MURCIA. En Torreagüera se conmemora este domingo que el pasado viernes (2 de febrero) fue la efeméride de la entrada de Jaime I a Murcia, un hecho histórico por el que el Reino de Murcia evolucionó hacia su última fase de castellanización, impulsándose la creación de concejos como los de Mula, Cartagena, Aledo, Yecla, Murcia y Lorca, a los que se dotó de privilegios para atraer a la población. También se comenzaron a generar leyendas para justificar la presencia de órdenes militares así como la Fe cristiana. Leyendas como la de Abib Ben Tragel, quien siendo uno de los musulmanes más sanguinarios y tras haber recibido una revelación de fe que le hizo ser consciente de que el cristianismo es la verdadera religión, se conviertió al credo de Jesús de Nazaret, convirtiéndose en uno de los más valerosos y valientes soldados cristianos. Repasemos los hechos históricos.
Todo comenzó en 1264 cuando se produjo un levantamiento por parte de la población musulmana del reino de Murcia contra el rey de Castilla, Alfonso X el Sabio, porque estaban muy descontentos ante la persistente castellanización del reino y por el incumplimiento del compromiso de respetar la religión y las costumbres musulmanas. Los dirigentes musulmanes de Murcia pidieron ayuda al reino taifa de Granada. Para evitar que este tipo de sublevaciones se extendiesen por otros lugares como Corona de Aragón Jaime I consigue el favor y el apoyo de los nobles aragoneses, que, en principio, no estaban muy dispuestos a continuar batallando ya que acababan de conquistar Baleares y Valencia, y con el permiso de las Cortes comienza a marchar con sus tropas hacia tierras murcianas.
A medida que se desplaza, villas y ciudades se iban rindiendo ante el gran ejército aragonés, hasta llegar a Orihuela donde es informado de que tropas procedentes de Granada avanzan hacia Murcia para defenderla y ofrecer resistencia. Jaime I se dirigió entonces rápidamente a Murcia para impedirlo y se situó en un paraje junto a Alcantarilla consiguiendo ahuyentar a las tropas granadinas que acaban refugiándose en Alhama. Instalaron su campamento a las afueras de la muralla y la asediaron durante unos quince días. Los gobernantes de la ciudad comprendieron su debilidad frente a las tropas y aceptaron negociar su rendimiento con un pacto que respetase la convivencia de musulmanes y cristianos.
El 2 de febrero de 1266 entró Jaime I pacíficamente en Murcia por la puerta norte llamada puerta de Orihuela y ocupó el Alcázar junto a la mezquita mayor, que transformaría en iglesia, restaurando así el cristianismo y el dominio, de nuevo, de la corona de Castilla. También repobló el reino de Murcia con colonos procedentes de la Corona de Aragón. Gran parte de la población mudéjar se marchó de Murcia.
Desde entonces encontramos leyendas en donde las plagas bíblicas se extendían a quienes no profesaban la religión católica, como ésta en Lorca, en la que un cronista anónimo nos habla de una plaga de langostas a mediados del siglo XIII, poco antes de la llegada de Jaime I: "(…) con frecuencia esta vega se ve afectada por plagas de langostas que dejan huellas a su paso. La gente de Lorca refiere que en la iglesia principal había una langosta de oro que servía de talismán contra la plaga, y que no conocieron dicha plaga mientras aquel talismán estuvo allí, hasta que un día lo robaron, y aquel mismo año apareció la langosta, y así hasta ahora (…)".
* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'