En cierto modo, el populismo es la deriva de una utopía que todos perseguimos. Ya en la Roma antigua existía el 'factio popularium', el partido del pueblo, basado en asambleas populares que buscaban una mejor optimización de las tierras y factores de producción en beneficio de todos. ¡Y una vez más el manido mantra de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Este canto de sirenas es algo que, tristemente y en la actualidad, suena cada vez con tanta fuerza que nos parece cada día más real y más cercano, tanto es así que en caso de seguir aumentando su intensidad corremos el peligro de que nuestra nave -España- sucumba y acabe destrozada como le aconteció a la nave de Ulises a su regreso de Troya a Ítaca.
Tras el conato populista de independencia de Cataluña y su fallido golpe de “sedición y prevaricación” contra la democracia y la unidad de España, llamado “el procés”, y perpetrado por los “Comités de Defensa de la República” (CDR´s), a estas alturas de la vida y con el desgobierno que nos “gobierna”, uno ya no se asusta de nadie, ni se extraña de nada. Basta con recordar la más conocida cita del cartaginés Publio Terencio (159 a.C.): “Homo sum; humani nihil a me alienum puto” (Hombre soy; nada humano me es ajeno. Estas células autónomas, con mando centralizado de catalanoparlantes (autóctonos y charnegos) aspiran -mediante un referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional- a una Cataluña separatista, republicana y supremacista.
Si uno ya no se asusta por nada, ni de nadie , mucho menos lo voy a hacer ahora por las afirmaciones de la diputada Anna Erra Solà (maestra, política, diputada de JxCap y alcaldesa de Vic) funestamente famosa por exaltar la supremacia del catalán y que ha pedido en el Parlament de Catalunya -en relación a la campaña “No em canviïs de llengua” (No me cambies el idioma)- a los "catalanes autóctonos" que no hablen en castellano a gente que "por su acento o su aspecto físico" no parezca ni sea "catalana".
Ante esta declaración, tan supremacista que raya en la xenofobia y el racismo, tengo la sensación de que -haciendo una somera abstracción espacio-temporal- me siento, como si la famosa 'Máquina del tiempo', del escritor británico Herbert George Wells (Londres 1895), me hubiera transportado a la Alemania nazi del III Reich, cuando la nación por orden de A. Hitler fue dividida en dos categorías principales: el Volksgenossen (compañeros de la nación: los alemanes arios) y el Gemeinschaftsfremde (residentes no arios, aunque hubieran nacido allí, judíos, negros y gitanos) ; un programa de esterilizaciones forzadas y la organización “Lebensborm”(Fuente de Vida ) creada --por el “carnicero de Praga”, el sanguinario líder de las SS, Heinrich Himmler-- para promover solo y exclusivamente el nacimiento de gente de pura “raza aria” (de la palabra sánscrita y avéstica arya, que significa “noble” o “gentil”).
La diputada de JxCat conjuga con sobrada prepotencia el concepto de lenguaje (idioma) y el de aspecto físico (raza) a imagen y semejanza de las nefastas 'Leyes de Nuremberg' de Hitler. Es paradójico y casi inverosímil -que 85 años después, cambiando de fechas, de escenarios, de los motivos y de los protagonistas- la historia, a caballo del eterno retorno planteado por F. Nietzsche en su obra la 'Gaya Ciencia', se repita y casi coincida no solo en los acontecimientos, sino también en los sentimientos e ideologías de los protagonistas, aunque éstos difieran bastante en algunos aspectos.
Este irreductible y chocante binomio, que relaciona irregularmente aspectos segregacionistas (el aspecto físico de los charnegos) y lingüísticos (el idioma catalán), reaparece y no por obra y gracia del ya ex president Quim Torra, el charnego-extremeño de Don Benito (Badajoz) –cuyo origen es celosamente guardado e intencionadamente ocultado por los próceres cabecillas del procés, por aquello del “¡qué dirán las viejas cuando vean tus orejas!” (como le decía la mamá a Dumbo, el pequeño elefante volador)- sino como el monstruo de Goya producido por el 'sueño de la razón' de la alcaldesa de Vic al instar a acabar con la buena “costumbre” de hablar y dirigirse en castellano y no en catalán a “cualquier persona” que “por su aspecto físico o por su nombre no parezca catalana-catalana- catalana”. ¿Acaso esto no es una variante racista y supremacista de clasificar a las personas en Cataluña? ¿Va a tener Nietzsche razón con su teoría del “eterno retorno de la historia? ¿A las 'Leyes de Vic' de la señora Erra, le va a seguir también, como en la Alemania nazi, la división de todos los catalanes en categorías y subespecies según su aspecto físico, lugar de nacimiento, sus apellidos, el modo de hablar catalán y demás…?
Ana Erra, con su interpelación a la consellera de Cultura, Mariangels Villalonga, trata de imponer a la sociedad catalana una campaña (ya puesta en marcha por la Conselleria de Cultura), para reforzar la expansión y conocimiento del catalán y conseguir unos nuevos “ catalanes-catalanes”, hijos de catalanes-catalanes y nietos de catalanes-catalanes. Una afirmación que ha desatado las acusaciones de racista y supremacista desde las bancadas de C´s, del PP e incluso del PSC. ¿Se imaginan…?
Por desgracia, a los racistas y supremacistas catalanes y, en su momento a los nazis y miembros de las temidas SS, no se les puede identificar ni reconocer por sus características físico-étnicas. ¿Por qué...? Todas las razas, en franca referencia biogenética a los “seres humanos”, no existen y así lo manifiesta Michel Wieviorka (1946) -famoso sociólogo, escritor parisino y nieto de judíos polacos asesinados en Auschwitz-: “la idea de raza en sí misma es falsa: todos los hombres y todas las mujeres pertenecen a una sola especie, la especie humana o la del homo sapiens”.
Señora alcaldesa de Vic: ¡Absténgase de hacer estas desafortunadas afirmaciones… y por favor, deje de “clasificar y catalogar” a las personas por su apariencia y su lenguaje! Aunque no haya sido su clara intención (?), estas solo han servido para traernos a la memoria el olvidado recuerdo de unos nefastos y sanguinarios protagonistas de una parte --la más lóbrega y luctuosa de la historia de la humanidad-- que ya creíamos tenerla olvidada, borrada y perdida en la memoria colectiva de la noche de los tiempos.
Cada día este atípico y apocalíptico gobierno democrático y progresista (¿?) se va pareciendo más y más al peliculero camarote de los Hermanos Marx, con la gran diferencia que con ellos disfrutábamos sanamente y nos reíamos, mientras que este gobierno -más pronto que tarde-nos hará llorar. Y por si éramos pocos… ¡no, esta vez no parió la abuela sino que llega la muy catalanísima diputada Erra, y nos dice lo que nos dice: “¡No em canviïs de llengua!” ¡Y prau! Después de esto ¿qué nos queda…? Pues… ¡Toooots al camp!
Y una semana más, en memoria de los entrañables, inseparables e irrepetibles Tip y Coll, me permito la licencia de terminar este artículo de opinión con aquella frase que aun retumba en nuestros oídos y que nos hace esbozar una sencilla sonrisa: ¡Y la próxima semana, sí, que hablaremos del Gobierno!
Pedro Manuel Hernández es licenciado en medicina, en periodismo y ex senador autonómico del PP por Murcia