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EL RINCÓN DE PENSAR... EN LA EMPRESA / OPINIÓN

El seguimiento, complemento de la constancia

6/12/2021 - 

MURCIA. Hace varios meses que por diversas circunstancias no escribo. Y al volverme a sentar frente a la página en blanco de Word recordaba la frase que se atribuye a Fray Luis de León, aunque resulta dudoso que la pronunciara.

El caso es que, siendo profesor de la Universidad de Salamanca, tuvo lo que hoy podríamos denominar una "trifulca teológica" que le supuso nada más y nada menos que –y de esto sí hay constancia- un encarcelamiento de cuatro años.

"Cualquier organización que quiera mejorar cada día necesita repensarse continuamente"

Al quedar libre se reintegró a la Universidad. Y fue entonces cuando –el primer día de clase- pronunció esas palabras: "Dicebamus hesterna die" (Decíamos ayer…). Palabras que han pasado a la historia como la reafirmación de una mente libre y podríamos –con un término hoy muy de moda- resiliente.

Obviando también este paréntesis temporal, con ese artículo, termino la serie que dedicaba a lo que en mi opinión diferencia una empresa de un simple "negocio".

En aquellos artículos ya reflexioné sobre los dos primeros aspectos que a mi parecer caracterizan a la empresa: el sistema y la constancia.

Y hoy pretendo hacerlo sobre el tercero: el seguimiento.

Ya decía que cualquier empresa digna de este nombre debería contar con un sistema de trabajo: ese conjunto de procedimientos que definan las formas de hacer las cosas y permitan la utilización óptima de los recursos, para ejecutar dentro de los plazos y con la máxima calidad las distintas funciones y responsabilidades.

Pero no hay peor sistema que aquel que, desde su misma definición, abandonamos y queda "archivado" en una carpeta. He podido ver empresas que después de gastar miles de euros no eran capaces de implantar ese sistema, y afrontar el cambio que las habría llevado a dar un salto cualitativo y cuantitativo.

Decía también que el sistema en sí mismo no hace a la empresa. La empresa la hace la constancia de sus trabajadores en el cumplimiento de esos procesos.

Pero nos falta una tercera "pata" que –como en cualquier mesa o taburete- hace que la empresa se estabilice y pueda por tanto avanzar armónicamente. Me estoy refiriendo al seguimiento.

Cualquier organización que quiera ya no sólo subsistir, sino mejorar cada día, necesita repensarse continuamente. Y a esto apunta el seguimiento.

Pero ¿seguimiento de qué? Del propio sistema.

"el dicho 'el que la sigue la consigue' ha hecho y hace mucho daño en el comportamiento personal"

No basta "empecinarnos" en la constancia. Cabe el riesgo de convertirnos en esclavos de un sistema que nunca podrá ser perfecto. Necesitamos analizar continuamente si ese empeño por seguir el sistema definido, nos lleva a alcanzar los objetivos que nos proponemos. Porque siempre es necesario "pulir" el propio sistema, que en algunas ocasiones significará ligeros cambios, y en otras modificaciones más profundas.

Esto último suele suceder cuando nos decidimos por primera vez a establecer ese sistema de trabajo en la empresa porque, aunque nos ayude el mejor de los consultores, en la práctica resulta imposible definir el sistema "desde una mesa". Y muy difícil también coordinar a los implicados (me estoy refiriendo a TODOS los trabajadores) para que quede bien definido un sistema al primer intento.

Todos hemos oído desde pequeños aquel dicho de que "el que la sigue la consigue". Con cierta frecuencia los medios de comunicación nos ponen ejemplos de personas que, aun con limitaciones importantes, consiguen verdaderas proezas. Hazañas que no logramos otros que no tenemos esas limitaciones.

Pero también ese "el que la sigue la consigue" me parece que ha hecho y hace mucho daño en el comportamiento personal, en el comportamiento social y también a nivel de la empresa.

Esas palabras reflejan una hipervaloración de la voluntad, que no es positiva. Valorar la constancia nunca debe convertirse en un absoluto. Sin entrar en filosofía, basta simplemente pensar que como hombres no somos perfectos, o sea absolutos.

Todos conocemos personas cercanas que no han podido con una determinada oposición, con un trabajo demasiado estresante para ellos, con una relación, etc., y que solo han triunfado cuando desde su inteligencia (esa otra facultad inmaterial del alma humana) han visto claro que ese no era el camino adecuado, y han decidido cambiarlo.

Napoleón, verdadero experto en estrategias y en acumular victorias en el campo de batalla decía que "una retirada a tiempo es una victoria".

Por eso es tan necesario en una empresa el seguimiento. Es lo que nos permitirá cambiar lo que haya que cambiar, adaptar los objetivos, o incluso redefinir una estrategia en la que estamos empeñados, pero que –sólo cuando hacemos ese seguimiento-podemos descubrir que es errónea y rectificar.

Javier Giner Almendral 

Economista

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