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La encañizada el Ventorrillo recupera el arte de pesca tradicional en la zona norte del Mar Menor

27/02/2022 - 

CARTAGENA. Desde hace unos pocos meses las encañizadas del Mar Menor han salido de su letargo espacio temporal para volver a recuperar el brillo de épocas pasadas. Se trata de un sistema tradicional, del que existen algunas evidencias de su práctica entre los siglos XV y XVI, que forma parte de las costumbres que se integran en el tejido social pesquero que ha permitido la captura selectiva de especies que se movían desde el Mar Menor hacia el Mediterráneo en momentos concretos del año.

El enclave está constituido por una extensión de agua libre con una serie de escollos e isletas, que toma su nombre del tradicional sistema de pesca. Este arte, constituido por un sistema de cañas que intercepta el pescado y lo dirige a corrales donde los peces permanecen vivos, permite realizar una pesca selectiva y regular la oferta de mercado favoreciendo un mejor precio.

 

Hace más de un siglo se explotaban las encañizadas en las tres golas que tiene el Mar Menor: Marchamalo, Estacio y la Encañizada en la zona más al norte del Mar Menor. En la actualidad quedan vestigios de las situadas en el entorno de Marchamalo y el Estacio, permaneciendo en uso exclusivamente la encañizada de la Torre.

Se dejaron de explotar en la década de los setenta y hasta finales de los noventa no se volvieron a retomar. La primera encañizada que recuperó su arte de pesca en La Manga fue la encañizada de La Torre: se rehabilitó el edificio y se montó el arte de pesca en 1997. El Ventorrillo se quedó paralizada, hasta que el Gobierno Regional decidió ponerlo en marcha. A finales de 2016, tras ceder el Estado la ocupación de dominio público a la CARM y tras una serie de condiciones rigurosas y un expediente largo de tramitar, todo culminó en 2021 con la concesión de dominio público. A partir de ese momento, se inicia la recuperación de ese espacio. Es la empresa pública Tracsa la que está ejecutando de forma milimétrica "casi quirúrgica" el proyecto de recuperación, con el seguimiento ambiental, ya que las encañizadas están dentro del Parque Regional de las Salinas de San Pedro.

El abandono de la explotación de la misma desde mediados de los años ochenta es notorio en dichas instalaciones, habiendo sufrido desde entonces el deterioro lógico de la ausencia total de mantenimiento. Produciéndose en estos últimos 30 años, una colmatación de sedimentos en las golas que conectan el mar Menor y el mar Mediterráneo, lo que se ha traducido entre otros efecto negativos en una pérdida de lámina de agua (lo que afecta a la biodiversidad y a la riqueza pesquera), ausencia de intercambio de agua (afección a los recursos marinos vivos, entre ellos los pesqueros), como consecuencia que se trata de una zona donde predominan los fenómenos de sedimentación, impidiendo así unos flujos de agua mínimos entre ambos mares, condición básica e imprescindible para que la encañizada pueda recuperar su actividad tradicional de pesca artesanal.

El Ventorrillo es un islote rodeado de agua ubicado entre la laguna costera del Mar Menor y el Mar Mediterráneo, de difícil vigilancia por su difícil acceso, la cual está sometida a importantes riesgos de afección negativa por parte de la población, llevándose a cabo acciones no controladas, como visitantes en época de nidificación de aves, pesca ilegal, depósitos de basura etc...

La recuperación de la encañizada, que supone una inversión de más de 700.000 euros, tiene un plazo de ejecución de dos años, e incluye la reconstrucción de un embarcadero de madera -ya finalizado- que permitirá el acceso a los barcos pesqueros, así como la reconstrucción de la pedriza perimetral del islote que facilite la retención de la arena de la zona, la colocación de la paranza de cañas, que es el arte de pesca que se utiliza en las encañizadas, o la recuperación de los canales de paso de pescado hasta un calado máximo de 50 centímetros.

El proyecto incluye un conjunto de medidas a implementar durante su ejecución y la realización de mediciones que garanticen que no se produce impacto ambiental. De esta forma, se llevará a cabo una vigilancia ambiental y arqueológica, así como un inventario de flora y fauna para el conocimiento de las especies más significativas de la zona.

A ello se suma el diseño de una ruta fija de acceso a las tareas, estableciendo un solo trazado de entrada y salida por zonas desprovistas de vegetación y nidos de aves, y siempre fuera del ámbito terrestre del resto del Parque Regional. Del mismo modo se llevará a cabo un control de la recuperación del calado y disposición de barreras antiturbidez.

