MURCIA. El gran pintor y muralista murciano Antonio Hernández Carpe (Espinardo, 1921-Madrid, 1977) inundó la Región de Murcia y el resto de España con unas obras que 'modernizaban' el arte mural, abordando temas profanos y religiosos (estos últimos desdramatizados) desde una perspectiva contemporánea creada a partir de la tradición, con un especial protagonismo de la geometría y el color. De hecho, fue uno de los artistas que más obra dejó en la década de los 60 en los llamados 'pueblos de colonización', creados por todo el país durante el franquismo para luchar contra la despoblación. El fallecimiento prematuro e inesperado de Carpe a la edad de 56 años dejó una gran cantidad de su obra sin catalogar ni documentar, motivo por el cual se ha creado una fundación que trabaja para la preservación, actualización y, en su caso, recuperación y protección del patrimonio artístico que dejó el pintor de Espinardo.
La Fundación de Arte El Mural de Hernández Carpe, contituida en 2022 y presidida por Celina Hernández-Carpe, hija del artista, también tiene como objetivo la divulgación, promoción y difusión de toda la obra pictórica, gráfica, y arquitectónica de Carpe, tanto en el panorama internacional como en el nacional. Trabajo que llevan a cabo a través de encuentros, publicaciones, exposiciones o conferencias que permiten dar a conocer la obra de Carpe y profundizar sobre ella.
"No hay día en el que no recibamos alguna notificación sobre la obra de Carpe", señala Celina, quien destaca lo logrado recientemente en el Museo Arqueológico de Murcia, donde durante dos períodos temporales al año los dos grandes murales del pintor podrán ser contemplados libremente por los visitantes. Queda por retirar el tabique de pladur que se colocó durante las obras del edificio y que aún protege uno de los murales, para que se instale -como ya se hizo con el otro- un estor motorizado que facilite su contemplación en estos períodos.
Atrás queda un episodio doloroso como fue la desaparición de los murales de Carpe en la Biblioteca Nacional de España, que se destruyeron durante unas obras en 1990 (como desagravio la institución organizó una gran exposición sobre el pintor que recorrió el país). La Fundación quiere evitar el riesgo de nuevas e irreparables pérdidas en la multitud de obras repartidas por todo el territorio nacional, por lo que investiga, documenta y cataloga la obra del pintor. Para ello, es importante la colaboración pública y de particulares que puedan informar del destino de muchas de estas obras.
Queda, por lo tanto, mucho trabajo por hacer. Celina Hernández-Carpe informa, en este sentido, de que actualmente están en conversaciones para que se vuelvan a colorcar los dos grandes murales (de 45 metros cuadrados) del antiguo Hospital Provincial -hoy Reina Sofía-, que se trasladaron a un almacen durante la remodelación del centro hospitalario.
Carpe comenzó en 1935 sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia, aunque a finales de los años 30 ya era frecuente encontrarle realizando acuarelas durante sus excursiones como scout. En los años 40, tras el episodio trágico de la guerra civil, se trasladó a Madrid y realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y, sobre todo, conectó con el mundo intelectual de ese tiempo; escritores, arquitectos, pintores y escultores son sus amigos. En los años 50 marchó a la Academia Española en Roma con una beca oficial. A partir de ahí su figura se engrandeció con una portentosa actividad muralista por toda la geografía española, compatibilizando con una excepcional obra de caballete; se convierte así en uno de los artífices más importantes, en varias disciplinas, del arte español del siglo XX, tan contundente en la historia plástica.
Trató todos los géneros y usó de variadas técnicas, ideando nuevas y usando materiales inéditos cuando así lo requería la obra. Paisajes urbanos y de entre ellos sus personales vistas de ciudades italianas o imágenes con espíritu onírico del Mar Menor; bodegones de productos de su tierra: higos, membrillos, limones, pimientos, higos chumbos…; animales de su entorno inmediato, como cabras, palomas y perdices, y peces del Mar Menor, pero sobre todo expresivos gallos. Una exposición en el Mubam a finales de 2021 dio testimonio de ello.
Como muralista su labor fue inmensa por el número y la amplitud de sus dimensiones. Para ello, utilizó las más diversas técnicas, desde el fresco al azulejo pintado que decoraron vestíbulos, salones o escalinatas de edificios oficiales de nueva construcción.