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EL RINCÓN DE PENSAR... EN LA EMPRESA / OPINIÓN

El valor de la constancia

28/06/2021 - 

MURCIA. En artículos previos he presentado los tres aspectos que –a mi entender- definen una empresa, y ya desarrollé también el primero de ellos: el sistema.

Hoy me gustaría centrarme en el segundo de esos aspectos que considero esencial. Me refiero a la constancia.

La RAE como primera definición de constancia recoge: "Firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos".

En el día a día de la empresa (como en cualquier otra situación de la vida), siempre aparecen dificultades y contratiempos: objetivos de ventas que no se alcanzan, contratos que no se cierran porque se los lleva la competencia, productos en los que se ha invertido tiempo y dinero y que no dan el resultado esperado, etc.

La constancia es esa fuerza que supera el cansancio y el desánimo para continuar en el empeño. Provee la determinación y la seguridad para identificar el objetivo y conservar la firmeza.

Quizá alguno de los lectores pueda pensar que estas ideas son algo trasnochadas. Y debo reconocer que hoy en día hablar del valor de la constancia ni es habitual, ni parece políticamente correcto.

"LOS QUE RIGEN LA SOCIEDAD PARECEN EMPEÑADOS EN HACERNOS CREER QUE LAS COSAS SE LOGRAN SIN ESFUERZO"

Los que rigen la sociedad -y no sólo en nuestro país- parecen empeñados en hacernos creer más bien que las cosas se consiguen sin esfuerzo, que todo son derechos y no existe ninguna obligación. Analizar el por qué de ese empeño nos desviaría del tema y no es el objetivo de estas letras. Pero invito a pensar a quienes estén leyendo estas líneas en el interés que puede haber detrás de ese empeño. Porque -como sabe cualquier persona que haya adquirido un mínimo de madurez- todo lo que merezca la pena requiere de esfuerzo y constancia.

Por eso, hablar de la constancia es algo que considero atemporal y muy actual, además de necesario en el mundo de la empresa.

Si en el último artículo hacía referencia al mal que hizo en nuestro país en los años 80 y 90 la cultura del "pelotazo"; cuando ahora hablamos de la constancia pienso también en el daño que ha hecho y sigue haciendo la falsa percepción que tenemos de los nuevos jóvenes empresarios triunfadores.

La nueva "cultura" nos vende como paradigma del empresario a esos fundadores de algunas empresas (tecnológicas por ejemplo) que de la noche a la mañana se convierten en multimillonarios. Está de moda hablar de emprendimiento, y nos hacen comprar esta "mercancía" como modelo.

Es una "publicidad engañosa". Nos venden la "burra" de que todo consiste en tener una idea brillante, y lo demás viene rodado.

Pero además de que las ideas brillantes lo son precisamente por poco frecuentes, creo que viene como anillo al dedo la famosa afirmación de uno de los genios del siglo XX. Alguien que precisamente si por algo se caracterizó fue por la novedad y la creatividad de sus ideas. Me refiero a Picasso, que decía: "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando".

Si hemos tenido contacto con cualquier auténtico emprendedor lo habremos podido comprobar, viendo su ritmo de trabajo y su constancia en el esfuerzo.

Rafa Nadal. Foto: AFP7 / EUROPA PRESS

Traigo otro ejemplo que a todos nos resulta familiar. Con frecuencia nos empeñamos en ver al Nadal que levanta trofeos de Grand Slam, olvidándonos con el mismo empeño en ver la otra cara de la moneda: las miles de horas de entrenamiento monótono y sacrificado por mejorar un determinado golpe, o simplemente por mantener la forma física.

Hace unos días leía una entrevista a Tomás Fuertes, empresario referente en nuestra Región. Le preguntaba el periodista: "Muchos comparten sus valores pero fracasan, ¿dónde está la clave?". Y la respuesta: "Porque siete veces caído, ocho levantado. Hay personas que a la segunda o tercera vez tiran la toalla… Me he encontrado a muchas personas que han triunfado en la vida con muchas más limitaciones que otras que no lo han hecho, pero han sido más perseverantes, han creído en sí mismas".

Y termino volviendo al principio. Hablaba del sistema como primer aspecto característico de una empresa. Pero el sistema en sí no hace a la empresa. La empresa la hace la constancia de sus trabajadores en el cumplimiento de esos procesos.

No hay nada más desolador en la empresa que un sistema que no se sigue, que no nos hace cambiar porque no nos esforzamos en seguirlo.

Ésta es desde luego mi experiencia: he tenido la desgracia de ver cómo inversiones de miles de euros (en sistemas informáticos, de Calidad, etc.) se quedaban en nada porque no pasaban de ser un papel escrito o un software que no se aplicaba con constancia.

Pero también la suerte de ver como la constancia en un sistema hacía "despegar" a la empresa.

Javier Giner Almendral 

Economista

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