Junto a ello se dispone de un plan de medidas para especies (pinna nobilis, aphanius iberus, cymodocea nodosa o ruppia cirrhosa) y hábitats (caracterización de la columna de agua y sedimentos), a la vez que semanalmente se remitirá un informe con las analíticas diarias del agua durante la fase de ejecución que medirán temperatura, oxígeno, nitratos, nitritos, amonio, fosfatos, sólidos en suspensión, salinidad y pH.

La recuperación, paso a paso

Pero vamos por partes. Tal y como indicábamos unas líneas más arriba, el primer paso ya consolidado es el de la reconstrucción de un embarcadero. La encañizada el Ventorrillo disponía de un pantalán para proceder a las necesarias operaciones de embarque de la pesca capturada, así como, los lógicos movimientos de personal y útiles necesarios para explotación de las instalaciones. En la actualidad, apenas quedaba nada, unas pocas tablas muy deterioradas. Se ha procedido a su reconstrucción utilizando los mismos materiales y tipología. Así pues, el embarcadero tiene 2 metros de anchura, situado a la cota +0,50 y con una longitud de 45 metros.

También, se procederá a una recuperación de calado hasta una profundidad de 0,5 metros al lado S del embarcadero, para permitir el acceso a las embarcaciones de los pescadores.

Por su parte, en la recuperación de la encañizada se emplearán cañas naturales. Las paranzas se armarán, como es uso y costumbre. Las encañizadas tendrán una zona de aguas del Mar Menor que se extenderá a 700 metros de los límites que forman las orillas y embocaduras de sus canales o sea las golas, cerrando con igual radio por el frente, en dicha zona no se ejercerá la pesca, con lo cual se contribuirá a la protección del alevinaje, constituyendo una "reserva marina pesquera" dentro del propio mar Menor. Las encañizadas son artes de pesca pasivos y selectivos, constituidas por cañas (de donde recibe el nombre) y redes, que interceptan la salida de los peces del Mar Menor al mar Mediterráneo. Como su nombre indica, son sistemas de pesca cuyas partes esenciales están formadas por cañas, que combinadas con redes forman un laberinto donde son capturados los peces. Así pues, las encañizadas están constituidas por filas de cañas verticales clavadas en el fondo y afirmadas por estacas, las cuales están situadas en los canales que comunican el Mar Menor con el Mediterráneo. Las partes esenciales de la encañizada son: la travesía, las paranzas y los embustes.

La travesía está formada por una serie de cañas de unos dos metros de altura clavadas en el suelo y separadas unas de otros 15 milímetros de distancia entre sí, estas cañas atraviesan el canal de comunicación de orilla a orilla. Con el fin de darle resistencia en la travesía se colocan unas estacas que apuntalan las cañas, evitando así que el oleaje derribe las cañas. Las paranzas son cajas cuadradas, cuyas paredes están formadas por cañas, cuyas paredes están formadas por cañas de unos tres metros de altura entrelazas entre sí y reforzadas por gruesa estacas, algunas están dispuestas transversalmente. En cada paranza se concentran los peces que posteriormente serán extraídos. Los embustes son parecidos a las paranzas y al igual que estas, formadas por cañas ensambladas, pero se diferencia de las paranzas, porque no tienen forma cuadrada sino rectangular. Finalmente, tenemos los corrales, dos por encañizada, situados en los extremos de las travesías.

La recuperación de calado es fundamental para el funcionamiento tradicional del arte de pesca, ya que se necesita establecer un flujo mínimo de intercambio de aguas entre ambos mares, además de poder hacer operativa la navegación de las pequeñas embarcaciones de pesca que se necesitan para la instalación y manejo del arte de pesca. El calado a obtener se fija el mínimo necesario (50 cm), pues se considera que este es adecuado a las características de las pequeñas embarcaciones de pesca que han de operar y a su vez tan escaso como para que no tenga influencia en el régimen hidráulico de la gola.  

Para la recuperación de estos fondos, tanto en calado como en limpieza, se procederá a la eliminación de los sedimentos que han colmatado durante treinta años dicha zona. Dicha recuperación se efectuaría en las áreas necesarias, tanto de emplazamiento de travesías, paranzas y embustes; así como, en las principales vías de agua donde se establecen las corrientes imprescindibles para el correcto funcionamiento de la encañizada.

En cuanto a las pedrizas se plantea su reconstrucción con una sección idéntica a la que tenían, es decir de 0,75 cm de anchura y hasta la cota + 0,50; pues es la altura mínima que permitirá garantizar una supervivencia al islote frente a las sobreelevaciones del nivel del mar por temporales y cuestiones barométricas o de intercambio de aguas entre la laguna y el mar Mediterráneo. Se plantea la reconstrucción de todo el perímetro del islote.

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