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El problema no es la escasez de agua, sino su deficiente gestión

19/02/2022 - 

MURCIA. El binomio agua-energía es fundamental para el desarrollo de la agricultura y la producción de alimentos. El acceso al agua y la energía así como su coste es determinante para que una explotación agropecuaria permita subsistir dignamente a quienes la trabajan.

La agricultura inteligente que se realiza en el Levante se caracteriza por reducir el consumo de agua incrementado la productividad. El modelo de agricultura de Murcia esta basado en la innovación y la sostenibilidad, en la depuración y reutilización del agua y en la eficiencia y calidad de la producción de frutas y hortalizas.

"Hay agua suficiente no sólo para necesidades, sino también para poder ampliar la superficie regable"

Los ambientalistas más radicales proponen que la gestión sostenible del agua pase por reducir el regadío y la expansión residencial. Lamentablemente, algunos responsables públicos acogen esta propuesta como axioma para cumplir sus objetivos políticos.

El problema de nuestro país no es la escasez de agua, sino la deficiente gestión de la misma. Hay agua suficiente no sólo para las necesidades actuales, sino también para poder ampliar la superficie regable.

No hay más que ver cómo un mes se sufren inundaciones, con importantes pérdidas económicas y a veces humanas, y al siguiente la escasez de agua por ausencia de lluvias pone en peligro nuestros ecosistemas y la producción de alimentos.

La ausencia de infraestructuras hidráulicas que permitan aprovechar y almacenar eficientemente el agua provoca que, año tras año, una cantidad ingente de agua vaya al mar sin que pueda aprovecharse. Este es el verdadero problema que se quiere camuflar bajo una cierta cubierta medioambientalista.

La Región de Murcia es un referente en el uso sostenible del agua y ha sabido gestionar la ausencia de agua convirtiendo el secano en grandes mantos verdes que generan empleo y progreso. Sin embargo, en nombre de la sostenibilidad y la defensa del Mar Menor, se pretende reconvertir el regadío del Campo de Cartagena en secano sin tener en cuenta las dramáticas consecuencias ambientales que supone: avance de la desertificación, pérdidas de puestos de trabajo, despoblación y depreciación del precio de los suelos.

Las movilizaciones de agricultores y ganaderos de estos últimos días contra la escasez de agua, el continuo incremento de los costes de producción y las cada vez mayores dificultades para realizar su actividad han puesto de manifiesto la necesidad de contar con nuevas políticas que garanticen una renta digna y el acceso al agua y la energía de forma estable y a precios adecuados.

Se necesitan políticas disruptivas que no se resignen ante la imposición de una interpretación doctrinal y sectaria de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que propongan alcanzar un verdadero equilibrio entre las necesidades de bienestar de la población y el consumo de los recursos naturales.

Se trata de proponer una nueva política del agua que permita almacenarla y redistribuirla para combatir los desequilibrios entre cuencas, que incremente la superficie de regadío para generar empleo y producir alimentos, que ayude a combatir la desertificación y contribuya a mitigar el cambio climático.

Ayudar a la agricultura, defenderla de la competencia desleal de terceros países, disminuir los costes de producción, garantizar el agua y asegurar unos precios que permitan una renta digna, supone contribuir a combatir la pobreza y el hambre en el mundo y mantener nuestro planeta para las futuras generaciones. Si se quiere y hay voluntad, se puede.

Miguel Ángel Cámara Botía

Catedrático de Química Agrícola

Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica

Universidad de Murcia

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