TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Energías renovables en tiempos de pandemia: de la necesidad, virtud

26/03/2021 - 

MURCIA. 2021 marca la coincidencia de las necesidades del planeta desde un punto de vista ecológico (un cambio radical en las emisiones, ligado a objetivos para 2030, pero necesitado de impulsos inmediatos) y desde un punto de vista económico (necesitamos proyectos de gasto potentes, porque hay que arrancar de nuevo la economía, la actividad y el empleo). Añadamos a esa coincidencia, ya muy señalada, algunas reflexiones que creo oportunas.

Este planteamiento suele concluir demandando recursos públicos, máxime cuando está encima de la mesa el reparto de los fondos europeos y cuando todo el marco mental del New Green Deal parece ir en esa dirección. Pero el tamaño del reto es enorme, las capacidades fiscales son limitadas y no deja de ser una deuda más que trasladamos a las siguientes generaciones; por otro lado, la evolución del coste de muchas de las herramientas hace que el cambio necesite no tanto subvenciones como regulaciones.

"En plantas fotovoltaicas sobre cubierta tenemos la mejor de las oportunidades"

Hace tres lustros, el Gobierno de España decidió impulsar las energías renovables: la clave pasaba entonces por garantizar unos precios de venta superiores al precio de mercado, para hacerla rentable, y la cuestión era (y sigue siendo), quién paga ese diferencial; después el coste de las instalaciones bajó radicalmente (hasta una décima parte de aquellos precios), de forma que el obstáculo principal pasó a ser la red de distribución para instalaciones alejadas de la demanda, y la regulación para instalaciones sobre la misma demanda, en nuestros tejados. Ambos cuellos de botella se han reducido y además existe liquidez abundante y barata, de forma que la cuestión es qué toca hacer ahora. 

En instalaciones fotovoltaicas sobre cubierta, creo que tenemos la mejor de las oportunidades y que el freno es organizativo: si las empresas ofrecen una instalación, el cliente debe pagarla; hay empresas que la financian, pero con frecuencia uno no demanda electricidad justo en el momento en el que se produce y es preferible un sistema que ofrezca ingresos a las comunidades de vecinos, la empresa continúa con la propiedad (y el mantenimiento) de la instalación y ofrece la energía en el vecindario; el problema de este esquema para empresas pequeñas es la inmovilización del activo en cada tejado, pero con los tipos actuales debería ser una vía clara de expansión.

Otra cuestión es cómo romper los círculos viciosos típicos de estos cambios disruptivos. La propia fotovoltaica se enfrentaba hace décadas a un caso de libro: como no había industria desarrollada, las placas eran caras, como eran caras no se vendían y eso impedía desarrollar la industria. Las subvenciones rompieron esa dinámica y permitieron el nacimiento de una industria competitiva; cuando éstas se cortaron abruptamente, una parte de las empresas consiguió proyectos fuera (más en diseño e instalación que en fabricación de componentes, pero incluso ahí tenemos casos de éxito cerca). 

Con el vehículo eléctrico está pasando algo parecido; ya se nota el potente efecto de ese learning by doing en los costes y eficiencia de las baterías, pero es crucial impulsar el papel de la distribución de "última milla" (ciclomotores incluidos) y de otras flotas públicas y privadas que capitalizan mejor las ventajas del vehículo eléctrico.

Otro eje importante debería ser la reducción del consumo, en particular la eficiencia energética de nuestros edificios, reformas que son rentables en sí mismas (por el ahorro de energía y la revalorización de la vivienda) y cuyo principal reto es de gestión (en este caso, coordinación de propietarios).

Una estrategia ambiciosa y una financiación abundante deben complementarse, en resumen, de un análisis detallado acerca de los elementos críticos que frenan la transición y cómo transformarlos en palancas para un crecimiento sostenible.

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