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La verdad sobre el papel

22/11/2022 - 

MURCIA. Muchas semanas sin pasar por el blanco sobre negro. Y pensando en qué escribir he recordado eso de que somos más por lo que callamos; qué cierta esa expresión.

Aunque le añadiría, si cabe, valgo más por lo que me cuentan y no cuento. En las distintas etapas de mi vida, ya profesionales ya personales, siempre he tenido la misma circunstancia; ahora lo único que cambia es que soy más consciente de ello. Por algún motivo, supongo que porque nunca hablo de más, me suelen contar secretos, información que si revelara más de un matrimonio se vendría abajo, más de una empresa dividida por los socios y algún que otro político sin empleo y quizá juzgado también en la opinión pública. En multitud de ocasiones son amigos; en otras, personas que en la primera reunión me desvelan sus preocupaciones para que algunas cuestiones no empeoren, salgan a la luz… y esas cosas que estaréis todos pensando, un consejo.

La verdad oculta en lo que nos cuentan es por supuesto un valor superior a lo que podría ser contarlo. Jamás lo haré. Primero, por ir contra mis principios; segundo, porque me parece "ruiz"; tercero, para que el ser oscuro no se ponga contento.

Otra cosa sea que no juegue, como desde niña lo he hecho, a decirles a los demás: "Yo sí lo sé. Así que ojo" .

Jugar en el equipo de los buenos tiene su lado bueno, ser abogada conocer la ley y poder interponer demandas sin coste porque yo me las costeo creo que en cierta medida es una ventaja.

"Pero ay de ti, de estrecho corazón que no te atreves a dar, ni siquiera a darte la oportunidad a ti mismo de poder cambiar y salir del lodazal"

Diréis: hay que ver que de faroles se tira esta mujer. Pero mirad: en sexto de primaria vi a un compañero, A.V. copiar en un examen. Yo había estudiado mucho, mucho, y levanté la mano en clase y le pregunté a la profesora: "¿Si ves a alguien copiar hay que decirlo?" Las miradas fueron casi peores que si hubiera delatado al compañero. En ese momento supe que el silencio da poder, vamos sí lo vi. A continuación, dije: "No lo haré, salvo si veo que vuelve a hacer trampas" (tampoco lo hice) Tampoco se atrevieron a seguir. Además pensé: mi nota no dependerá de ellos, solo de mi esfuerzo. Por eso, jamás he tirado la toalla en eso de no endurecer el corazón, de no ser vil muy a pesar de que las circunstancias clamen venganza.

He preferido siempre rezar por los pobres miserables que ante la vida siguen copiando con acciones trepas, maltratando a los amigos pues a los enemigos casi lo vería lógico, ultrajando principios propios. Yo he aprendido a no juzgar, he aprendido únicamente a querer seguir siendo del bando de los regulares al menos. Y no buenos pues no puedo; si tan solo me atrevo a pensar en venganza (quién no lo ha hecho alguna vez), pensar en qué lado deba estar.

Últimamente, he vuelto a vivir experiencias de este tipo. Hoy mismo. Y tras notar la puñalada de la maldad he decidido sacarla en un blanco sobre negro para al menor evitar que se apodere de mí.

Una única cosa más. Os felicito a los que sois capaces de vivir en la oscuridad, de seguir siendo gusanos; no sé cómo lográis hacerlo. Os admiro, os compadezco. Eso sí, no penséis que me haré jamás de vuestro bando. No contéis conmigo

Y luego, sí. Luego están los buenos de verdad, los que son tiempo de luz, eternamente, pese a toda circunstancia, buenas o malas, de frío o de calor. Estos son realmente a los que yo quisiera parecerme, y no siempre me salió, al menos como yo hubiera querido hacerlo, muy muy bien. Pero así es la vida, yo soy de los regulares.

Ellas, casi siempre mis grandes personas de luz, son mujeres. Mi abuela, mi madre, mis hermanas, grandes amigas que siempre son capaces de andar por la senda de la verdad, de la entrega plena, de jamás mirar atrás. Qué mujeres de valía. Algunos, no muchos, pero sí han sido también varones de una pieza, que he podido conocer de cerca. Este finde se casaba uno de ellos. Estas personas son amigos de todos, siempre sonrisa, siempre hablando desde el corazón y con valentía, incluso cuando sabemos que puede doler pero es necesario. Esos mis amigos, mis amigas, las personas que me alientan a seguir siendo regular, a querer ser de las buenas, y nunca de los malos. Personas que inspiran.

Personas de luz. Una de ellas siempre me dice: ves lo que eres. Si vez luz es que puedes serlo. Grandeza escuchaba hace poco al doctor Mario Alonso Puig, porque todos si queremos, si nos decidimos, podemos despertar esa semilla, ese talento y ponerlo a crecer y con el tiempo a florecer, a retarnos y pasar de los silencios, para hacer valer la palabra, la verdad, el amor. Las cosas que de verdad importan en la vida. Y entonces, solo entonces, tu vida tendrá valor, no por lo que guardas, sino por lo que eres capaz de dar: AMOR. Pero ay de ti, de estrecho corazón que no te atreves a dar, ni siquiera a darte la oportunidad a ti mismo de poder cambiar y salir del lodazal. Pido por ti, para que un día lo hagas.

Mientras tanto, yo seguiré en el camino de subir con esmero la senda; mi mano siempre extendida por si te apuntas. No prometo rosas, pero aseguro espinas y el aroma más maravilloso de todos: el del amor, la amistad, la esperanza. Si quisieras verificarlo…

Macarena Perona

 

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