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entrevista

Julio Llamazares: "Escritor es aquel que seguiría escribiendo aunque no publicara"

27/06/2023 - 

MURCIA. Julio Llamazares escribe de manera intuitiva -cuenta él mismo-, pero ha conseguido esquivar durante más de 200 páginas la nostalgia, a pesar de contar la historia de un ex-periodista que vuelve a la ciudad en la que empezó a trabajar por el fallecimiento de su mentor. Entonces, descubrirá que, de manera secreta, escribió un libro que contaba la historia de su padre, escritor republicano represaliado, que tuvo que escribir bajo pseudónimo. Sobre estas capas, una historia de intriga que quiere transmitir una máxima: la necesidad de escribir a pesar todo lo demás. Llamazares habla de su novela Vagalume con Plaza.

- En Vagalume hay un homenaje al periodismo, un homenaje a la literatura, un homenaje a los mentores… ¿Cómo se pueden hacer tantos homenajes y a la vez intentar esquivar la nostalgia?
- Bueno, no sé si he conseguido esquivarlo. En realidad es un homenaje a la literatura y al periodismo, que son dos de las grandes pasiones de mi vida y a las que he dedicado casi toda mi actividad “profesional”. Entre comillas porque para mí no es una profesión escribir, sino una necesidad, aunque indirectamente haya terminado viviendo de la literatura y de cierto periodismo (no del de mesa, sino del literario, que no deja ser un poco privilegiado). 

En un momento de la vida todos nos preguntamos qué hemos hecho o qué estamos haciendo con ella. Sobre todo si te dedicas a algo tan poco común como escribir, tan extravagante para mucha gente… Eso hace que te lo preguntes con más motivo.

Y esta novela trata de responder a esas preguntas: ¿qué he hecho con mi vida? ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿por qué yo he dedicado mi vida a escribir, a contar historias, a contar mentiras (que es lo que son las novelas), en lugar de, como la mayoría de la gente, dedicarme a vivir la realidad? La respuesta no sé si está muy definida, pero hay muchas reflexiones en torno a la pregunta que pueden iluminar esa respuesta, pues hay gente como yo (no solo escritores, sino también lectores) que también necesitan soñar despiertos leyendo o viendo cine o haciendo otras cosas.

- Lo haces a través de una historia de intriga, uno de los géneros más populares y románticos de la literatura, que despierta una pasión que es un punto de encuentro de la experiencia lectora.
- Yo escribo sin mucha planificación. Soy, siguiendo la distinción que hizo Javier Marías de escritores con mapa y escritores con brújula, de los segundos. Voy en una dirección pero no planifico el camino; lo voy descubriendo a medida que camino literariamente. No sé en qué momento se me convirtió esta novela en una de suspense. Seguramente surgió porque la propia historia hacía que se convirtiera en una novela de suspense en tanto en cuanto empiezan a producirse hechos que despiertan la curiosidad del narrador primero, que soy yo, y del lector. 

- Una de las capas de tu relato es la inevitabilidad de la escritura. Hay un momento de la novela en el que dices que siempre hay una razón por la que escribir, pero parece que incluso cuando España está pasando por sus peores momentos, o cuando a una persona escribir solo le va a quitar horas de sueño y poco más, el escritor sigue teniendo esa pulsión inevitable.
- Sí, ese es el núcleo de la novela: por qué hay escritores como los de la novela, sin suerte, secretos, con pseudónimo porque no pueden escribir a la luz del día… El padre de la novela es uno de tantos que en la dictadura escribieron con pseudónimo porque eran republicanos represaliados, no podían ganarse la vida por sus profesiones y se la ganaron escribiendo novelas policiacas, del oeste, o rosas de kiosco.

Al final lo que queda es que el que necesita escribir, va a escribir; publique o no publique, le lean o no le lean, porque es una pulsión de su espíritu que está por encima de los resultados de su escritura. Se dice en la novela que escritor es el que seguiría escribiendo aunque no publicara. Hay muchísima gente que nunca sabremos que escribe y sabe que nunca va a poder publicar, y sin embargo, siguen y siguen escribiendo toda la vida. El escritor es aquel que escribe por necesidad, no por un motivo concreto ya más prosaico como ganar dinero o ser conocido o cualquier otra cosa.

