La vieja Europa incapaz de reaccionar

Siempre he creído en el modelo del estado de bienestar europeo, en la idea de que es posible crear una sociedad próspera, justa y equilibrada. Sin embargo, la realidad económica de hoy nos está despertando de ese sueño. Europa, antaño un motor de progreso social y económico, está quedándose atrás mientras Estados Unidos crea, China avanza a pasos agigantados y nosotros seguimos atrapados en la espiral de la regulación.

Lo que más me preocupa es cómo nuestro modelo económico nos está haciendo perder competitividad a nivel global. Según los últimos datos, la productividad laboral en la Unión Europea es un 30% inferior a la de Estados Unidos (Eurostat, 2023)¹. Mientras tanto, China no solo nos ha superado en la fabricación, sino que también está liderando en sectores estratégicos como las energías renovables, baterías y la inteligencia artificial. En 2023, China invirtió más de 260 mil millones de dólares en innovación tecnológica, mientras que Europa invirtió solo 140 mil millones (OECD, 2023)^2.

El informe de Mario Draghi (2024)³ encargado por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y que tuve la oportunidad de leer con detenimiento, pone de relieve este desajuste entre nuestras aspiraciones y la realidad. Draghi señala cómo la desindustrialización de Europa es un problema estructural que nos está costando competitividad frente a las grandes potencias. Mientras Estados Unidos y China apuestan por la flexibilidad, los incentivos y la adaptación paulatina, en Europa seguimos imponiendo metas y restricciones que, lejos de fomentar el crecimiento, encarecen el coste de vida y asfixian a nuestras empresas.

Como europeos, queremos ser los líderes en la lucha contra el cambio climático, pero esta obsesión nos ha llevado a imponer un enfoque casi dogmático, desconectado de la realidad económica. Mientras China ha cuadruplicado su capacidad de producción de baterías y paneles solares en solo cinco años, Europa ha reducido su capacidad industrial un 5% desde 2018, y solo el 8% de las patentes mundiales de tecnologías verdes provienen de empresas europeas (International Energy Agency, 2023)⁴ .

Por cada startup europea valorada en más de mil millones de dólares, China genera tres y Estados Unidos cuatro"

La productividad en el sector tecnológico en Europa es otro gran desafío. Si bien contamos con una fuerza laboral altamente cualificada, la burocracia y la falta de flexibilidad están ahogando nuestra capacidad de innovación. Un ejemplo claro es que, en 2022, solo el 5% de las empresas europeas de alta tecnología se convirtieron en líderes globales, comparado con el 40% en Estados Unidos (European Commission, 2023)⁵. Además, mientras que Silicon Valley sigue produciendo "unicornios" —startups valoradas en más de mil millones de dólares— con gran regularidad, Europa sigue regulando sin ver los frutos esperados. Por cada unicornio europeo, China genera tres, y Estados Unidos cuatro (CB Insights, 2023)⁶.

Es innegable que el cambio climático es un desafío que debemos enfrentar, pero nuestro enfoque actual está elevando los costes de producción y empujando a nuestras industrias a buscar alternativas más rentables fuera de nuestras fronteras. El informe de Draghi lo deja claro: "Si seguimos priorizando la regulación por encima de la innovación, continuaremos perdiendo competitividad y relevancia en el panorama global".

Como europeos, debemos repensar nuestro modelo. No podemos aspirar a mantener un estado de bienestar si no creamos las condiciones necesarias para que nuestras empresas compitan en igualdad de condiciones con sus contrapartes estadounidenses y chinas. El informe de Draghi de 2024 es una advertencia clara: si no nos adaptamos y no fomentamos la innovación, nos condenamos a una posición de irrelevancia económica a nivel mundial.

"Si seguimos basándonos en regulaciones sin promover la flexibilidad y la adaptabilidad, corremos el riesgo de quedarnos atrás"

Lo que necesitamos es un equilibrio. Queremos un estado que proteja a sus ciudadanos y que garantice un entorno sostenible, pero también uno que permita a las empresas innovar, crecer y prosperar. Si seguimos basándonos únicamente en regulaciones sin promover la flexibilidad y la adaptabilidad, corremos el riesgo de quedarnos atrás. El futuro de Europa depende de nuestra capacidad para encontrar ese equilibrio entre bienestar y competitividad, entre protección e innovación. No lo veo claro… para poder hacer frente a todos los retos según Draghi es necesaria una inversión de unos 800.000 millones anuales, cerca del 4,7% del PIB de la Unión Europea. Ya nos vale… Os recomiendo su lectura, son varios los aspectos relevantes para resucitar al muerto, pero ya el primero, inversión productiva resulta difícil con gobiernos en minoría, preocupados sólo por parecer, por contentar a unos y otros con pequeñas limosnas y sin poner el foco en el largo plazo. Sin proyectos relevantes de inversión estratégica que son incompatibles con presupuestos prorrogados, con visiones nacionalistas/ regionalistas de España y con un concepto laxo y hedonista de la vida. Si mi abuelo levantara la cabeza….

Isabel Martínez Conesa

Catedrática de Economía Financiera y Contabilidad. UMU

Directora de la Cátedra de Mujer Empresaria y Directiva