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el pasico del aparecido / OPINIÓN

El precio de la luz

25/09/2021 - 

CARTAGENA. Ha solicitado una paseante lorquina al Aparecido que exponga su opinión sobre el precio de la luz. Aun siendo un asunto complejo, ha aceptado el reto. Lo primero será decir que una cosa es el precio de la luz y otra distinta la subida, o en general las variaciones del precio de la luz. Por tres motivos, luz era cara en nuestra nación ya antes de subir: la alta fiscalidad que soporta, el coste de transición a una economía verde y la dependencia energética de España. El primer factor no necesita mucho comentario: a muchos gobernantes les gustan los impuestos. Su sintagma favorito es "público y gratuito", pero ningún servicio estatal es gratuito, sino que suelen costar un montón de dinero procedente de los impuestos. Todavía más discutible es subirlos para sufragar las legiones de cargos, asesores, administraciones paralelas y duplicadas que suelen implantar, tendencia más acentuada en los socialistas, los comunistas y, sobre todo, los separatistas.

El segundo factor que encarece la luz es la transición a una economía verde, que impide el funcionamiento del libre mercado, pues, para no contaminar, los productores tienen prohibido suministrar energía de la forma más eficaz y barata, lo que coarta la oferta y, por tanto, encarece la mercancía. Para compensar esa coacción se han inventado dos curiosos engendros económicos. Uno es la compra de derechos de emisión. A cada empresa se le asigna un cupo de contaminación y solo puede sobrepasarlo comprando el derecho a contaminar a otra empresa que no haya saturado su cupo, lo que lógicamente lo encarece todo. Además, está el llamado sistema marginalista de fijación del precio, que consiste en que la luz se vende al precio de la fuente más cara que equilibre la demanda con la oferta. Esto es, dada una cierta demanda, se va supliendo con las ofertas disponibles yendo de las más baratas a la más caras hasta satisfacer la demanda, pero la toda la luz se cobra al precio de esa última fuente, la más cara que haya sido necesario utilizar. Esto tiene la ventaja de que deja fuera las fuentes más caras innecesarias para esa demanda, pero tiene el inconveniente de que estamos pagando por ciertos suministros más dinero del que cuesta producirlos. Notable, pero difícilmente mejorable sin caer en insuficiencia energética.

"Si el estallase el conflicto latente entre Marruecos y Argelia, país que nos vende mucho gas, las consecuencias para España podrían ser graves"

Con todo, nuestro factor diferencial y el principal origen de la reciente subida es nuestra dependencia energética del exterior. Como estamos saliendo de la pandemia, la actividad económica está recuperándose y, en consecuencia, se consume más electricidad y, como es sabido, cuando la demanda sube, también lo hace el precio. Junto al choque de demanda también ha habido un choque de oferta, pues España no produce, ni de lejos, toda la electricidad que necesita. Por el contrario, es muy dependiente del suministro foráneo de energía. Como carecemos de grandes bolsas de gas y petróleo, tenemos que importar ambos suministros y, en un contexto de creciente competencia internacional debido al fuerte desarrollo de países como China y la India, la disponibilidad de los suministros externos se ha encarecido. 

Desgraciadamente, esa situación no mejorará en el futuro previsible, a menos que los países productores de gas y petróleo decidiesen incrementar sensiblemente su oferta. Ahora la cosa adquiere una dimensión geoestratégica. La dependencia energética de España es de tal magnitud que pone en riesgo nuestra economía e incluso nuestra seguridad nacional. Si el estallase el conflicto latente entre Marruecos y Argelia, país que nos vende mucho gas, las consecuencias para España podrían ser graves. De ahí que sea oportuna la solicitud del gobierno español de establecer una política común europea de adquisición de gas y otros combustibles, de forma similar a cómo se han adquirido conjuntamente las vacunas.

Las dos soluciones

Uno se pregunta qué cabría hacer. Solo hay dos soluciones: producir nosotros más energía o consumir menos energía. La segunda es la favorita de los ecologistas radicales, partidarios del decrecimiento económico e incluso del decrecimiento extremo: no comas tanta carne, no enciendas la luz, lava la ropa a mano, no pongas el aire acondicionado ni la calefacción, desplázate en bicicleta, cierra fábricas, prohíbe los aviones, cruza los océanos a vela, etc. Si eso se consolidase, la energía podría llegar a ser un producto de lujo. Otros preferimos tratar de producir más electricidad, lo que favorecería la estabilidad económica y la seguridad nacional. Nuestra gran esperanza está en las energías limpias, como la solar y la eólica, pero todavía no aportan lo suficiente para equilibrar la balanza de pagos energética. Y eso sin contar con que ya hay síntomas de que ciertas corrientes ecologistas están empezando a oponerse también a esas energías porque ocupan el territorio, lo que perjudica a la fauna y la flora, y afean el paisaje. Si no logran obstaculizarlas, ayudarán a medio plazo a solventar el problema.

