La covid-19 parecía confrontar todo eso para lo que el estudiante solicita el Erasmus. Una vez allí, ¿Se han cumplido estas expectativas? Hablamos con jóvenes murcianos distribuidos por toda Europa para conocer su situación.
MURCIA. La situación de crisis por la pandemia puso en entredicho la posibilidad de muchos estudiantes murcianos de vivir su Erasmus, un programa que promueve el intercambio de estudiantes entre universidades europeas. En él participan 2.199 instituciones académicas de grado superior en un total de 31 países.
En noviembre de 2019 multitud de solicitudes fueron presentadas y, tras un acto de adjudicación en enero, cuya criba se basa en la nota media, los universitarios celebran haber conseguido su destino preferente o, simplemente, la oportunidad que se les presenta, sea a donde sea.
Entonces apareció este virus que la mayoría de la población de a pie confiaba que fuera pasajero. Pasaba el tiempo y cada día era más evidente que la covid-19 limitaría nuestros proyectos mucho más de lo que pudiéramos haber imaginado.
Para el curso 2020/21, la plataforma erasmusu.com nos ha informado de que los estudiantes han seguido muy interesados en informarse sobre programas Erasmus, con una caída de solo el 19% a pesar de la pandemia, sin embargo, la caída de reservas, de forma mensualizada, fue del -61,09%. Esto nos dice que, aunque los universitarios se interesan, la realidad actual, llena de limitaciones, se impone.
Algunos decidieron reducir sus estancias y otros las mantuvieron intactas, aunque la intermitencia de los vuelos y la volubilidad de las medidas en cada país hicieron que la consecución final de esta beca europea no fuera absolutamente certera hasta pisar el nuevo hogar extranjero.
Esta estudiante está viviendo su año en Preston, una ciudad del condado de Lancashire, Inglaterra. Cuando llega en Septiembre hay pocas medidas, incluso pudieron ir a discotecas durante una semana, supuestamente por grupos de 6 y sentados en mesas, pero nadie lo cumplía. Los casos aumentaron y el gobierno británico interpuso medidas como cierre de bares a las nueve de la noche o la prohibición de consumir alcohol a no ser que ingirieses también comida.
ALGUNOS DECIDIERON REDUCIR SUS ESTANCIAS, AUNQUE LA INTERMITENCIA DE LOS VUELOS Y LA VOLUBILIDAD DE LAS MEDIDAS EN CADA PAÍS HICIERON QUE LA CONSECUCIÓN FINAL DE ESTA BECA EUROPEA VARIARA
En noviembre empezó el lockdown, apertura únicamente de comercios esenciales y solo se permitía salir a la calle durante una hora al día a pasear o hacer deporte con las personas con las que convives. Ahora las medidas se están relajando, puedes estar en la calle con una persona que no sea de tu casa, pero hasta el 12 de abril no abren comercios no esenciales ni restaurantes (solo abrirán los que tengan terraza grande). Evidentemente durante todo este tiempo ha habido cierre perimetral, pero las mascarillas nunca han sido obligatorias para espacios abiertos.
"Estamos en lockdown así que todo lo que hacemos es un incumplimiento. Básicamente nos juntamos en pisos para cenar, comer, ver una peli, hacer deporte, merendar o tomar unas cervezas, y claramente si, hemos hecho alguna que otra fiesta, todos bebiendo y fumando pero eso si, con las ventanas abiertas la mayoría del tiempo. También vamos a pasear o a comprar juntos que se considera un incumplimiento", nos cuenta.
"Yo no vivo con ningún español y si no fuera por las veces que nos juntamos tendría depresión entre el clima y el estar sin nadie". Detalla que en algunas ocasiones la fiesta "se va un poco de las manos", pero "actualmente aquí somos 10 españoles, los que más nos juntamos 5 y prácticamente solo tenemos contacto entre nosotros. La otra gente que venía a las fiestas tenía clases presenciales por lo que se hacían test casi todas las semanas. Además, ver desde aquí como otros Erasmus de otros países pueden viajar y nosotros no podemos ir ni a tomarnos una cerveza es desesperante. Considero que suficientemente bien lo estamos haciendo para el año que nos ha tocado vivir".
"El cumplimiento por parte de mis compañeros Erasmus es menos que la del resto de ciudadanos puesto que la policía al ser Erasmus no nos tiene casi en cuenta. En general, las autoridades no son exigentes con ningún ciudadano". Dos estudiantes, uno viviendo en Palermo, en la isla de Sicilia; y otro justo en la otra punta de Italia, al norte en Bérgamo, donde aparecieron los primeros casos del virus en Europa. Ambos testifican que las medidas son las mismas que en Murcia, pero la gente no les tiene tanto respeto.
