PRIMAVERA EN LA CÁMARA  / OPINIÓN

Europa llora, Sánchez ríe

18/12/2020 - 

MURCIA. Mientras Angela Merkel, desde la tribuna del Bundestag, inundaba los corazones de los alemanes con sus lágrimas y su rabia por no poder evitar que sus compatriotas mueran, Pedro Sánchez, en un nuevo alarde de prepotencia, se dirigía a la nación (o a la parte de la nación que le interesa) con sus características y arrogantes mofas hacia la oposición y sus apasionados e indiscretos arrumacos hacia sus decadentes e inmorales socios de investidura.

"La moderación y el consenso son aptitudes incompatibles con la estupidez reinante en esta España gris"

Nuestros vecinos norteños, los franceses, vieron en su presidente a un líder que no se achanta ni se esconde de la historia. Macron demostró, en un reciente y acertado discurso sin pudor en defensa de las familias y las generaciones venideras, que la valentía consiste en enfrentarse al miedo y saber vencerle; cosa que, en España, desde una Moncloa cada vez más opaca y falaz, se marchita con el paso de los pandémicos días.

Con pesar reconozco, aunque quiera negarme, que el español de hoy está cada vez más lejos de aquella figura de carácter noble, rudo y crítico, incapaz de callar ante la tiranía y lo pérfido; imagen que los grandes hombres de guerra a lo largo de la historia supieron reconocer para avisar a sus sucesores en los distintos pueblos que allí donde hubiera un español habría también un peligro que evitar.

Las recientes encuestas, como la de GAD3, nos enseñan que el pragmatismo es una virtud carente en muchos de nuestros ciudadanos, que perdonan la inexistencia de líderes que iluminen la penumbra en que nos mecemos. No cumplen con su mandato ni un gobierno que no gobierna ni una oposición que a todo se opone, pues el rol al que han sido llamados es a hacer mejor la vida de sus representados.

Se presenta una Navidad que culminará como merece en este tan maldito y sombrío año que nada nos ha enseñado, sino impuesto, pues ninguna enseñanza es tan cara como para pagar el precio que hemos pagado. En Moncloa no sabían que llegaría la Navidad, y ahora vemos un caos terminológico y legal para no saber si un amigo lo es o se limita a ser un allegado, un tipo más. Tampoco podría haber adivinado Presidencia del Gobierno que éstas serían fechas de unión entre quienes han estado tanto tiempo separados, desconociendo aún cuántos podremos sentarnos en una misma mesa.

¿Por qué no somos capaces los españoles de aupar a la cabeza de nuestro desgarrado cuerpo a un líder como los que vemos más allá de nuestras fronteras, tanto a derecha como izquierda? La moderación y el consenso son aptitudes incompatibles con la estupidez reinante en esta España gris. Cierto es que el sentido común es el menos común de los sentidos y, como diría Arthur Schopenhauer, de quien tampoco ahora podemos recoger un ápice de optimismo, no hay ningún viento favorable para aquel que no sabe a qué puerto se dirige.

Europa está sufriendo: sus doradas estrellas se apagan y dejan de iluminar el cielo azul que nos da cobijo. Mientras tanto, resurge en España el fantasma de los graduados que emigran, de los ancianos empobrecidos, de las familias sin techo, de los comerciantes arruinados y de los sueños rotos. Por cada llanto que provenga de un líder de esta Europa débil, habrá una carcajada sin escrúpulos ni compasión de un tirano inmoral llamado Pedro Sánchez.

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