Foto: KRYSZTOF KANIEWSKI (DPA)

Junto al gas y al petróleo, nuestra nación compra energía de origen nuclear a Francia, pero ese aporte no ha bastado para impedir la subida. Nuestra amiga lorquina puede estar preguntándose por qué España la compra a Francia en vez de producirla. El Aparecido también. El célebre MAFO que había dirigido el Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, sostiene que no producimos energía nuclear sencillamente porque no sería rentable en condiciones normales de mercado, pero otros muchos dicen que es por motivos ecológicos, a semejanza de lo que está haciendo Alemania. En ese segundo caso, el Aparecido discreparía radicalmente: la nuclear es más limpia que otras muchas fuentes de energía y, a fecha de hoy, extraordinariamente segura. Es más, los naturalistas que están estudiando la flora y la fauna de las inmediaciones de Chernóbil, la localidad ucraniana en la que hubo un grave accidente en 1986 en el reactor nuclear Lenin, han descubierto que, en contra de lo previsto, las plantas y los animales, incluso grandes mamíferos, están prosperando de forma extraordinaria. Proliferan las especies habituales y han reaparecido algunas otras que se creían desaparecidas y unas terceras han desarrollado una serie de notables adaptaciones. Han surgido escarabajos melánicos muy resistentes a la radiación y, todavía más, se cree que un nuevo tipo de hongo ¡puede aprovecharla para alimentarse!, proceso que aún está bajo estudio. 

"Hasta ahora han fallecido muchísimas menos personas por la energía nuclear que por cualquier otro tipo de energía"

Todo eso demuestra que para la mayoría de las especies es más dañina la ocupación humana de su territorio que las propias radiaciones (piensen ahora en todo el terreno ocupado por los parques eólicos y solares y a lo mejor reconsideran lo de la nuclear). A más y más, los estudios realizados sobre los hijos y nietos de los habitantes de la zona han encontrado, con no menos sorpresa, que no sufren daños cromosómicos detectables ni otro tipo de lesiones genéticas. Al parecer, sin llegar al grado de los tardígrados, nuestra capacidad de reparar esos daños se había subestimado. Hasta ahora han fallecido muchísimas menos personas por la energía nuclear que por cualquier otro tipo de energía. Pero da lo mismo. Los adversarios de la energía nuclear son inmunes a ese tipo de consideraciones, de modo que habrá que hacerse a la idea de que, por más que nuestra economía se resienta y nuestra seguridad nacional se debilite, seguiremos prescindiendo de producir energía nuclear y, como también hemos renunciado por motivos ecológicos a extraer y usar carbón, seguiremos condenados a comprar energía a otros países, dependiendo de las cuantías que quieran vendernos a los precios que fijen.

"lo mejor sería impulsar a tope las energías renovables"

El Gobierno español ha tomado dos medidas para afrontar la subida de la luz. Por un lado, reducir los impuestos a la luz. Esperanzador, si no fuese porque no tiene previsto reducir el gasto público, por lo que, una vez detraídos los ingresos de la luz, cualquier buen gobierno derrochador, en vez de optimizar el gasto, lo financiará con otros impuestos y, de un modo u otro, pagaremos la subida. También ha elaborado un decreto para reducir los beneficios de las empresas eléctricas. Servirá para ganar tiempo, pero sus mismos asesores le han comunicado a la ministra Ribera que posiblemente es ilegal, lo que, de confirmarse, en el futuro los jueces nos obligarán a pagar lo que ahora estemos ahorrando. De momento, el resultado más inmediato ha sido que los inversores en energías renovables se han retraído por temor a verse obligados a producir con pérdidas. La cosa ha llegado a tal extremo que la propia presidente la compañía Red Eléctrica de España, Beatriz Corredor, que fue ministra con Zapatero, ha tenido que pedir precisiones a su colega y correligionaria actual sobre cómo aplicar el decreto sin causar mayores destrozos ni prevaricar.

En opinión del Aparecido, lo mejor sería impulsar a tope las energías renovables, volver a la energía nuclear de fisión atómica hasta que funcione la de fusión, y reducir el gasto público salvo en lo imprescindible para asegurar la educación, la sanidad, la justicia, las pensiones y la defensa nacional a unos niveles suficientes, pero no hipertrofiados. Probablemente casi nada de eso se hará. Ya te digo, querida lorquina, todo era más sencillo cuando una pequeña subida de la luz se debía "a la crueldad" del Gobierno de Rajoy.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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