"Yo llegué en febrero y me impactó mucho el comportamiento, no estaba de acuerdo. Venía de un sitio donde todas medidas del gobierno se cumplen a rajatabla y fue mucho contraste. Al final me he acostumbrado y, aunque me parezca mal, estoy aquí para vivir una experiencia. No supongo un riesgo para nadie ya que convivo con un grupo que hace exactamente las mismas actividades que yo. Intento mantenerme sana y disfrutar". Uno y otro coinciden en que, aunque haya medidas oficiales, la población no las cumple en absoluto y las fuerzas de seguridad levantan la mano.
En Bérgamo se encuentran en zona roja, lo que quiere decir que la gente no puede salir de casa excepto para servicios esenciales pero, mientras está hablando, el entrevistado notifica: "Ahora mismo me estoy cruzando con una señora y no lleva la mascarilla puesta". Informa de que este es problema principal y que ha llegado a replantearse "si las mascarillas sirven de algo" ya que Italia y España han alcanzado el mismo nivel de casos y, al menos en esta ciudad, "vas por la calle principal y un 10% de personas van sin mascarilla, un 80% la lleva mal puesta, con la nariz bajada, y ya el restante la lleva correctamente.
Entras a un comercio y la dependienta está con la mascarilla bajada o se la baja para hablarte". Extrañados ante esta situación, tratan de buscarle explicación: "Tenemos la teoría de que hubo tantos casos en su momento que la gente ahora mismo no tiene ningún cuidado porque piensan que ya lo han pasado".
Se ha notado mucho es descenso de estudiantes Erasmus: "Mi grupo de amigos somos los ocho españoles que hemos venido y solo nos relacionamos entre nosotros. El año pasado, en Bérgamo, eran 70 españoles". Al sur, en Palermo, el número de españoles ha descendido a la mitad con respecto al curso pasado.
Su destino es Kaunas, Lituania, donde ha estado todo cerrado desde noviembre hasta marzo, a la hostelería aún le falta bastante para poder reabrir. En cuanto a moverte por el país también ha estado muy restringido hasta hace 2 semanas. Aunque solo se les permite juntarse hasta dos núcleos familiares "solemos ser unos 20 en los planes del día a día. Nos juntamos en los pisos para comer, cenar y pasar la tarde, aunque llevando cuidado de no hacer mucho ruido para no llamar mucho la atención de los vecinos, y puedan llamar a la policía".
Su forma principal de diversión los fines de semana es alejarse del núcleo urbano para "disfrutar del factor fiesta que se asocia al Erasmus", cuando dicen alcanzar un número bastante superior de personas. "Para la gente que este en España y haya sufrido la covid-19 en su propia piel o en la de su familia puede parecer que nos reímos del virus cuando nos juntamos tantas personas sin ningún tipo de precaución, pero nuestra situación es totalmente distinta. No tenemos a nadie cerca que podamos contagiar, mas allá de nosotros mismos".
Aunque el país sufrió un repunte de casos en enero, las discotecas y demás lugares de ocio no echaron el cierre a tiempo y casi 50.000 casos estuvieron en activo, incluyendo la mitad del grupo de estos jóvenes. Respecto al trato del sistema de salud; "nos negaron la PCR, creemos que porque aquí son bastante xenófobos, así que calculamos 15 días de cuarentena y volvimos a nuestras vidas sin ningún tipo de verificación".
"Aquí la gente parece que le importa menos que en España, porque incluso la policía nos ha visto en un piso a más 5 personas y solo nos ha dicho que bajemos el volumen". Las medidas han ido cambiando; hasta mediados de octubre estaba todo abierto y se podía ir sin mascarilla por la calle, luego cerraron todo y han ido abriendo las tiendas de forma intermitente. Tampoco están permitidas las reuniones de más de cinco personas y restaurantes siguen cerrados desde octubre.
Oficialmente, no está permitida la apertura de los lugares de ocio, pero discotecas, restaurantes y escape rooms están abiertos ilegalmente. "En especial, no me explico lo de los restaurantes porque están a plena vista; únicamente hay que reservar y en la mayoría tienes que pagar en efectivo". Comenta que en cambio, las discotecas están en lugares más discretos y pueden llegar a cerrarse durante semanas si hay peligro de ser descubiertos, "pero se ven colas en la calle o mucha fluctuación de personas así que la policía tiene que saberlo".