MURCIA. España está afrontando el reto de la automatización de la producción. En consecuencia, el 52% de los puestos de trabajo actuales se encuentra el riesgo de automatizarse, parcial o totalmente, en la próxima década. A nivel global, uno de cada siete trabajadores puede perder su trabajo actual debido a este fenómeno, de acuerdo con el estudio "Flexibility at Work – Abrazando el cambio" realizado por Randstad.
Sin embargo, esta situación no tendría que conllevar un aumento del desempleo. De hecho, el carácter cambiante de los puestos de trabajo ha sido una característica habitual del progreso tecnológico. Así pues, la innovación conducirá a la clasificación del trabajo en tres tipos: el trabajo fronterizo, el trabajo de última milla y el trabajo de riqueza.
El trabajo fronterizo se refiere a los puestos de trabajo en los nuevos campos tecnológicos; el trabajo de riqueza, a los puestos de trabajo creados gracias al aumento de la productividad; y el trabajo de última milla, a los puestos de trabajo que aún no pueden automatizarse.
De esta forma, estaríamos creando un escenario que creará grandes oportunidades laborales, hasta tal punto que la OCDE estima que el 65% de los niños que actualmente asisten a la escuela infantil terminarán realizando un trabajo que aún no existe.
Además, muchos de estos trabajos emergentes estarán mejor pagados y serán menos repetitivos que los que sustituyen, pero los profesionales necesitarán un nuevo conjunto de competencias para realizarlos.
Más allá de las habilidades tecnológicas, se estima que en 2030, algunas de las competencias más demandadas serán competencias blandas, como el pensamiento crítico, la creatividad y la inteligencia emocional.
Una de las lecciones más importantes que nos deja la pandemia es la capacidad de adaptación y la flexibilidad, que tiene como principal referente al teletrabajo, una tendencia que no va a desaparecer tras la crisis.
Este escenario, además, puede resultar una tabla de salvación para el medio rural en aquellos países con grandes desequilibrios frente al mundo urbano, como es el caso de España. De hecho, si mejora la conectividad a Internet en estos lugares y el empleo depende cada vez menos de la ubicación física, podría incluso provocar el desplazamiento de las zonas urbanas a las rurales, o de las grandes ciudades a las más pequeñas.
Más allá del teletrabajo, el informe de Randstad Research señala cómo otras formas de trabajo tienden a consolidarse entre las empresas. De hecho, cada vez son más frecuentes los contratos temporales, a tiempo parcial y bajo demanda o el trabajo por agencia.
Asimismo, el informe hace hincapié en la importancia de fomentar un empleo de calidad y sostenible para garantizar el desarrollo social y económico. En este sentido, la movilidad en el mercado laboral es crucial para el éxito a largo plazo de todos los países, especialmente los que se enfrentan al doble reto del envejecimiento de la población y la escasez de competencias.
Por otro lado, y a medida que se producen cambios en la demografía por edades y en la distribución global del talento, un mercado laboral justo y sostenible depende cada vez más de la inclusión. De hecho, mejorar la diversidad en términos de edad, género y etnia es esencial para la resiliencia de las organizaciones, el crecimiento económico y la estabilidad social. En este sentido, la flexibilidad en el trabajo es un aspecto muy importante para lograrlo.