Las restricciones asimétricas por el Covid, los visados de trabajo establecidos tras el Brexit y los contratos de exclusividad que imponen los grandes festivales son las razones que esgrimen los promotores para augurar que no alcanzaremos la verdadera normalidad hasta otoño de 2022
MURCIA. Somos los “putos amos” de la vacunación y la incidencia del Covid nos sitúa por fin en riesgo bajo de contagio. Decaen las restricciones y la gente vuelve a bailar. Pero hay cosas que tardarán en volver. Preparémonos para un año con una apretada agenda de conciertos, pero menos internacional de lo que nos gustaría. Los grupos británicos, norteamericanos y australianos -es decir, los pesos pesados de la industria- no se dejarán caer por España con la frecuencia a la que estábamos acostumbrados. A cambio, sí disfrutaremos de bandas francesas, nórdicas, italianas… Muchos promotores nacionales coinciden en sus previsiones: la nueva normalidad no llegará probablemente hasta otoño de 2022.
Puede que esta sequía de dos años nos haya hecho olvidar que, justo antes de que estallara la pandemia, era muy común encontrarse en el dilema de elegir a qué conciertos asistir una semana. No nos daba el tiempo ni el dinero. Hagamos el ejercicio de buscar las citas subrayadas en el calendario de octubre de 2019, limitadas a una ciudad mediana como Valencia. En el mío aparecen en rojo Palace, Early Day Miners, Julie Dorion, Mark Lanegan, Dawes, Sebadoh, y de postre el Funtastic Carnival de Benidorm, con un cartel 90% internacional integrado sobre todo por formaciones australianas y norteamericanas. Esa es la vieja normalidad a la que nos referimos.
“Mi impresión, basada en la experiencia de estos últimos meses, es que hasta después de verano de 2022 no se normalizarán las giras de artistas internacionales en España. En verano habrá más movimiento por los festivales, pero lo de las salas pequeñas y medianas es diferente”, opina Víctor Fernández, de la agencia de booking y management madrileña I Wanna, que tiene más de veinte años de experiencia en el sector. “Nosotros teníamos varias cosas grandes planteadas para mayo, pero vamos a tener que aplazarlas. La mayoría de los grupos norteamericanos deciden no venir a Europa porque les inquieta que cada país tenga sus propias restricciones, que además cambian de repente. Además del coste añadido que supone, existe siempre el peligro de que te cancelen. Todo esto es un riesgo que muchos grupos no se pueden permitir”. Aquí, corrobora Victor, los únicos que se salvan de esto son los artistas grandes que mueven a miles de personas.
Las dificultades que encuentran todavía las bandas norteamericanas para girar por Europa son, salvando distancias, equiparables a las de sus compañeros australianos o neozelandeses. Sin embargo, el vacío más llamativo que vamos a encontrar en los próximos meses, y que afecta muy especialmente a España, es el de las bandas británicas. El Covid, el Brexit y las reguleras relaciones diplomáticas entre los dos países en materias como la circulación de trabajadores han creado una tormenta perfecta.
El pasado 4 de octubre, la revista musical británica NME publicó un amplio reportaje en el que trataba esta cuestión. Básicamente, el problema radica en que España es uno de los poquísimos países de la Unión Europea que no han alcanzado un acuerdo con Inglaterra tras el Brexit para permitir que sus artistas realicen tours en nuestro país libremente. En estos momentos, y a expensas de que la presión de los promotores y managers haga mella en los gobernantes de ambos países, la situación es la siguiente: si viene una banda de cinco músicos y dos técnicos, cada uno de ellos tiene que pagar un permiso de trabajo que ronda los 500 euros por persona (entre 300 y 400 libras esterlinas). “Aparte del dinero, está el problema del papeleo que han impuesto y que antes no había. No es fácil, y te obliga a pedir ayuda a un abogado”, comenta Víctor Fernández. “Todo esto no ocurre ni con Alemania, ni con Francia ni con Italia. Y tampoco se lo exige España a otros países”.
“Esta situación afecta sobre todo a los grupos pequeños y medianos, que tienen dos opciones, básicamente: o se arriesgan y vienen como turistas o renuncian a tocar en España. Si una banda con un caché pequeño tiene cuatro fechas y los permisos les cuestan 1.500 euros, que es más o menos lo que iban a ganar en total, lógicamente cancelan la gira”, agrega Fernández. “Desde la asociación de promotores españoles se está intentando hacer presión, pero es que ni siquiera es una cuestión que dependa del Ministerio de Cultura, sino también de Exteriores y Trabajo. Eso lo hace todo mucho más complicado”.
Adrián Martínez, que trabaja como promotor y tour manager con su agencia Movidas Ardilla y para el sello discográfico Sonido Muchacho, nos pone un ejemplo de los problemas sobrevenidos tras el Brexit. “Nosotros habíamos cerrado a Sleaford Mods para el Canela Party de Málaga antes de que se firmara la salida de Inglaterra de Europa. Después vino la pandemia y tuvimos que aplazar el festival. Para cuando volvimos a programarlo, el grupo nos dijo que teníamos que renegociar las condiciones, porque de repente tenían un gasto en visados de 2.000 euros con el que no se había contado”.
