MURCIA. La sexualidad, que en ocasiones podemos considerar como algo 'tabú', no lo era tanto en la Cartagena del siglo I dC. Hagamos un viaje en el tiempo en donde dejes tus prejuicios del siglo XXI y te inundes de una cultura apasionante, de una manera distinta de entender la vida.
El sexo en la antigüedad estaba asimilado como un elemento más. No podemos entender la Cartagonova de Augusto sin la sexualidad, porque la práctica sexual era la forma habitual de rendir tributo a la diosa de la abundancia, de la fertilidad. Diosas como Pomona, Venus, Bona Dea, Maia o Fortuna serían un claro ejemplo. Un rito por el que se le agradecía a la divinidad que se tuviera éxito en la familia y en el trabajo.
Y es en este sentido en el que debemos entender el presente artículo. El culto a la fertilidad en el siglo I dC estaba muy extendido en la sociedad romana del Imperio. A diferencia de nuestra sociedad, la romana mantenía una clara inclinación al culto del Falo, pues entendían que era la representación de la abundancia y la fertilidad no sólo en el ámbito doméstico sino en el económico.
De hecho, estaba plenamente arraigado en la cultura popular. Ejemplo de ello son las liberalia, festividad celebrada en marzo, en la que se paseaba un carro por la ciudad donde colgaba la representación de un falo y donde mujeres y hombres pedían un año de buenas cosechas y de abundancias económicas. Para ello debían tocar ese falo. Falo que, por otra parte, hallamos en muchas ciudades a la entrada de las muralla, como es el caso de Ampurias: el peregrino debería tocarlo antes de entrar a la ciudad para que fuera próspera su estancia en ella.
Pero una sociedad como la romana, en la que muchos de sus hombres estaban alistados en las legiones o pertenecían a la orden ecuestre, y que por lo tanto podían pasarse meses o hasta años fuera de sus casas, daba cierto margen al adulterio de un bando y del otro, ya que era comprensible que una mujer en ausencia de su marido apaciguara los deseos de la carne o que el soldado fatigado y exhausto por la batalla hiciera lo propio con prostitutas o esclavas. A pesar de eso, se valoraba la prudencia y la discreción. Siervos y esclavos eran usados para satisfacer los deseos sexuales de su domine y domina.
Importante es destacar que habían normas de aceptación sexual, es decir, se permitía relaciones homosexuales (de ambos sexos) con un esclavo o con un liberto, pero no con un ciudadano libre, pues supondría que uno de ellos perdía su dignidad al tener una posición de sometimiento. Amén de ésto, las relaciones sexuales y las iniciaciones sexuales (realizadas siempre por 'maestros') se llevaban a cabo desde los doce años.
Podríamos hablar de las bacanales como libertinaje sexual romano, en ellas mujeres a las que se les prohibía la ingesta de vino durante el año, se les permitía por un día embriagarse en honor a Baco hasta caer en un estado de éxtasis que fomentaba las relaciones sexuales entre ellas mismas. Fueron prohibidas al ser fuente de conspiraciones políticas.
De otro lado, el papel del concubinato era legal en época de Augusto, es decir, un hombre libre y una esclava liberada podían mantener una relación paralela a su matrimonio; no obstante la legalidad del matrimonio prevalecía sobre cualquier derecho.
Estas profesionales estaban en cualquier esquina de Roma, especialmente en el barrio de Subura o merodeando los lugares de concentración principales como los teatros, los circos o el anfiteatro, donde los hombres ávidos de sangre o emocionados con los textos eróticos representados en los teatros, buscaban el servicio de la meretriz para saciar su deseo.
Los textos nos dan información del doble rasero romano cuando nos explican que un joven romano que había pasado a su edad adulta decide pasar la noche en un burdel, todos cuántos le ven aplauden y alaban su decisión, pero cuando este mismo joven es visto en más ocasiones requiriendo los servicios de una prostituta es reprobado por los mismos que le alabaron, debido a que denota debilidad.
En el ámbito de los lupanares (que en Cartagonova deberían estar por las afueras del foro o cercanas a las zonas de descarga; véase cara Norte del actual Molinete) hemos de destacar las spintriae, las monedas con escenas explícitas de sexo, no oficiales, acuñadas entre mediados y finales del S. I dC, y que bien las llevaban las meretrices indicando los servicios disponibles o bien los soldados para 'comprar' un determinado servicio. De esta manera se salvaba el problema del idioma en todas las partes del imperio. 1 spintriae = 1 denario de plata, aproximadamente hoy unos 500 €.
* Santi García es autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'