LORCA. Un mundo onírico se ha instalado en el Palacio Guevara de Lorca, donde como por arte de magia ha florecido el 'Universo Muher', título de la exposición que la pareja de artistas formada por Manuel Herrera y Francisca Muñoz muestra hasta este domingo en el emblemático edificio barroco. Allí, en el patio fortificado, entre arcos y columnas, ha echado raíces el discurso creativo de los totaneros -en el que se aúna una personal paleta cromática y una filosofía relacionada con la naturaleza-, en un evento cultural que ha partido del Coro de Damas de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura, del Paso Blanco.
Es por ello que no es de extrañar que, en esta ocasión, el blanco cobre un especial protagonismo en el colorido universo de estos artistas, quienes además eligieron prendas de este color para la inauguración. Así, entre las 34 obras expuestas, de diversos formatos, ocupa un lugar destacado una escultura en resina de una rosa blanca tridimensional deconstruida en facetas. "Blanco sobre el blanco del papel ha sido la pauta que hemos seguido como punto de partida para el juego creativo de aportar colores de fondo para que el blanco resalte", señala Manuel Herrera, quien explica que, finalmente, la exposición se ha denominado 'Universo Muher' porque "al entrar en la sala te transporta a un mundo intimista, a otra realidad tras el velo de la rutina cotidiana que, al trasladarla a nuestro lenguaje, desaparece".
Recuerda Herrera que "el Paso Blanco tuvo la consideración especial de invitarnos antes de verano a presentar una colección de nuestra obra durante las fiestas de septiembre en Lorca, sin temática alguna. Con mucho gusto aceptamos el reto y nos pareció sugerente que las flores en el Paso estuvieran muy presente, tanto en la decoración como en el maravilloso Paño de las Flores". Los Muher han enlazado así esta muestra con su habitual fuente de inspiración y línea de trabajo, que "siempre ha sido la naturaleza, la biodiversidad y la reivindicación del medio ambiente".
La pareja de artistas señala que tras esta colección existe un discurso filosófico que une como hilo conductor todas las piezas, "basado en los bordados del manto y los arreglos que identifican una tradición y un linaje de generaciones, del que nos hemos inspirado con un gran respeto". No renuncian por ello a su pintura cargada de expresionismo y fovismo, que impacta y no deja impasible al espectador.
En esta ocasión, aquellos que conozcan los grandes murales de Muher se sorprenderán con piezas más pequeñas, poco habituales en sus exposiciones, de 60 x 40 centímetros en papel y otras de 60 x80. Con la novedad, apuntan, de que son mayormente serigrafías de ediciones cortas (10 unidades), lo que hace que "la obra sea más cercana en tamaño y más asequible".
Muher es un equipo multidisciplinar que nació en 1981, enmarcado en la generación artística de la movida madrileña. Sus estancias "en países de color e impresiones fuertes" han configurado su paleta de colores y su filosofía de vida, creando el sello personal de unos creadores que abordan tanto la arquitectura, el paisajismo y el diseño como la pintura y la escultura.
Entre sus últimas investigaciones cromática se encuentra la colección que presentron en el Palacio Almudí de biotopos, en los que recreaban murales inspirados en las orquídeas de Singapur. Un exponente reciente del uso del reciclaje, muy presente en su obra, es la escultura que han realizado recientemente para la sede logística de Primafrio, configurando conceptualmente el icono de la empresa con ruedas recicladas de los camiones. En mayo pasado, fueron los encargados de crear el restaurante de Casa Decor en Madrid y son los creadores del megaproyecto para levantar un colosal Museo del Tomate en la ciudad china de Taiyuán.