MURCIA. El frenesí primaveral, unido a la campaña propia de las elecciones, hacen que proliferen eventos de todo tipo sin descanso, con presencias que a veces parecen ser incluso ubicuas. El miedo a la reiteración, la sobresaturación o la defenestración por burnout, se diluye frente a la necesidad de ser visto para quienes su sustento económico depende de su visibilidad. La cantidad arrasa cualquier vestigio de calidad, una vez que los gigantescos equipos de asesores varios y profesionales de la imagen, se dedican a revestir una y otra vez el vacío de presencias carente, la mayoría, de personalidad propia.
En esta época es habitual encontramos con barrabasadas sobre el ecosistema Mar Menor ante el binomio primavera-verano en aras a vender el paraíso. Errores legendarios como el movimiento artificial de arena en las playas, algunas de las cuales ni siquiera necesitan de su reposición, y el arrastre de Caulerpa prolifera en esas avanzadillas de maquinaria en la orilla son el pan nuestro de cada día. Para animar el panorama, y aún con moratoria urbanística y Ley específica de por medio, los magnates del ladrillo han despertado con la finalidad de intentar urbanizar los resquicios de ecosistema vivo que aún queden y la condescendencia de las administraciones competentes sometidas a las presiones electorales y parapetadas en vericuetos legales alcanzan la insensatez. Hoy, hay ejemplos sociales que responden a los atentados con fuerza, pero la voz atronadora del dinero suele ser el ariete para la parte ejecutora del destrozo ecosistémico.
En otro orden de cosas alejadas de la astenia primaveral y el despropósito, el pasado martes 28 de marzo se entregaron en el espacio Alviento de Cartagena los premios Fénix, con los que la cadena de televisión autonómica gestionada por el Grupo Secuoya distingue a entidades y personas que inciden en diversos sectores de importancia regional. Siete galardones repartidos en las categorías de Trayectoria personal y profesional, Cultura, Música, Deporte, Economía, Sociedad y Ciencia, que abarcan unos caminos llenos de retos y logros. Todos ellos merecidos y también muy ilusionantes. Allí compartimos espacio, organizadores, patrocinadores, autoridades, profesionales de los medios de comunicación, representantes del tejido empresarial, personas premiadas e invitadas.
La gala fue agradable y el espacio Alviento tiene un valor singular por su ubicación; posee y nos permite una mirada hacia el mar y a la ciudad que persiste desde hace 3000 años y conserva su belleza profunda. Asistí porque a Lyceum Ciencia, la asociación de mujeres científicas de la Región de Murcia le fue otorgado el premio en la categoría de Ciencia. Hacía poquitos días que habíamos recibido el reconocimiento de la Asamblea Regional en el acto institucional organizado con motivo del 8M. María Trinidad Herrero Ezquerro, presidenta de Lyceum Ciencia y alma de la asociación, recogió el galardón con unas palabras extraordinarias. En ellas reflejó con voz serena y mirada al frente, con esa seguridad de unir hechos y palabras con la propia experiencia y conocimiento, la dureza de la carrera investigadora y las desigualdades de género que aún persisten. Unas palabras profundamente sabias y llenas de reconocimiento hacia quienes nos antecedieron y a quienes hoy están y suman.
Mujeres que no necesariamente publican un artículo cada 48 horas como dice Manuel Ansede en El País sobre Rafael Luque, ya sea con ChatGTP o sin él (este asunto, otro artículo). Mujeres que no desean ser envidiadas, sino admiradas y respetadas en igualdad de oportunidades sin hacer malabares por la conciliación. Mujeres que luchamos por la justicia social y para evitar la deshumanización de las profesiones. Quizá referentes asequibles y coherentes, que son los que motivan el verdadero cambio.
La brisa de la primavera junto al mar, húmeda y salina, me acompaña mientras camino para recoger mi coche. Miro a los lados y encuentro a mi izquierda la muralla que guarda mi ciudad y a mi derecha la bocana de mi puerto, miro al frente y la Lonja me recuerda que en unos días saldrá el Jesús Nazareno en la madrugada mágica. En mi cabeza resuenan, quizá con los acordes de Arde Bogotá, también premiados, las palabras de Trini y el valor de su perseverancia: somos Ave Fénix, y no es posible dejar de serlo.