveniencia de relegar las propias creencias a la vida privada, dificultándose su espontánea manifestación.
Para los no entendidos en la materia, deben saber que la revolución americana careció de la carga ideológica anticristiana de la revolución francesa. Incluso la misma masonería no presentaría el vigor ideológico que caracterizó -y sigue caracterizando- a la francesa y, por extensión, a la europea. Los ejemplos traídos a colación resultan elocuentes, máxime cuando algunos de los profesores que he conocido pertenecen a poblaciones americanas con mayor índice de ateísmo o agnosticismo.
América no termina de entender muy bien el ambiente europeo de falta de libertad en estos temas, ni por qué Europa parece estar empeñada en negar sus propias raíces históricas, con independencia de la realidad actual; o el distinto rasero con el que se tolera casi todo a unos, mientras se ridiculiza y estigmatiza a otros. Algunos de aquellos, más aún, se sobresaltan cuando el New York Times escribe sobre cierta medida que el Gobierno holandés había dispuesto: la advertencia a los musulmanes de la cultura que debían estar dispuestos a adoptar si deseaban instalarse en su país. Se preguntaban si era esa la mejor forma de mostrar la cultura europea. Claramente, no todo es tan sencillo como ve, pero podría serlo si se cambian formas y maneras actuales. Está claro que la sociedad americana en sus años de democracia es más respetuosa con los sentimientos y creencias al mismo tiempo que los que van a vivir allí de forma permanente.
Hoy, la Universidad de Harvard, en este mundo secularizado, sigue adornando su fachada en uno de sus edificios más emblemáticos el Non sub homine sed sub Deo et lege( no bajo la autoridad del hombre, sino de la de Dios y de la ley). Ni se avergüenzan de ello ni reniegan, sino que la aceptan, para aprender de ella y, en cualquier caso, respetar, pues resulta común a todos.
Y si se respeta la historia, sentida como propia para todos, con mayor motivo conviene respetar la libre y espontánea manifestación de las propias creencias de quienes viven en el presente, sean del signo que sean. En este sentido, no cabe duda de que cualquier ciudadano de aquella sociedad respira más y mejor, pues su concreto ámbito de libertad en la vida social y pública no varía en función de sus creencias personales. Como debe ser.
Estamos ante una buena lección para la sociedad europea.
Mariano Galián Tudela
Dirigente de Valores
Esto se acaba. La Iglesia católica se apaga como un cirio en una parroquia de barrio. La fe parece ser cosa de nuestros abuelos. Ir a misa es de sujetos extravagantes. La mayoría de los jóvenes pasan de la religión. Bastante tienen con el opio de sus pantallitas