EL RINCÓN DE PENSAR / OPINIÓN

Las mentiras del feminismo (III)

19/12/2022 - 

MURCIA. En los artículos previos he reflexionado sobre las dos grandes falsedades dogmáticas que -en mi opinión- el feminismo radical y rampante intenta difundir e imponer en la sociedad: que las mujeres y los hombres somos iguales; y la reduccionista ideología de género como explicación del mundo y de la historia.

Podría escribir sobre otros engaños y sus consecuencias de ese supuesto feminismo, pero no quiero extender más esta serie de artículos y voy a cerrarla hablando de lo que constituye su más profunda mentira, al tiempo que su mayor contradicción.

Y me refiero a que el feminismo radical es ante todo un movimiento que va contra la mujer a la que dice defender. Por eso, desde las propias posiciones feministas -y no precisamente tradicionales- es desde donde está recibiendo sus mayores críticas.

No voy a poner enlaces a noticias que -en este sentido- se han publicado durante las últimas semanas, porque con eso tendría que terminar el artículo. Pero invito al lector interesado a hacerlo escribiendo en algún buscador de Internet "feministas contra la ley trans" o alguna frase similar. Le aseguro lectura para un buen rato.

Lo que quiero explicar hoy es que el cénit del engaño del feminismo radical es precisamente que constituye el mayor ataque de la historia a la dignidad de la mujer, y la mayor amenaza a las mujeres de cara al futuro.

Soy consciente de que lo que acabo de decir es mucho decir… Pero voy a tratar de desarrollarlo. Porque además pienso que puede hacerse en un artículo de prensa, en el que quizá no cabe una argumentación detallada por las limitaciones de espacio y estilo de escritura propias de este medio.

Para contextualizar el desarrollo argumental que voy a seguir me van a permitir que les invite a ver, antes de continuar la lectura, un vídeo de menos de cuatro minutos. Pueden hacerlo en este enlace.

¿Por qué esa insistencia del feminismo radical en pretender hacernos creer que hombres y mujeres somos iguales, cuando como sabemos por todas las ciencias que la naturaleza (Dios para los creyentes) nos ha hecho distintos? ¿Y en qué contexto he pretendido poner al lector con ese vídeo?

A mi modo de ver la razón de por qué hoy el feminismo radical pretende convencernos de esa falsa igualdad entre el hombre y la mujer está muy clara.

Como explicaba en el artículo anterior convencernos de esa mentira (la presunta "igualdad") no es más que un paso para construir una sociedad sin hombres ni mujeres, donde existan solo personas con orientaciones sexuales (géneros) a la carta y que se pueden ir cambiando a lo largo del tiempo y en función de los "sentimientos".

Y decía también que, para conseguir esa nueva sociedad sin hombres ni mujeres, antes hay que "deconstruir" la actual.

Hay que reconocerle al feminismo radical su gran acierto al escoger la destrucción de la mujer como el camino más directo para la "deconstrucción" de la sociedad.

Porque destruida la mujer, la sociedad salta en pedazos. Pues es fundamentalmente ella quien aglutina la primera célula de una sociedad en cada familia. Y todos podemos pensar en nuestra propia madre, nuestras abuelas o alguna hermana a la que por circunstancias de la vida le tocó hacer de "madre" para nosotros.

El feminismo engaña y destruye a la mujer desacreditando lo más exclusivamente femenino: la maternidad. Y se empeña en presentarla como una esclavitud, un sometimiento a la voluntad del hombre, o un hándicap en su desarrollo.

Por el contrario, la maternidad es la experiencia más enriquecedora que puede tener una mujer. Es escuela de un aprendizaje incomparable y exclusivo que la proyecta a una nueva realidad que no puede soñar con ninguna otra vivencia; le aporta un conocimiento inalcanzable de cualquier otra manera (y al que el hombre no puede aspirar); y la colma humana y espiritualmente de una plenitud que no puede darle cualquier otro planteamiento vital -también profesional- por ambicioso que sea.

Cuando el feminismo radical trata de minar la maternidad, intenta masculinizar a la mujer, hacerle perder su esencia. Busca esa pretendida igualdad entre el hombre y la mujer que en nuestra naturaleza no existe, al caro y triste precio de "hominizarla". Y borrar de la sociedad una impronta necesaria y que sólo la mujer puede aportar.

No estoy negando la realidad de las dificultades y esfuerzos que en estos tiempos (como por otros motivos en otros) supone la maternidad, también en términos de discriminación laboral. Mi denuncia es contra un feminismo que, aprovechando dificultades que de hecho siguen existiendo, se dedica por pura ideología a destruir a las personas a quienes dice defender mientras abandona y desprecia la lucha coherente contra esas propias dificultades.

No quiero terminar esta serie de artículos sin una llamada al optimismo. Es cierto que estamos asistiendo en nuestro país a una auténtica vorágine (me atrevería a denominarla "vomitona") legislativa del feminismo radical que está haciendo tambalear algunos cimientos de nuestra sociedad. Pero es igualmente cierto que en los países realmente modernos ya están experimentando las consecuencias de esta ideología y rectificando muchas legislaciones. Vamos a confiar en que por una vez lleguemos a tiempo de escarmentar en cabeza ajena, y podamos minimizar los daños de este nuevo fundamentalismo.

Javier Giner Almendral 

Economista

Si desean hacerme algún comentario o sugerencia sobre éste u otro artículo, los recibiré encantado y procuraré darles respuesta. Pueden contactarme a través de LinkedIn en este enlace

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