MURCIA. La confianza es uno de los pilares de una sociedad en la que se da el intercambio continuo de bienes, servicios y dinero entre personas que, a menudo, no se conocen entre sí y puede que no se vuelvan a ver. ¿Hasta qué punto podemos confiar en los demás si perdemos la cartera con dinero dentro? ¿Cuántas personas devolverían un billetero perdido con las señas de su propietario?
"se tiende a devolver el dinero de una cartera perdida cuando lleva más dinero que cuando no lo lleva"
Las preguntas anteriores se las plantearon investigadores suizos y norteamericanos, liderados por Alain Cohn de la Universidad de Michigan. Realizaron un experimento de campo para ver si los participantes devolvían una cartera perdida que contenía los datos para localizar al propietario y cantidades variables de dinero. La experiencia, publicada en 2019 en la revista Science, la repitieron en 355 ciudades de 40 países, con el extravío intencionado de unos 17.000 billeteros.
Algunos hallazgos eran esperables y otros fueron sorprendentes. Las noticias positivas son que, según el país, se tiende a devolver el dinero de una cartera perdida y que se devuelve más cuando lleva dinero que cuando no lo lleva. Lo llamativo es que, frente al incentivo económico guiado por el egoísmo y la ganancia inmediata, la devolución era más probable cuanto más dinero contuviera. La mayor parte de las personas mostraron un comportamiento altruista, unido en principio a una predisposición a confiar en los demás.
Para los autores de la investigación la tendencia a la honestidad depende, entre otros factores, de un deseo de mantener frente a uno mismo y frente a los demás una imagen de honradez. Esta limitación debida a la necesidad de verse uno como honrado y a la preocupación de cómo le ven a uno los demás, se da también en el engaño. En general, y como señala el profesor de la Universidad de Duke Dan Ariely, se miente para obtener beneficios pero dentro de unos límites que responden a en qué medida uno se siente cómodo y satisfecho consigo mismo. Así, decir una mentira es tolerable para uno si se corresponde con la imagen que posee de su nivel o grado de honestidad. Este nivel subjetivo de honestidad -esto es, en qué medida piensa uno que es honesto- está relacionado a su vez con las normas sociales del grupo de referencia o pertenencia de cada uno y con la correspondiente tolerancia hacia la mentira. En esa línea, cuando alguien del grupo, el líder por ejemplo, miente empuja a los demás a hacerlo.
El ser humano se vería impulsado por dos fuerzas opuestas. Por un lado, aprovecharse al máximo de una situación aunque sea mintiendo y, por otro, estar satisfecho con uno mismo, esto es verse y que los demás lo vean como una persona honesta, porque cumple la norma social de ser sincero. Esto empuja a no mentir o a hacerlo de forma moderada o tolerable. Se es malo en la medida en que no le moleste a uno serlo y en la medida en la que a los demás no les moleste demasiado.
Otro aspecto llamativo del trabajo de Cohn y sus colegas es que realizaron una encuesta preguntando a la población general sobre qué harían en las circunstancias descritas, el hallazgo de la cartera y su probable devolución dependiendo de la cantidad de dinero que contuviera. El resultado fue justo el opuesto al obtenido: los encuestados exageraron el interés egoísta y minimizaron el altruismo de sus conciudadanos. Cabe preguntarse qué repercusiones tiene pensar que quienes nos rodean tienden a ser egoístas, cuando el comportamiento real es el contrario. ¿Es útil ser fiable al mismo tiempo que se es desconfiado?