Los inversores perciben el riesgo en la región mucho menor a medida que se dispara en mercados tradicionalmente más estables (Europa y EE UU)
VALÈNCIA. Latinoamérica puede convertirse en un ganador inesperado del conflicto ruso-ucraniano. Con el mundo occidental bloqueado a las materias primas rusas, países como Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Perú o México se presentan ante ambos bandos como alternativas casi obligadas. Aunque queda por ver si esta tendencia se consolida, ya se empieza a notar que el rumbo del dinero se dirige al sur del continente americano.
Los inversores creen que Europa, Estados Unidos y los países del bloque occidental tendrán que mirar a los recursos de la región para paliar la pérdida de los rusos. Ante esta situación de inestabilidad, Latinoamérica se está convirtiendo en un 'oasis geopolítico'. Los inversores perciben el riesgo en la región como mucho menor a medida que este se dispara en los mercados tradicionalmente más estables (Europa y Estados Unidos), afectados directa o indirectamente por el conflicto. Además, hay determinadas fortalezas en esta región que la hacen más atractiva que otras zonas emergentes como un comportamiento de consumo similar a Occidente, alto poder adquisitivo en muchos países y una mayor cobertura de servicios sociales. Sin olvidar un riesgo muy bajo en las principales causas de conflictos bélicos como son las disputas territoriales o conflictos religiosos. Latinoamérica tiene unas fronteras bastante bien trazadas y una situación religioso- cultural bastante homogénea.
Sin embargo, el verdadero avance de estos países ha sido en sus divisas, que se han disparado a medida que las sanciones contra el rublo ruso se intensifican. Las economías menos dolarizadas de la región -Brasil, Colombia, Perú o Chile- han visto como sus monedas se han disparado. Pero esto no ha sido tan homogéneo en toda la región, ya que otras economías más expuestas al dólar -México, Chile o Argentina- han visto como sus monedas se resentían. Cierto es que la mayoría de estas divisas supera, por ejemplo, al yuan chino, que apenas sube un 0,5% frente al dólar y tampoco está dentro del conflicto. De cualquier manera, gran parte de la solidez de estas monedas desde el inicio del conflicto , se debe a su correlación con los precios del petróleo.
Argentina y Brasil tendrán la oportunidad de darle un impulso clave a sus exportaciones de maíz o trigo ahora que el granero de Europa-y en buena parte del mundo- se encuentra bajo asedio. Dichas exportaciones ya han aumentado desde el comienzo de las tensiones. Un entorno de altos precios de estas materias primas beneficiaría a estos países, dándoles una fuente incalculable de divisas para mantener sus monedas a flote. El precio del trigo ya ha aumentado hasta alcanzar su récord desde 2008, tras subir más de un 40% en una semana.
Las exportaciones de metales también vivirán un fuerte repunte para estos países. Las industrias mineras en países como Chile, Perú o Brasil podrían verse beneficiadas. Chile es el principal productor de cobre , Brasil es el tercero de hierro y México el mayor de plata. Perú es el que más variedad de estos metales tiene, situándose en los primeros puestos como productor de plata, cobre oro y plomo. Además, Cuba y Brasil son algunos de los países que más níquel producen, un producto que se ha disparado más de un 60% en desde el inicio del conflicto.
Otro factor importante es la producción petrolífera. El barril de crudo está subiendo hasta los 130 dólares. Países como Venezuela pueden encontrar en esta situación un balón de oxígeno con el consiguiente riesgo de financiar otra dictadura. Otras naciones como Brasil , Colombia o Ecuador también tienen una importante producción importante de crudo y están viendo como aumentan sus exportaciones y sus precios. Además, esta subida de precios, podría dar lugar a que las reservas patagónicas de crudo y gas , en parte no explotadas por el alto coste de acceso a ellas, pudieran generar más oportunidades en el medio plazo.
Además, una escalada de la confrontación este-oeste por Ucrania podría conducir a una recesión mundial que perjudicaría las exportaciones de América Latina. Aunque los países latinoamericanos se beneficiarían de un aumento temporal en los precios mundiales del petróleo, los metales y cereales, estas ganancias se verían contrarrestadas por una disminución de las importaciones de Estados Unidos, Europa y China debido a una recesión global.
Los bancos también subirían los tipos y el acceso al crédito sería más restrictivo; mientras que el turismo -tan importante para estos países- también sería otro elemento de riesgo. El petróleo por las nubes encarecerá los viajes, además que los turistas en pleno conflicto bélico limitarán sus viajes por el 'efecto miedo.
Biden tendrá una gran oportunidad para mejorar los lazos con América Latina cuando se realice la Cumbre de las Américas en junio en Los Ángeles. Pero si hay una guerra a gran escala en Ucrania, existe la posibilidad de que Rusia siga aumentando su presencia militar en América Latina -en países como Venezuela, o Bolivia- como una forma de advertirle a Washington, que si él 'entra en sus vecinos, yo entro en los tuyos'. Quizás no sería mala idea que Biden propusiera un nuevo compromiso continental y atara lazos con el sur para no caer en una carrera armamentista regional. Eso sería lo último que se necesita en América Latina.
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores