MURCIA. Aunque demokratia significa "el poder del pueblo" en griego, de donde viene el término, sobrevivimos en estos tiempos que nos han tocado en una quasi-democracia que no pasaría ni los estándares de la posterior república de Roma. Curiosamente, en la antigua Grecia demokrática el voto se reservaba a los hombres (demos), siendo las mujeres en esto como los esclavos, sin derecho a voto, no como ahora, ¿o sí? El demos en las sociedades modernas se ha sustituido por el somos, la democracia lo es de unos pocos que hacen de la política un modus vivendi, el bipartidismo PP-PSOE en nuestro caso, que además diseñó el sistema actual con el objetivo, precisamente, de alternarse en el poder, y el poder económico que aúpa a los líderes políticos, o los descabalga del asiento, a base de la chequera para la campaña. Con póker de ases por defecto la partida en el tablero democrático es difícil perderla.
"las encuestas SE ESTÁN CONVIRTIENDO en la herramienta electoral más importante de la era moderna"
Para evitar lo que hoy ocurre, los griegos creyeron que la única forma para que el poder fuera realmente del pueblo era que el pueblo eligiera aleatoriamente a sus dirigentes, así que los primeros gobernantes democráticos fueron sorteados, sí, en Atenas, o elegidos por un aplaudímetro, sí, en Esparta. Aun así, ya desde sus comienzos la clase poderosa comenzó a temer las decisiones del pueblo, y los romanos introdujeron el voto secreto y limitado. Junto a la peligrosa democracia comenzaron también a evolucionar las campañas electorales, la pegada de carteles (grafitis entonces), las rivalidades, los asesinatos, hoy nada habituales salvo en Rusia y, como no, las encuestas. La demokracia se consolidaba y extendía, impulsada por la consigna "un hombre un voto" que logró colarse en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y con ella se refinaban las tretas y artimañas de su hackeo por la clase poderosa, como la limitación de voto, la alternancia o directamente el fraude. Pero la era moderna ha hecho evolucionar también las técnicas anti-hackeo, lo que está convirtiendo a las encuestas en la herramienta electoral más importante de la era moderna, junto a los medios de comunicación por las que hay que hacerlas llegar al máximo número de personas con derecho a voto posible. Prueba palpable de ello es que las encuestas están prohibidas muy cerca del día de la votación y se recurren a subterfugios más o menos ingeniosos para hacerlas públicas, bordeando la legalidad.
¿Y por qué son importantes las encuestas? Puesto que existe una tendencia natural, sesgo cognitivo o comportamiento inconsciente del ser humano a agruparse en torno a aquello que vaya a ganar, triunfar o llegar a buen puerto, o que sea percibido como tal, las encuestas podrían conseguir esa deseada influencia en los votantes. Para resumirlo en pocas palabras, si no puedes llevar tú el timón de adónde va el barco porque hay que votar al timonel, pues podrías colocar un palo sobre una fórcola para que el barco se oriente en la dirección que te interesa, en lugar de usar un timón. Esta técnica para mover barcas tan popular en Venecia, denominada polling, es la misma palabra que "encuesta" en inglés. Curioso también, ¿no?
"la fiabilidad de la extrapolación es la madre del cordero"
Si el rebaño ha de decidir, hagamos que decida lo que nosotros queramos, debieron pensar en la clase poderosa, y comenzó la era de la cocina en las encuestas modernas. A la recopilación directa de los datos de intención de voto se le añaden una serie de respuestas a otras variables que configuran un polinomio con pesos en cada variable que se usa para hacer cambiar el resultado directo. Voilá. Y como bien ha dicho el director del CEMOP hace poco, "con dos encuestas más no serán necesarias las elecciones". Las variables son muchas y muy variadas. Aparecen entonces conceptos como recuerdo de voto, traspaso de voto, afectividad, simpatía, valoración de líder, y un largo etcétera, que constituyen los metadatos, los ingredientes para la cocina. En realidad, la extrapolación es necesaria, pues el resultado directo es de un número muy reducido de personas, pero la fiabilidad de la extrapolación es la madre del cordero.
El primer signo de la encuesta podría tener la intención de embaucar es si la encuestadora hace públicos o no los metadatos. No hay que ser muy listo para saber que el CEMOP no lo hace. Publicar los metadatos permite no sólo evaluar la fiabilidad de la encuesta cada vez que hay resultados reales (elecciones), sino también evaluar la extrapolación realizada, algo así como la fórmula del chef, y por tanto el truco del almendruco. La encuesta se ha convertido así en ciencia y arte, un muestreo más extrapolación que tiene un origen matemático con un aporte nada despreciable de sal y otras especias más o menos artísticas que contienen la llave del éxito, o al menos una importante palanca para conseguirlo.
Y, ¿se ha analizado a las embaucadoras? Pues sí, pero no sorprende tampoco que casi todos los análisis provengan de fuentes sin apenas financiación, también denominados poll agreggators, y se publiquen en Internet y no en los medios de comunicación, como es el caso de Electomanía.es. Más abajo se muestra una imagen interesante de esta analizadora, que autoriza su publicación si se le menciona, la última actualización de la fiabilidad de las diferentes encuestadoras tras los últimos resultados electorales en España, los de Andalucía en 2022. Resulta curioso que Electomanía establece una variable de bastante peso en su análisis, la habitualidad de la serie histórica, que es la frecuencia con la que la encuestadora hace encuestas, y que se correla bastante bien con el resultado del poll check. Las que menos encuestas hacen, vamos que hacen pocas y por encargo, están a la cola de fiabilidad. Fíjense queridos lectores que el CEMOP ni aparece, lo que habla por sí sólo. El CIS no sale muy bien parado tampoco.
Así que cada vez que leamos una encuesta, deberíamos mentalmente reflexionar sobre la importancia que tiene no hacer variar la decisión temporal sobre nuestro voto desde el momento justo anterior a leerla hasta varios momentos posteriores a hacerlo, y resistirnos al timo. No nos rindamos, defendamos los valores que creamos más justos, más sensatos y mejor dispuestos a resolvernos los problemas sin que los poderosos nos lleven con el rebaño. Porque los poderosos tienen esas herramientas diabólicas llamadas encuestas, pero al final somos nosotros quienes depositamos el voto en la urna, y eso sí que les resulta más complicado hackearlo, al menos mientras no tengamos que ser acompañados por extraños al colegio electoral.
David A. Sánchez Hernández
Liberal Pragmático