MURCIA. En los últimos años ha surgido una preocupación recurrente entre empleadores y analistas del mercado laboral: la supuesta falta de talento entre los jóvenes que se incorporan al mundo laboral. Este fenómeno, muchas veces exacerbado por titulares alarmistas, merece un análisis profundo y matizado.
Una visión superficial del problema. Es fácil culpar a los jóvenes por la falta de habilidades. Algunos empresarios señalan la carencia de competencias técnicas, la falta de compromiso y una aparente desmotivación como las principales barreras para la contratación. Sin embargo, este enfoque ignora factores estructurales que influyen en la formación y desarrollo de los jóvenes.
"la formación continua es una inversión clave"
El sistema educativo juega un papel crucial en la preparación de los futuros profesionales. En muchos países, los planes de estudio no se han adaptado a las necesidades del siglo XXI, permaneciendo anclados en métodos tradicionales que no fomentan el pensamiento crítico ni la innovación. Además, la brecha entre la educación teórica y la práctica laboral real es a menudo considerable, dejando a los graduados sin las habilidades prácticas necesarias para sobresalir en sus primeras experiencias laborales.
Las empresas también tienen una cuota de responsabilidad. Muchas organizaciones esperan que los jóvenes lleguen totalmente preparados, olvidando que la formación continua es una inversión clave. La falta de programas de mentoría y capacitación interna agrava la situación, ya que los nuevos empleados no reciben el apoyo necesario para desarrollar sus competencias y adaptarse al entorno laboral específico.
Un contexto socioeconómico desafiante. No se puede pasar por alto el contexto socioeconómico en el que los jóvenes crecen y se forman. La precariedad laboral, la falta de oportunidades y las crisis económicas recurrentes afectan tanto la motivación como la capacidad de los jóvenes para adquirir experiencia y habilidades valiosas. Además, la pandemia de covid-19 ha exacerbado estas dificultades, aumentando la incertidumbre y la competencia en el mercado laboral.
El talento existe, pero requiere oportunidades. Es fundamental reconocer que el talento no es un recurso innato, sino que se cultiva a través de la educación, la experiencia y el apoyo adecuado. Los jóvenes de hoy tienen acceso a una cantidad sin precedentes de información y herramientas tecnológicas. Muchos demuestran una gran capacidad de adaptación, creatividad y resiliencia. Lo que falta no es talento, sino las oportunidades y el entorno adecuado para que florezca.
En lugar de culpar a la juventud por la falta de talento, debemos adoptar una visión más holística y proactiva. Mejorar el sistema educativo, fomentar la colaboración entre instituciones educativas y empresas, y crear entornos laborales que apoyen el desarrollo continuo son pasos esenciales para enfrentar este desafío. Al final del día, la inversión en los jóvenes es una inversión en el futuro de nuestra sociedad y economía.
Soraya Martínez
Responsable del Departamento Mercantil del Grupo Carrillo