- Te han preguntado mucho cuánto te identificas con el personaje principal. Yo quería hacer una pregunta diferente, aunque relacionada. Cuando reproduces fragmentos de la obra escrita que va descubriendo, ¿cómo es ponerse en la piel y en la pluma de otro escritor que no eres tú?
- La estructura de la novela también ha ido surgiendo así sin muchas planificaciones, una estructura casi laberíntica o en cascada. Es un escritor que investiga la vida de otro escritor, cuyo padre fue escritor secreto, y es un escritor que dejó muchas novelas sin publicarse que deja escondidas en un armario. Al fin y al cabo, son una serie de personajes que, cada uno en su pequeña parte, representan seguramente mi pensamiento y mi sentimiento. 

A veces se tiende a creer que el alter ego del escritor siempre es el protagonista (más en este caso, que es un escritor también), pero si yo tuviera que salvar un personaje de esta novela, sería Carracedo, el único que queda ya en el periódico de los años de juventud del narrador de la novela. Un escritor que nunca ha escrito una sola línea, pero cuyas palabras cada vez que abre la boca en los bares por la noche se podrían grabar en piedra. Eso para mí es un escritor también. Yo he conocido muchos escritores sin obra y mucha gente con una obra muy larga que no son escritores.

- De un tiempo a esta parte en el periodismo nos da mucho morbo preguntar cuánto de un escritor hay en ciertos personajes, sobre todo desde el boom de la autoficción. Leyendo tu novela me da la sensación de que la pregunta es un poco absurda porque es imposible que una novela no tenga algo del escritor. 
- Yo siempre digo que toda novela es autobiográfica porque refleja el alma del autor, no porque cuente historias de su vida (que puede contarlas o no). Mi primera novela, que habla de los huidos de la posguerra, época en la que yo no había nacido, es autobiográfica porque ahí están mis recuerdos y mis pensamientos de cuando era niño y escuchaba a los viejos de mi vida. Yo no he sido un viejo campesino que se queda solo en un pueblo en ruinas en el Pirineo, como en La lluvia amarilla, pero ese soy yo. En las novelas lo que tú haces es transmitir tus sentimientos y tus pensamientos a través de unos personajes, y desde ese mismo momento, ya son autobiográficas. 

Por eso también he repetido varias veces que no entiendo que los escritores escriban sus memorias. Sus memorias son su obra desde el punto de vista identitario y emocional. Otra cosa es que luego cuentes si hiciste la mili no-sé-dónde o si te casaste con tal edad. Eso son cosas superfluas. La verdadera biografía de un escritor es su obra, ahí están sus memorias.

- Cuando planteas que ese escritor ha ocultado esas novelas a su familia, es interesante pensar en que puede haber ocultamiento sin pretensión tampoco de mentir, sino simplemente de reservarte un rincón. 
- ¿Por qué todos tenemos una vida secreta que no compartimos con nadie? Automáticamente, cuando hablas de vida secreta, todo el mundo empieza a pensar en amantes, en cosas inconfesables o prohibidas, y la vida secreta no necesariamente tiene que ver con eso.

Es ese núcleo emocional que tú tienes dentro y que casi no compartes con nadie, pero no porque no quieras compartirlo, sino porque, a lo mejor, no encuentras la palabra para compartirlo, y esa materia es con la que trabajamos los escritores. Por eso la verdadera autobiografía de un escritor es su obra, porque está trabajando con su materia más íntima, con su vida secreta. La lectura de una novela puede tener una traducción psicoanalítica, si me apuras. Y ese reducto de la vida secreta lo tenemos todas las personas, y es lo más preciado que tenemos. Por eso lo guardamos con tanta intensidad, porque no queremos perderlo.

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