crónicas de una región misteriosa

Leyenda y tradición del convento de Santa Ana en Jumilla: desde llamativos milagros a un exorcismo 

13/08/2023 - 

MURCIA. En los alrededores de Jumilla se encuentra uno de los lugares más enigmáticos de toda España. El monasterio franciscano de la Abuela Santa Ana-ubicado en armonía en un entorno natural de gran belleza- custodia uno de los más importantes relicarios de Europa, según los religiosos que lo habitan. Reliquias provenientes de España y de otros países se unen a un inmenso patrimonio artístico y a una sobrecogedora relación de milagros, prodigios y hechos sobrenaturales. Todo esto y mucho más asombra a los visitantes que tienen la oportunidad de visitar sus intrincadas galerías y contemplar miles de curiosos objetos.

Vista exterior del convento. Fuente: Murcia, Región Sobrenatural

Aunque la leyenda remonta el origen de este monasterio a una mayor antigüedad, está documentado que en agosto de 1573 dos frailes franciscanos, el mallorquín fray Miguel Cleques, que se dedicaba a predicar y a confesar, y fray Bartolomé de Elche, fraile lego, se hicieron cargo de una ermita que, según las crónicas, estaba a media legua al sur de Jumilla. Ya por entonces, allí se rendía culto a la Abuela Santa, madre de la Virgen María y abuela de Jesús. Éste es el paraje que hoy se conoce como Santa Ana la Vieja, situado junto a una fuente de abundantes aguas. De haber sido más antiguo este culto no se cree que pudiera remontarse más allá del siglo XIV, pues antes de esto se producían en estas tierras frecuentes avanzadillas de los moriscos.

Según la leyenda, la imagen de la Abuela Santa Ana se halló enterrada en este enclave. El canónigo Juan Lozano, en Historia de Jumilla, afirmaba que 250 años después del nacimiento de Cristo se encontraron en él "objetos, vestigios y epígrafes cristianos".

En 1573 llegaron a ser ocho los frailes de la comunidad. Al no disponer de espacio suficiente en la pequeña ermita, se trasladaron a otro paraje, situado también al lado de un manantial, la 'Fuente de la Jarra', para construir lo que hoy es el actual convento de Santa Ana.

Fuente: Turismo de Jumilla

Este nuevo emplazamiento fue construido en 1609, recibiendo por aquel entonces infinidad de reliquias, así como importantes donaciones que llegaban de remotos lugares. En 1702, la condesa de Escalona envió desde Nápoles un valioso manto para la Abuela Santa Ana, y en 1765 fray José Catalá donó su cruz de oro de caballero de la Orden de Malta.

Con el paso de los años, la historia del monasterio se fue orlando de incontables sucesos milagrosos, como bien nos muestra la excelente crónica de Lorenzo Guardiola en El monasterio de Santa Ana: evocaciones, leyendas y milagros. Uno de ellos es el que protagonizó en 1733 un hombre que reclamó la presencia de un confesor, a quien contó, mostrándole dos pistolas, que estaba dispuesto a matar a su yerno cuando, al pasar junto al monasterio, la Abuela Santa Ana, o la Virgen, su hija, le quitaron esa mala idea de la cabeza.

Fuente: Turismo de Jumilla

Suceso extraordinario también fue el que supuestamente le ocurrió a un matrimonio de molineros de Tobarra (Albacete), formado por Manuel Fajardo y María Castillo, que había llegado hasta allí. Perdieron al menor de sus dos hijos, al que habían dejado a las puertas del monasterio. Al pequeño, de tan sólo diecinueve meses, lo encontraron posteriormente ahogado en una acequia. La madre, reclamando la intercesión de Santa Ana, ofreció para ello su peso en cera, y en el acto la criatura volvió a la vida. En la iglesia fue colocado un cuadro que refleja este milagro.

En 1772 comenzó a hablar una mujer que era muda, por lo que agradeció su curación con un significativo exvoto: una lengua de plata.

Fray Pedro Lobo protagonizó en 1581 un suceso realmente curioso. Agotado por el trabajo de pedir la limosna de pan en Jumilla, y ya de regreso al monasterio, recibió la caridad de Pascual Carrasco. Éste ofreció un borrico para que lo montara, dándole instrucciones a un hijo suyo para que acompañara al fraile. Tras su partida, estalló una tremenda tormenta de granizo que arrasó cuanto encontró a su paso, por lo que Carrasco temió por la vida de su hijo y por la del fraile. Arriesgando la suya propia se dirigió hacia el monasterio. Cuando llegó, su hijo le describió el milagro que había visto con sus propios ojos. Ante la furia de los elementos, se habían encontrado con una rambla que les impedía pasar y en la que podrían haber muerto ahogados. Pero fray Pedro Lobo, con gran tranquilidad, sacó un crucifijo y haciendo la señal de la cruz hizo que las aguas se dividieran en dos. Nada más cruzar al otro lado, las aguas siguieron su paso con gran estruendo.

Cristo de la Reja (siglo XVI, anónimo). Fuente: Turismo Jumilla

En 1603 le fue sacado el demonio mediante exorcismo a una mujer que en la misma puerta del santuario había sido llevada por el aire "dos mil pasos", delante de varios testigos, encontrándose más tarde entre atochas de esparto y romerales.

Infinidad de objetos, reliquias e imágenes religiosas que allí se encuentran, han sido protagonistas de milagros o extraños prodigios. Llenan los altares de la iglesia, aunque hay muchas más repartidas por todo el monasterio. Una de las mayores aportaciones de estas reliquias sagradas la hizo el marqués de Villena, tras haber sido embajador en Roma y virrey de Nápoles. A su regreso a España, llegó a Cartagena, desde donde se dirigió hacia el santuario. El día de la festividad de Santa Ana, del año 1613, tuvo lugar una gran fiesta para celebrar la entrega de 236 reliquias. Desde entonces este número ha crecido sin cesar.

Claustro: Turismo Jumilla       
En uno de los altares está el cuadro de la Virgen del Pópulo o Virgen del Pueblo. Se cuenta que cuando la imagen estuvo situada sobre el atril del coro, la Virgen fue bendiciendo, uno tras otro, a los frailes que salían después de realizar uno de los oficios. Éste ocurrió concretamente un Viernes Santo.

Fuente: Turismo Jumilla 

* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'

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