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junto a la de la torre

La encañizada el Ventorrillo recupera el arte de pesca tradicional en la zona norte del Mar Menor

CARTAGENA. Desde hace unos pocos meses las encañizadas del Mar Menor han salido de su letargo espacio temporal para volver a recuperar el brillo de épocas pasadas. Se trata de un sistema tradicional, del que existen algunas evidencias de su práctica entre los siglos XV y XVI, que forma parte de las costumbres que se integran en el tejido social pesquero que ha permitido la captura selectiva de especies que se movían desde el Mar Menor hacia el Mediterráneo en momentos concretos del año.

El enclave está constituido por una extensión de agua libre con una serie de escollos e isletas, que toma su nombre del tradicional sistema de pesca. Este arte, constituido por un sistema de cañas que intercepta el pescado y lo dirige a corrales donde los peces permanecen vivos, permite realizar una pesca selectiva y regular la oferta de mercado favoreciendo un mejor precio.

 

Hace más de un siglo se explotaban las encañizadas en las tres golas que tiene el Mar Menor: Marchamalo, Estacio y la Encañizada en la zona más al norte del Mar Menor. En la actualidad quedan vestigios de las situadas en el entorno de Marchamalo y el Estacio, permaneciendo en uso exclusivamente la encañizada de la Torre.

Se dejaron de explotar en la década de los setenta y hasta finales de los noventa no se volvieron a retomar. La primera encañizada que recuperó su arte de pesca en La Manga fue la encañizada de La Torre: se rehabilitó el edificio y se montó el arte de pesca en 1997. El Ventorrillo se quedó paralizada, hasta que el Gobierno Regional decidió ponerlo en marcha. A finales de 2016, tras ceder el Estado la ocupación de dominio público a la CARM y tras una serie de condiciones rigurosas y un expediente largo de tramitar, todo culminó en 2021 con la concesión de dominio público. A partir de ese momento, se inicia la recuperación de ese espacio. Es la empresa pública Tracsa la que está ejecutando de forma milimétrica "casi quirúrgica" el proyecto de recuperación, con el seguimiento ambiental, ya que las encañizadas están dentro del Parque Regional de las Salinas de San Pedro.

El abandono de la explotación de la misma desde mediados de los años ochenta es notorio en dichas instalaciones, habiendo sufrido desde entonces el deterioro lógico de la ausencia total de mantenimiento. Produciéndose en estos últimos 30 años, una colmatación de sedimentos en las golas que conectan el mar Menor y el mar Mediterráneo, lo que se ha traducido entre otros efecto negativos en una pérdida de lámina de agua (lo que afecta a la biodiversidad y a la riqueza pesquera), ausencia de intercambio de agua (afección a los recursos marinos vivos, entre ellos los pesqueros), como consecuencia que se trata de una zona donde predominan los fenómenos de sedimentación, impidiendo así unos flujos de agua mínimos entre ambos mares, condición básica e imprescindible para que la encañizada pueda recuperar su actividad tradicional de pesca artesanal.

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