tribuna libre / OPINIÓN

La urgencia de los médicos de Urgencias

27/05/2024 - 

MURCIA. Mi marido ya se cansó de preguntarme: "Pero, a ver, ¿tú por qué te empeñas en trabajar en Urgencias?". Y si es algún amigo el que inquiere, contesta: "Déjala, le va la marcha". No es eso, pero tampoco sabría decir por qué, con 51, casi 52 años, me empeño en seguir en un trabajo complicado, por decirlo de forma suave.

Porque pudiendo elegir un trabajo de 35 horas semanales, trabajo unas 220 al mes y en turnos de 12, 14 y 24 horas. Porque esos turnos son intensos, casi sin tiempo para comer ni tomar un café ni dar una cabezada rápida de madrugada, teniendo que atender a la vez urgencias más vitales, más como en las películas, y todo tipo de consultas sobre la salud por personas preocupadas. Muchas y algunas muy preocupadas. Porque es complicado que pasemos un fin de semana en la sierra, por ejemplo, y nunca discutiremos por dónde ir en los puentes, la Semana Santa o las Navidades. Lo normal es que yo no libre.

"nunca nos tomaron en serio las quejas, pero sacábamos adelante el trabajo"

Mis condiciones laborales han sufrido un deterioro lento pero progresivo, y siempre en la misma dirección: mayor número de enfermos que atender y más complejos también (infartos, código ictus...). Se tuvo que crear la unidad de ventilación. Ahora también realizamos detección precoz de VIH, incluso medicina preventiva. Desde Urgencias. Proyectos pioneros, de los que la mayoría de hospitales carece. Es bueno para la gente y cada vez más cansado para nosotros. Son retos interesantes que a la vez implican que tienes que invertir tiempo en formación. Trabajamos con una población envejecida y pluripatológica.

También tenemos derechos. A los 55 años puedes solicitar no realizar guardias de 24 horas. Y en circunstancias excepcionales una reducción de jornada. Incluso alguna vez se nos ha concedido un permiso sin sueldo. Y también tenemos vacaciones.

Pero nosotros estamos abiertos 24-7-365 que dirían los modernos, o siempre. Y hay que funcionar (aunque lo ideal sería sustituir) sin esos médicos que no hacen noches, festivos o tienen la jornada reducida. Y luego llegan las vacaciones.

En verano siempre hemos asumido como inherente a nuestra realidad laboral realizar un esfuerzo, hacer más turnos, más guardias, descansar menos; y entre eso y los contratos de vacaciones (entre dos y seis los años buenos) hemos podido salir de vacaciones plantillas de 35 personas.

Pero ha habido recortes. Hay recortes. El capítulo de personal siempre es el que encuentra primero cualquier gerente. Y mientras nos quejábamos, sólo nos quejábamos (estamos más cansados, no podemos más, necesito ver a mi familia, cualquier día ocurre una desgracia...) pero el trabajo siempre lo hemos sacado adelante, pues esas quejas no han sido registradas, nunca nos tomaron en serio.

"CUATRO AÑOS PARA PREVERLO. CUATRO AÑOS PARA TOMAR MEDIDAS. CUATRO AÑOS PARA REALIZAR BUENOS CONTRATOS"

Recortes en la Universidad. ¿Resultado? Se forman menos de los médicos que se necesitan. Recortes y empeoramiento de las condiciones laborales de los médicos de Urgencias. ¿Resultado? Los estudiantes de Medicina dejan más de 500 plazas desiertas en el MIR; los residentes de Familia modifican su itinerario formativo para realizar con nosotros el menor número de guardias posible; y esto ya es un feedback negativo que ellos reciben por nuestra parte peor formación (la sobrecarga asistencial baja la calidad de la docencia impartida) y nosotros recibimos menos ayuda. Así, vuelta a ser menos médicos y más sobrecarga de trabajo.

Algunos residentes, ya especialistas, quieren quedarse (como dice mi marido: os va la marcha) y estos son los que sufren los recortes de que les ofrezcan los peores contratos: si deciden ir a Primaria o a las ambulancias, entre uno y tres años, a veces una interinidad; si se quedan con nosotros tres meses.

