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El viaje al futuro del mercado de abastos de Santa Florentina

13/02/2021 - 

CARTAGENA. En un estudio elaborado por la revista Pasos (dedicada al turismo y al patrimonio cultural) hace unos años explicaban la evolución de los mercados de abastos y del cambio que están experimentando, producto de una crisis generalizada "que hace que la mayor parte de ellos agonice", y destacaba que un buen número de ellos había visto disminuir su clientela, o bien han cerrado, o bien están en proceso de reconversión y mejora, o bien se han reconvertido hacia otro tipo de establecimientos.

Añadía el mismo informe, elaborado por Montserrat Crespi y Marta Domínguez que el éxito y atractivo de los mercados de abastos en la actualidad y su potencialidad se debe a tres aspectos. La proximidad como factor económico y sociológico, la revitalización de la ciudad y el entorno de innovación, y el comercio de calidad. 

De mercado tradicional, ultramarinos, comercio de proximidad, a mercado de calidad, añadían las autoras. Una calidad de servicio y de producto a las que el consumidor vincula su satisfacción y más ligado a las demandas de la nueva clase turista y las nuevas clases medias que gentrifican el centro urbano.

Cartagena cuenta con dos mercados de abastos: Gisbert y Santa Florentina. El primero está en fase de reformulación de su utilidad, mientras que en el segundo, prácticamente con todos sus puestos ocupados, la instalación necesita reformarse en el fondo y en la forma. La nueva propuesta del mercado tradicional de Santa Florentina debe ser una realidad a medio plazo, porque la tendencia, el cliente, el potencial cliente y la demanda turística así lo están pidiendo.

Desde el Servicio de Comercio del Ayuntamiento se encuentra en fase de consulta pública previa a la modificación del Reglamento Municipal de Mercados de Abastos. La concejalía dirigida por el teniente alcalde Manuel Padín advierte que es necesario adaptar las instalaciones, pero también la actividad comercial a los nuevos tiempos y hábitos de consumo. Se debe tener en cuenta, por tanto, la demanda actual de los ciudadanos, que en nada se parece a la de hace cuarenta años -el tiempo que tienen el reglamento-. Por ello, se va a considerar la ampliación de la oferta de productos a la venta, la organización del conjunto de la actividad y la aplicación de las nuevas tecnologías en el quehacer diario.

El objetivo marcado por esta nueva norma es fomentar el aumento de las compras en los mercados municipales de Santa Florentina y Gisbert. Se pretende, de esta manera, que estas instalaciones se conviertan en un atractivo, no solo  para los cartageneros, sino también para el turismo que visita la ciudad, que en los últimos años ha ido aumentando de forma progresiva -especialmente el turismo de cruceros-. Todos ellos, tal y como dice esta consulta pública, buscan además del abastecimiento con productos de primera necesidad, disfrutar de momentos de ocio en estos edificios, pues a la vez que se pueden destinar a la realización propia de la actividad comercial, también se pueden utilizar para organizar actividades recreativas.

Diferentes mercados, usos alternativos, pérdida de su fin

El diario El País publicaba un reportaje años atrás denominado Mercados Turistificados en Madrid, en el que hablaba que la capital ha sufrido una profunda transformación en sus mercados de abasto desde los que han sido demolidos y reconstruidos bajo un nuevo concepto, como el de San Antón en Chueca, con una mezcla entre supermercado, pequeño comercio y restauración, al famoso Mercado de San Miguel, donde conviven la gourmetización y la turistificación. Se ha reconvertido en un gran 'gastrobar'. 

Eso sí, advierte el reportaje que la incesante llegada de la hostelería, está acompañando a un proceso más amplio de ciudad destinada al consumo de bienes y servicios relacionados con el turismo y la propuesta de 'tapa y caña', olvidando que los mercados vuelvan a cumplir la función estratégica y básica de servir de espacio para la distribución de cercanía, en circuito corto, de bienes esenciales para la vida cotidiana, además de configurarse como un espacio de socialización y convivencia.

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