Tenía 51 años y era profesor de la Facultad de Comunicación. La misa 'corpore insepulto' tendrá lugar este martes a las 10 horas en la Parroquia de la Santísima Trinidad de Crevillente
MURCIA. Una horrible noticia sobrecogió el corazón de toda la UCAM. El profesor Josep Manuel Martínez Polo, Jusep, como le conocían todos, fallecía el pasado domingo tras un infarto fulminante mientras hacía senderismo. Tenía 51 años, era esposo de Trini y padre de tres hijos. Su repentina pérdida deja rota a toda una facultad, la de Comunicación, que todavía sigue conmocionada. Un dolor muy hondo se sentía entre los miles de estudiantes que en algún momento habían pasado por sus clases. Los grupos de Whatsapp de antiguos alumnos, inactivos durante tiempo, se inundaban con mensajes de tristeza, desconsolados por el fallecimiento. No era para menos: si la valía de un profesor se mide por el cariño y el respeto que dejan en sus alumnos, Josep se había coronado con honores cum laude.
Apasionado de las nuevas tecnologías, se movía como un lince en el puzzle online y se afanaba en mostrar a todos sus pupilos que sí existe una salida en el azaroso mundo del periodismo. Una de las asignaturas que impartía era Autoempleo, destinada a encontrar luz más allá de los medios tradicionales. "Os reto a que me deis un argumento para ir al quiosco y comprar un periódico", planteaba, divertido, impulsando el debate en un aula de jóvenes entusiastas del periodismo. En tiempos donde los muros de pago todavía sonaban lejanos o eran sinónimos de fracasos, Josep estaba convencido de que la última esperanza de la prensa pasaba por internet. "Está todo por hacer", decía a menudo, uno de sus lemas más repetidos, parafraseando al emprendedor Pau Garcia-Milà, cuya historia le gustaba poner como ejemplo en clase.
Pero ante todo Josep sobresalía por su excelente trato humano: atento siempre, cuidaba al máximo los detalles con los alumnos; jamás descuidaba una pregunta, una duda, una inquietud. Lo hacía por e-mail, cuyas respuestas mimaba sin falta, pero especialmente respondía en el tú a tú con el estudiante, a quien escuchaba y aconsejaba mirando a los ojos, siempre sonriente, cuando la vida era sobre todo eso antes de la llegada de la maldita pandemia.
Algunas de sus palabras encontraron la fibra del alumno, llegaron donde nadie había buscado y dejaron lecciones de vida, posiblemente la labor más difícil para quienes se dedican al noble arte de la docencia. Así lo reconocían muchos de los estudiantes que, ante la triste noticia, le homenajearon en las redes sociales. "Ha fallecido uno de los mejores profesores que uno puede desear tener durante una carrera universitaria", tuiteaba Marta Caparrós, una de sus antiguas pupilas. "Alguien que te guíe, te dé herramientas y te haga reflexionar sobre ti, tus intereses y ambiciones. Hoy ya no está pero de él queda mucho en quienes fuimos sus alumnos".
"Para mí, era muchísimo más que un profesor. Y no es en absoluto una frase hecha", escribía Pedro M. Lozano, otro de sus discípulos. "Enseñanzas aparte, creyó en mí más que yo mismo y me ayudó cuando más lo necesité. En estos momentos se suele decir que siempre se van los mejores. Pero él sí lo era. Él era el mejor con mucha diferencia. Descansa en paz, jefe. Te lo mereces más que nadie". Las muestras de afecto en las redes fueron infinitas, otra muesca más del legado de Josep.
La sala de profesores de Comunicación también se estremece, desolada ante la desaparición de uno de los suyos. Josep era considerado "un hermano", como así admitía Jesús Martínez, profesor de Publicidad. "Te voy a echar todos los días de menos: tus anécdotas, tu consejo siempre sabio y tu mirada alegre a la vida", aseveraba en Twitter. Su teléfono se desbordó con mensajes de cariño. "A todos ellos, tenéis mi agradecimiento eterno. Con lo modesto que era se habría sorprendido de tantas notas y os habría respondido a cada uno con un texto personalizado".
Josep además compartía con uno de ellos, con José Manuel Noguera, profesor de Periodismo, una hermandad a prueba de bombas: su pasión por el equipo de su ciudad, el Elche, franjiverdes ambos en tierras murcianas y que recientemente saboreaban la gloria de un ascenso a Primera División. "Un día nos veremos y me contarás a qué venía tanta prisa, cabronazo; qué es eso tan importante que tenías que hacer ahí arriba y por qué nos dejas aquí abajo tan solos y tan perdidos. Tu familia y amigos te echaremos en falta. Te contaré cómo va el Elche CF", lamentaba Noguera. Para él, todas y cada una de las personas que lo conocieron le llorarán; no en vano, Josep "firmó una vida que ni la temporada de Pacheta [el flamante entrenador del ascenso]".
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, Josep desembarcó en el Campus de los Jerónimos hace más de una década, en 2007. Fue profesor de futuros periodistas, publicistas y comunicadores audiovisuales, además de graduados en Turismo. Una de las personas que mejor le conoció fue el otrora decano de Comunicación de la UCAM y hoy profesor de la UMU, Arturo Merayo. "A Josep le entusiasmaba enseñar, ilusionar a sus alumnos con su aprendizaje, abrirles horizontes y ofrecerles herramientas con las que enfrentar el futuro sin miedos. En poco tiempo me di cuenta de que teníamos entre nosotros a quien iba a ser un magnífico profesor, de esos que le hacen a uno sentirse orgulloso de tener compañeros así, de esos que realmente hacen universidad", recordaba Merayo en un texto.
Recientemente había defendido su tesis doctoral, dedicada, cómo no, a la reputación online como oportunidad para crecer y hacer negocio en la red. "Si consigues mil fans, podrás vivir de eso toda la vida", comentó una vez, bromista. Josep presentó la tesis en abril, abriendo las puertas telemáticas cuando todo el mundo vivía en el confinamiento. No podía ser de otra forma tratándose de un enamorado de las nuevas tecnologías. Ya lo recalcaba siempre en sus clases: "Nunca hay que tener miedo a ninguna tecnología: ella es tu aliada". Descanse en paz, Josep.