Y así se han ido formando todos los ingredientes para que en 2024 surja la tormenta perfecta. La COVID-19, entre otras cosas, retrasó todas las formaciones y los residentes que empezaban lo hicieron unos meses más tarde. Justo después de verano. Y por eso acaban este año después de verano. Y por eso no les podemos contratar. Pero no debería valer que gestores y políticos pongan cara de sorpresa como si se acabasen de dar cuenta; o de indignación y le intenten echar la culpa al Gobierno central.

Cuatro años para preverlo. Cuatro años para tomar medidas. Cuatro años para realizar buenos contratos, de los que permiten a los médicos que en septiembre teníamos no se hubiesen ido. Porque nosotros sí teníamos médicos, que querían quedarse y los dejaron ir. Y todos siguen en Murcia, y muchos en Urgencias, pero en otro hospital.

Eran ocho hasta abril. Y entonces empezó la directiva del SMS con presiones e imposiciones. Negación total al diálogo, cero autocrítica. Que si modificación unilateral de las vacaciones sin poder estar con tu familia, política de tolerancia cero a quien pida excedencias, permiso sin sueldo o reducción de jornada, dando igual el motivo. Que si meses de 265 horas trabajadas.

"HE PERDIDO LA CUENTA DE LAS CRISIS DE ANSIEDAD, LOS ATAQUES DE PÁNICO Y LAS MIGRAÑAS"

Y ahora nos hemos acostumbrado a ir a trabajar mirándonos, contándonos a ver quién falta, quién será el siguiente en irse, como en los Diez negritos de Agatha Cristie. Ha habido gente que ha necesitado una baja laboral. Ha habido renuncias a los contratos. Alguna sin preaviso, renunciando al finiquito y sin querer o poder de momento volver a trabajar. He perdido la cuenta de las crisis de ansiedad, los ataques de pánico y las migrañas.

Ha habido protestas. Concentraciones. Pancartas. Reuniones con sindicatos. Prensa. Y habrá más, porque algunos todavía tienen esperanza.

Lo peor es cuando se te instala ese desánimo, esa clara lucidez en que comprendes que no le importas a nadie. Que hay gente con capacidad pero sin intención de solucionar el problema. Que sólo intentarán que no les salpique el barro o la sangre y culparán a otros de su propia decisión de no hacer nada.

Que nosotros, con los que quedamos, no vamos a poder realizar una atención medio digna. Que este verano tendrá que hacerse una medicina "de trinchera" intentando que no se mueran los enfermos graves de verdad. Que los otros esperarán porque no podrá ser de otra manera y que en esta cultura de la inmediatez donde el paciente suele carecer tanto de educación como de paciencia van a aumentar las agresiones.

Que las Urgencias podrían ser llevadas junto con los traumatólogos e internistas de guardia, y eso cambiaría, pero cambiaría mucho las cosas. Más gente podría ser atendida y en mejores condiciones. Pero no parece que voluntariamente vayan a querer, sus competencias ahora son otras. Y nadie parece dispuesto a ponerle el cascabel al gato y gestionarlo.

Vivimos en un país donde un conductor tiene que parar cada cuatro horas. Y descansar. Donde se limita el número de horas que puedes estar al volante o manejando una máquina en un taller. Yo voy a cumplir 52 años y me pregunto dónde estará mi límite. Cuántas horas para que desaparezca mi sonrisa y empatía, cuántas antes de que me tiemble la mano al intubar o me falle la memoria y me quede sin saber reaccionar ante un enfermo grave. O si por el contrario caeré enferma o sufriré una agresión. Lo que sí sé es que pase lo que pase yo podré volver a mirarme al espejo y seguir adelante. Y no me sentiré responsable. Porque lo estamos avisando. Porque estamos pidiendo ayuda.

Y ni siquiera nos escuchan.

'Urgencia a las urgencias'. Con este lema se están convocando las últimas concentraciones. La próxima es el martes 28 a las 9.30, en el Hospital Reina Sofía de Murcia. Ignoro quién acudirá. Ignoro si servirá para algo.

Me llamo María Francisca Sanz Valero y soy médico adjunto del servicio de Urgencias de Hospital Reina Sofía. Si has llegado hasta aquí leyendo: gracias.

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