Imágenes de la muestra con la leyenda de las mismas. Fotos: Quintina Valero
MURCIA. "Por qué me tapé los oídos/ frente al dolor de los otros. /Por qué no dije nada /cuando era posible/ Por qué las medusas/ inundan aguas tibias. Arde mi pelo/ Y mi voz no se oye/¿Por qué esta tierra seca?/¿Por qué bombas y misiles?/¿Por qué este mar de plásticos?/Por qué no haría yo/ Por qué cometería yo/ Por qué acaté las órdenes/Por qué maté la vida/ Y di poder a los necios". Así comienza uno de los poema que forma parte de la exposición Vida Después de Chernóbil, que la fotógrafa calasparreña Quintina Valero ha inaugurado en el Museo de la Villa de Calasparra. En esta muestra que se podrá visitar hasta el 11 de febrero-, las impactantes imágenes captadas por la cámara de la fotoreportera y artista se ven reforzadas por diez poemas creados por Adriana Hoyos y por la música compuesta por Julio Tomé para cada una de las fotografías.
Esta exposición, compuesta por una veintena de imágenes, es fruto de varios viajes que realizó Quintina Valero a Chernóbil entre 2015 y 2016, documentando el impacto de la radiación tanto en las poblaciones como en el medio ambiente. Sus imágenes dan visibilidad a las familias que todavía viven en la zona de exclusión de Chernóbil y aquellas desplazadas a la región de Narodichi, a 50 kilómetros de la central nuclear donde se sigue produciendo en tierras altamente contaminadas.
Recuerda la muestra que en abril 1986 la central de Chernóbil sufrió el mayor desastre nuclear de la historia. Casi cien mil personas se vieron afectadas, de las cuales 20.000 eran niños. Treinta y ocho años después del accidente la radiación continúa siendo el enemigo invisible para muchas familias ucranianas. El impacto que causó se refleja en los paisajes desolados y el declive de una de las regiones más fértiles de Ucrania que pudo ser captado en las imágenes que ofrece la exposición. Aunque se obligó a la evacuación en 1991, muchas familias siguen viviendo en la región.
"Ahora, sin embargo, muchos lloran cuando cuentan sus historias y las enfermedades de sus hijos", relata la fotógrafa calasparreña, quien añade que la pobreza no dejó otra alternativa a esta gente que volver a la agricultura y criar a sus hijos en esta zona aún contaminada. "Estas fotografías son un testimonio de las comunidades que viven con el legado venenoso de Chernóbil. La radiación sigue siendo su enemigo invisible", afirma Quintina Valero, calasparreña aunque nacida en Alemania y con estudios de Económicas en la Universidad de Murcia y de Fotoperiodismo en la University of the Arts London.
Quintina Valero tiene 15 años de experiencias llevando a cabo reportajes sobre temas comprometidos. Este que muestra en Calasparra,Vida Después de Chernóbil, es un proyecto único y multisensorial donde fotografía, música y poesía se unen para tener un mayor impacto en la experiencia artística y social, nutriéndose entre sí las diferentes disciplinas.
"Por qué no haría yo/ Por qué me coroné/ Indiferente y no sé/ Por qué mi vanidad/ Por qué no dije nada ante/ Los abatidos en la frontera/ Las fosas de los muertos/ Los ahogados en las playas/ Niños cruzando el mundo/ Niños con hambre/ Niños de la mano de nadie/ Niños muertos al nacer/Por qué esta tierra este mar/ Este suelo bíblico/De cenizas en la frente/ ¿Cómo explicar al hijo/ Este no mundo?", sigue el poema de Adriana Hoyos.