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EL GATO EN LA TALEGA / OPINIÓN

Haikus al Mar Menor

2/10/2024 - 

MURCIA. Mientras en la Asamblea Regional se vive la enésima intentona de aniquilar la reciente Ley 3/2020 de Recuperación y Protección del Mar Menor cuando aún no ha sido aplicada en su totalidad, en tanto se obvia la respuesta de la Fiscalía sobre el origen de los impactos. Mientras ya se han cansado de escuchar comparecencias, una vez escuchadas las propias y sin interés por las de otros, quizá hartos de sujetar el telón de acero que cubre razonamientos y procesos biológicos, o tal vez impotentes ante los límites que uno mismo se reconoce. Mientras estas cosas tan parciales y limitadas pasan en un desolador escenario de opuestos condenados a no entenderse, la poesía que mira hacia el pequeño azul se desliza sin prisa y sin pausa para traernos verdad.

"La lectura de 'Haikus al Mar Menor' es obligada y placentera, pausada"

Haikus al Mar Menor, editado por La Fea Burguesía y maravillosamente hecho realidad por sus dos autoras, María José Villarroya Durá y Aurora Gil Bohórquez, navega por nuestros sentimientos de identidad marmenorense. 42 haijines y 17 fotógrafos han participado en él. Afortunadamente, tuve la oportunidad de poder escribir su prólogo, siendo una de esas alegrías que recibes como una niña; con ilusión. Y con ese poderoso motor, las palabras salieron en un suspiro depositándose sobre la pantalla a golpe de tecla con sus pausas y su significado, fluyendo portadoras del mensaje.

El valioso trabajo de sus dos autoras queda reflejado en la parte académica relativa al valor literario de estos poemas fugaces, y también en la estructura del libro. Los haikus se agrupan en estaciones y, dentro de ellas, se reparten en torno a los nombres que recogen esa identidad del Mar Menor que, a su vez, aparecen en fotografías: mar, flores, tardes, ova, encañizada/ sombrillas, palmeras, puestas, muchachas/ veleros, molinos, fiesta, balneario/ aves, pescador, calma, tormenta, y un rapto. Si reflexionamos con lucidez, veremos que la unión de todos estos sustantivos solo puede darse en el pequeño mar.  

En el contexto actual en el que hay un exceso de palabras que hablan del Mar Menor, en su nombre o por él, los vocablos se han convertido en ruido. Y del ruido nace el hastío. Y este imposibilita la acción y despide a la esperanza. Te deja maniatada sin poder reflexionar. Pero nada de esto es casual, es precisamente a eso a lo que nos conducen quienes tienen responsabilidad en la destrucción de este ecosistema. A esas ovas que aparecen en los haikus como una llamada de atención a la realidad. 

Es muy triste que nuestro legado a los jóvenes pueda ser un Mar Menor productor de ova, rodeado de camiones llenos de ella, invirtiendo ingentes cantidades de dinero público en su retirada, pagando por paliar una consecuencia sin resolver su causa, arrebatando poco a poco su identidad mientras el ruido se mantiene en las instituciones. El conocimiento de la verdad, de los procesos biológicos que llevan al deterioro ecológico, y la coherencia con una misma, o uno mismo, nos deberían impulsar a legar recuerdos que eran realidades y a dar las herramientas necesarias para que estos jóvenes recojan el testigo de su protección más allá de un voluntariado recogedor de bioamasa que habla del Mar Menor en pretérito anterior. Las personas con infancias de Mar Menor, generaciones boomers, X, Y o, mucho menos, Z, leemos estos haikus igual que si retornásemos a tantos instantes imborrables. Si miramos al horizonte aún reconoceremos muchos de ellos recogidos en estos poemas, porque nos hemos criado con esa belleza. Nos refuerzan, nos reconfortan. Proteger un ecosistema es amarlo y conocerlo. Estas nuevas generaciones, como antes las de cada cual, poseen altas dosis de rebeldía, acción e ilusión. Quizá podamos matar dos pájaros de un tiro y llenar las adolescencias con Mar Menor y poesía.

"nos hemos criado con esa belleza; Proteger un ecosistema es amarlo y conocerlo"

Creo que este libro es una posibilidad para retornar a la filosofía a través de las emociones que nos produce un ecosistema singular. Efímero y eterno, mejor efímero en los sueños y eterno en la realidad. Su lectura puede ser un trabajo en las aulas, un debate participativo, un disfrute personal, un detonante a la acción tras ese darse cuenta de la reconexión con el ecosistema que habitamos. El libro azul que llegó a mí tras pasar por las aulas de mi IES, el Ruiz de Alda de San Javier, cuando la mano de María José Villarroya lo depositó en la de Francisco José Ruiz y él, en la de mi hijo. Me lo entregó en casa, cuando asomé por la puerta al llegar de mi trabajo, aún inmersa en preguntas sobre experimentos encadenados que se hicieron a un lado en cuanto lo vi. Azul. Dentro llevaba una nota manuscrita en tinta también azul con las palabras escritas con esmero y bellamente distribuidas. Palabras que tienen un contenido, una razón más allá de las que conforman el ruido informativo sobre el Mar Menor.

Estos poemas sencillos, esta nota, fueron el preludio de una presentación plural de autores y autoras llena de cabeza y corazón. En el hemiciclo de la Facultad de Letras de la UMU los haikus y las fotografías desbordaban de contenido y nos llevaban al Mar Menor biodiverso de otros tiempos, musicales, cristalinos, conscientes de su belleza singular. Absolutamente, la antítesis del ruido y su inutilidad.

La lectura de Haikus al Mar Menor es obligada y placentera, pausada. En muchos momentos he cerrado los ojos tras leer un poema fugaz depositado en este libro, y he vuelto a mí. Te ves a su través formando parte. Y al abrirlos, te das cuenta de que la nostalgia rápidamente es sustituida por la acción. Hay una belleza poderosa e insobornable en la guerra y en la paz del Mar Menor. Conductora de próximos encuentros. Inmune al ruido.


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