MURCIA. Todos nosotros tenemos nuestra propia experiencia. Hemos tenido profesores que han marcado nuestras vidas de una forma u otra, por acción u omisión.
Recordando la anécdota de Alfred Nobel, pensaba en la huella que pueda dejar un docente. Me permito resumirla.
"Si no ponemos en juego lo mejor de nosotros mismos, traicionamos nuestra profesión"
Alfred Nobel inventó y patentó la dinamita; lo que le hizo ganar una gran fortuna. Al morir su hermano, se publicó en el periódico su esquela por error y en su obituario él mismo pudo leer cómo le hubiera recordado la historia: "Inventor de la dinamita, armas de fuego, muerte y destrucción". Gracias a esa afortunada confusión, pudo rectificar y así empleó su fortuna en la creación de los premios que llevan su nombre, por lo que es sin duda recordado.
Qué huella queremos dejar como docentes, cómo queremos que nos recuerden nuestros alumnos, esos niños o adolescentes.
Seguro que la mayoría de "enseñantes" quiere que sus alumnos terminen sus cursos habiendo obtenido los mejores logros. Haciendo que su talento aflore, despierte, se consolide, logrando su mejor versión.
Leyendo los planes educativos parece que estos no buscan lo mismo. Pensemos, por ejemplo, en el plan de excursiones y celebraciones (día de la paz, de la mujer trabajadora, del medio ambiente, del Halloween, del libro, los carnavales, semana cultural, etc.). ¿Son una ayuda o, a veces, son una piedra tras otra en el camino para conseguir que el alumno aprenda lo básico y fundamental?
Afortunadamente, los docentes tenemos margen de maniobra para elegir y dirigir a nuestros alumnos hacia la meta del conocimiento esquivando los obstáculos de diverso tipo. Para eso es, a mi juicio, esencial que tengamos claro que se trata de enseñar y que defender nuestra profesionalidad y a nuestros alumnos pasa por reivindicar que, como cualquier otro profesional en su campo (desde el fontanero hasta el cirujano), nosotros sabemos qué hay que hacer.
Tenemos un tiempo limitado. Si en ese tiempo no ponemos en juego lo mejor de nosotros mismos, traicionamos nuestra profesión y defraudamos a nuestros alumnos, que tienen derecho a aprender en la escuela. No es honesto perder el tiempo ni hacer que los alumnos pierdan el tiempo que debiera emplearse en capacitarlos para ganar su vida en el futuro.
Los docentes sabemos que transmitir el amor al trabajo bien hecho es sembrar futuro.
Isabel Carpena es maestra de Primaria jubilada y miembro de Enseñanza de Vox