MURCIA. Sigue abierto el plazo de exposición pública del borrador del Plan Hidrológico de tercer ciclo de la Demarcación Hidrográfica del Segura para que cualquier colectivo o persona presente sus alegaciones. Restan dos meses para que finalice el plazo. Se trata de un documento de más de 300 páginas donde se recogen, además del contexto, las líneas de actuación para el periodo 2022-2027. La inversión prevista para todo el Plan asciende a 2.715 millones de euros, de los cuales, 1.475 millones corresponden a la Administración General del Estado.
Este documento es considerado como la herramienta “clave” para abordar la gestión del agua en línea con los objetivos de adaptación al cambio climático y los principios y estrategias del Pacto Verde europeo. La mayoría de las líneas de actuación que se proyectan para la Región de Murcia giran en torno a cuatro pilares: mejora de la situación del Mar Menor, gestión y mantenimiento del trasvase Tajo-Segura, plan de gestión ante riesgo de inundaciones y la gestión sostenible de la explotación de acuíferos.
El Mar Menor viene sufriendo desde hace años las consecuencias de unas actividades, como agricultura en los alrededores, desarrollo urbano, dragados de arena y minería, que están dejando a la laguna salada al límite de la supervivencia de la fauna y flora marina. Ya sociedad viene reclamando la actuación urgente y la adopción de medidas para que la degradación no vaya a más. A principios de octubre se convocó una gran manifestación en Murcia tras la aparición de miles de peces y crustáceos muertos en las orillas del Mar Menor. La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) teme que esos graves impactos negativos provoquen no alcanzar el buen estado en 2027.
Ante esta situación, una de las prioridades enmarcadas en este Plan 2022-2027 es frenar ese deterioro y contribuir a la recuperación de su dinámica litoral. Para ello, entre otras actuaciones, la CHS contempla un programa integrado de actuaciones para su recuperación. El fin es reducir la contaminación difusa en su origen, que alcanza el acuífero cuaternario del Campo de Cartagena y a través de él, la rambla del Albujón y el Mar Menor.
Como medida para afrontar esta situación, la CHS refleja en su Plan que adoptará un sistema que integre el control de la fertilización y la monitorización del contenido en nitrato y la humedad del suelo, con lo que se pretende la renovación del agua del acuífero y la disminución de su descarga subterránea hacia el Mar Menor. También hará uso de las herramientas legislativas, como la Ley de Aguas, la Ley de Costas y la Ley de Recuperación y Protección del Mar Menor.
No obstante, reclama que para la recuperación del Mar Menor es necesaria la cooperación entre las distintas administraciones con competencias para que las actuaciones se ejecuten de forma coordinada.
Dentro de ese Plan Hidrológico se recoge otro más específico, el Plan de Gestión de Riesgo de Inundación (PGRI). En este caso, la exposición pública para presentar alegaciones finalizó a finales de septiembre. Las medidas, como base estructural, se centran en la creación de sistemas de drenaje urbano sostenible, corredores verdes y espacios de almacenamiento controlado. También la adecuación de las ramblas supone una actuación prioritaria, como en Los Alcázares, la rambla de La Peraleja, la rambla La Maraña, El Albujón o Fuente Álamo.
Además de esas actuaciones, las conocidas como ramblas mineras también precisan una restauración tanto en plano hidrológico como forestal. Se centra en cuatro ramblas: la Carrasquilla, Matildes, Beal y Ponce y el objetivo es reducir el riesgo de inundación ya que la actividad minera ha generado grandes superficies de depósitos de materiales muy erosionables.
Tras la polémica por el anuncio del Ministerio de Transición Ecológica de aumentar los caudales ecológicos y reducir las aportaciones del trasvase Tajo-Segura, muchos colectivos y administraciones públicas se han opuesto a la medida. El año hidrológico, desde octubre de 2020 a septiembre de 2021, la aportación acumulada ha sido de 385 hm3, 31 menos que en el periodo anterior. En cuanto al trasvase Tajo Segura, los volúmenes autorizados en el pasado año hidrológico han sido de 314 hm3, habiéndose consumido 294,57 hm3 de los cuales 197,41 hm3 se corresponden al regadío, lo que se corresponde con la media del agua de trasvase consumida desde sus inicios. En materia de las desaladoras, los volúmenes producidos de aguas desaladas han sido de 155,7 hm3 en las plantas existentes.
La CHS señala que en sus zonas regables de interés nacional existe una fracción importante de demanda no atendida, lo que ha motivado cambios en la tipología de los cultivos en un intento de adaptación a un recurso con elevada variabilidad y falto de garantía. Con el fin de garantizar la sostenibilidad de estos regadíos, se ha establecido un volumen mínimo anual a estas zonas de riego aquellos que llegan de la desalinización de agua de mar de la demarcación.
El objetivo de la CHS es que la tarifa del agua no supere la capacidad de pago del agricultor y los regadíos existentes cumplan los criterios de garantía fijados en la Instrucción de Planificación Hidrológica (IPH). También se ha previsto en el programa de medidas del plan la realización de infraestructuras destinadas a posibilitar el suministro energético de estas desalinizadoras a partir de energía renovable fotovoltaica, como instrumento para reducir la huella de carbono y la tarifa que el usuario final de regadío ha de abonar por las aguas producidas en las mismas.
Otra de las cuestiones básicas que la CHS quiere remarcar es la explotación sostenible de masas de agua. La cuenca del segura tiene 114 masas de agua superficiales, actualmente en buen estado ecológico disponen de 54.
Por lo que a las masas de agua subterráneas se refiere las masas son 63, de las cuales en buen estado cuantitativo actualmente solo hay 25 y buen estado químico 40, siendo el global de ambos 20. En el horizonte del 2027 se espera alcanzar el buen estado cuantitativo en las 63, químico solo en 54 de ellas, no logrando alcanzar los objetivos en 9 de ellas en el tercer ciclo de planificación.
El uso intensivo de las aguas subterráneas ha provocado un importante descenso en los niveles piezométricos de aquellas masas que mayor volumen de extracción soportan, lo que ha afectado a la descarga en fuentes y manantiales, a las relaciones río-acuífero –invirtiendo el sentido del flujo en algunos casos–, a la intrusión de aguas salinas en los acuíferos costeros, a la movilización de aguas profundas con inadecuadas condiciones químicas, o a la desconexión con las aguas superficiales de ríos y zonas húmedas, con afección a ecosistemas. El problema además no ha experimentado mejoras importantes durante el primer y segundo ciclo de planificación, lo que evidencia la necesidad de adoptar medidas más concretas y efectivas.