“Las bandas del resto de países europeos sí están empezando a moverse con bastante normalidad. Otra cosa son los norteamericanos”. Martínez también opina que van a tardar en llegar a España como lo hacían antes. “A ellos les limita mucho la incertidumbre de saber que cada país tiene una normativa diferente. Yo, personalmente, creo que hasta principios de 2022 no vamos a ver a muchos grupos internacionales en España. Me refiero a los pequeños y medianos, porque, de hecho, se van a dar circunstancias curiosas, como que en una misma semana toquen en un mismo recinto Metallica y Beyoncé”.
“Y luego hay casos muy particulares, como el de los grupos argentinos, que también lo tienen difícil para venir aquí porque no se reconoce aún la vacuna Sputnik. “Algunos vienen igualmente. Al final, en estas cosas entran en juego cuestiones diplomáticas entre embajadas. Tiene menos trabas para venir a España un grupo de México que uno de Colombia, por ponerte un ejemplo”.
José Luis Cuevas, de la agencia Born! Music, tiene su sede en Castellón pero su trabajo como promotor se centra sobre todo en la organización de giras de grupos internacionales por España y Europa. Es además el programador de los ciclos Sons y Encontres Musicals, así como de la muestra de cine y música CinemaScore de Castellón. Le llamamos y descubrimos que tanto su análisis como sus proyecciones de futuro son muy similares a las que aportan Adrián Martínez y Victor Fernández.
“La industria británica es de lejos la más potente de Europa; es el mayor emisor de artistas en gira, y nosotros somos un mercado muy importante para ellos también. El hecho de que en muchos países de nuestro entorno no se pida visado a los grupos ingleses, o se les den 30 días de margen para circular con libertad, y que, por el contrario, nosotros pidamos un visado carísimo, hace que todo esto sea un desastre. El problema no solo es el coste añadido, que a veces asume el promotor y a veces el artista, sino que además el papeleo es considerable y el proceso es muy lento. A principios de mayo tuvimos que cancelar el concierto de Errol Linton en el festival de blues de Serdanyola porque su visado llegó dos días después de la celebración del festival”. Como consecuencia de todo ello, nos cuenta este promotor, su agencia se está centrando actualmente en las giras nacionales de artistas como Laetitia Sadier (Francia) o Jay-Jay Johanson (Suecia).
Cuevas se moja, y señala otro factor que se suma a esta tormenta perfecta: “En este país tenemos un monstruo que es el Primavera Sound, que cierra contratos de exclusividad con los artistas que programa. Hasta que no toquen en el festival, no pueden girar por el circuito de salas del país. Si tenemos en cuenta que este año, debido a la cancelación de la edición anterior, el Primavera ocupará dos semanas y llevará a 400 artistas por lo menos, la mayoría de los cuales son internacionales… ¡imagínate!. En Born! Music, por ejemplo, hasta noviembre del año que viene no podemos programar a Low en ningún sitio. Esta es la razón por la que yo pienso que hasta otoño de 2022, cuando ya hayan pasado todos los festivales de verano, no tendremos una agenda de conciertos en salas normalizada”.
“Toda esta situación ha tenido un efecto positivo para las bandas españolas, que han tenido más oportunidades para moverse dentro de España, y eso les ha ayudado a crecer. Se nota mucho cómo ha subido la calidad de sus directos, porque han tocado más. Como ocurre en todos los oficios, cuanto más practicas, mejor lo haces. Ahora el siguiente paso es que puedan dar el salto fuera de España”.
Los testimonios de los profesionales del sector no dejan lugar a dudas: los principales damnificados por esta situación son los grupos y promotores pequeños y medianos; las salas de conciertos y centros sociales y, por último, el público. “Al final, un mercado con menos posibilidades es un mercado mermado e insuficiente -opina Cuevas-. Las giras de artistas internacionales son importantes para ponernos en contacto con otras culturas musicales, y ayuda a los artistas locales a enriquecerse y crecer”.
“Para las salas -comenta Pepito, de 16 Toneladas-, programar a bandas de fuera es muy importante. Para una como la nuestra, con un aforo de cerca de 300 personas, son conciertos que tienen bastante riesgo, pero cuando funcionan son las que más te ayudan económicamente”. “A nosotros nos están ofreciendo grupos internacionales, pero los norteamericanos están posponiendo sus conciertos hasta final de la temporada, entre mayo y junio. Yo creo que las salas vamos a tardar bastante en llegar a la verdadera normalidad”.
Finalizamos este reportaje con una pregunta: ¿Cuándo volverán los artistas españoles a girar con normalidad por el extranjero? “Nosotros estamos ya restableciendo las giras por México que tuvimos que aplazar por la pandemia -responde Adrián Martínez-. Cariño viaja allí la semana que viene; Sen Senra lo hará a finales de este año y Carolina Durante lo tiene pendiente también”. “Ahora tenemos a Hinds tocando en Estados Unidos, pero les ha costado la vida conseguir el visado de trabajo que piden a las bandas extranjeras, y que cuesta cerca de 1.000 euros por músico. Al final lo tuvimos que tramitar a través de su discográfica inglesa. Es decir, eso es algo que puede hacer Hinds que tiene ya cierto reconocimiento allí y van a hacer veinte fechas del tirón. Pero para un grupo más pequeño es impensable”.