MURCIA. En el mes que se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente es buen momento de presentar al Grupo de Trabajo sobre Medio Ambiente y Cambio Climático que nace de la necesidad de dar voz, desde la salud mental, a una realidad global que requiere actuaciones urgentes, y que está teniendo efectos ya, en el presente, en la salud mental y física de la población, y por tanto, su evolución supondrá grandes desafíos a nivel psicológico y adaptativo.
El ser humano, como una ínfima parte de lo vivo en la Tierra (el 90% es vegetal), pero con un impacto abrumador por su “desarrollo” tecnológico, tiene la responsabilidad de actuar, haciendo uso de su inteligencia y capacidad de abstracción, en el cuidado y la conservación de la biodiversidad que nos protege y de la que también somos parte.
Poner al ser humano en el centro, ha supuesto, la absoluta subordinación del resto de reinos, vegetal y animal, ignorando el papel que ellos tienen en nuestra propia supervivencia y atentando sobre ellos de formas de dudosa ética.
Por ello, proponemos un trabajo psicológico del individuo que suponga de nuevo la reinclusión en su ecosistema, conociendo en qué consiste, y siendo capaz de convivir con él, pues ésta será la única opción posible. Facilitando su conservación y cuidado, y comprendiendo, las relaciones y procesos por los cuales éste, también se encarga de cuidarnos y permitirnos la vida.
Poner en el centro la vida, para que comprendamos que esa vida es quien nos permite la nuestra, es nuestro objetivo principal.
La brutal desconexión que ostenta hoy día la inmensa mayoría de las personas se hace insostenible para el medio natural, para el planeta, pero también para ellas mismas. La salud mental decae casi a la misma velocidad que las reservas hídricas del planeta, y sí, su vínculo es abrumador, pero inexistente a ojos del que no sabe ver.
Los beneficios que la biodiversidad nos aporta son innumerables, pero sólo podemos verlos si sabemos dónde y cómo mirar, y quizá, en este modelo actual de vida, en el que el humano se ha desconectado de todo lo vivo y conectado a lo muerto e inerte, el papel del trabajo psicológico para guiar esa reconexión es fundamental.
Lo que no se conoce no se ama. Divulgar sobre la Natura es requisito indispensable para pasar a la acción. Como colectivo, no sólo tenemos la obligación de dar a conocer las consecuencias del cambio climático en la salud mental (que son innumerables), sino también apoyar a la comunidad científica en la comunicación del mensaje, y confirmar que sí, que esto también afecta a la salud mental y a su vez la salud mental influye en cómo nos relacionamos con nuestro planeta. Sin ir más lejos: el consumo de lo innecesario (casi todo lo que tenemos y compramos) aumenta en las personas tristes y angustiadas. Todos los consumos crecen (comida, juegos, compras, tóxicos…). Cuando alguien empieza a coger las riendas de su vida, las que realmente quiere, necesita mucho menos, compra menos, y de forma natural, se aleja de las pantallas, y empieza a observar lo vivo, y cuando lo reconoce y se reconoce como parte de ello, lo cuida, y se cuida.
Nuestro colectivo, el de la salud mental tiene mucho trabajo a este respecto, comenzando por la simple y compleja labor del uno a uno, en consulta, trabajando desde lo singular (aniquilado en la era del borreguismo), lo que a cada uno le hace único (y feliz), y enraizándolo con lo que le rodea. Pero también divulgando, acercando a las personas a la tierra y presentándose como colectivo que apuesta por el cuidado de lo vivo, y el desapego de lo muerto.
Vanesa López es coordinadora del grupo de trabajo de psicología del medio natural y cambio climático del Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia