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el pasico del aparecido / OPINIÓN

El misterio de la Maranga ensotanada

5/04/2023 - 

CARTAGENA. En el cordobés Valle de los Pedroches se han identificado dos tipos de fantasmas nocturnos. Unos eran los ensabanados de blanco, que solían esconder a audaces varones en furtiva búsqueda de sus discretas amantes. Esos eran divertidos, pero triviales. Otra cosa era la Maranga negra: una silueta sin pies, vestida con sotana negra y cubierta su cabeza con un gran capuchón, que solía desplazarse en silencio flotando sobre el suelo. Contemplarla producía escalofríos, como lo corrobora el hecho de que el curtido Alejandro, el padre del cartero de Villaralto, no se atrevió a acercarse cuando la vislumbró. Y eso que había combatido en la Guerra de África y en la Civil. Cierta noche de los años cuarenta, aquel hombre gozó del privilegio de divisar al espanto en callejón del pueblo al que llamaban de los Herradores. En vez de arrimarse a escrutarlo más de cerca, buscó refugio de inmediato.

"Nada más salir vio una gran figura en sotana y con capuchón que levitaba por la carretera"

Esa aparición, la Maranga negra, posee una admirable tenacidad: cuatro décadas después de visitar al padre del cartero en Villaralto, se hizo notar en otro pueblo del Valle de los Pedroches. Durante la madrugada del Día de Todos los Santos de 2002, otro Alejandro, el escritor López Andrada, llevaba en automóvil a su hija y una amiga irlandesa, que la visitaba. Se dirigían desde Villanueva del Duque al cercano pueblo de Alcaracejos. Nada más salir vio una gran figura en sotana y con capuchón que levitaba por la carretera. Nada dijo, pero también su hija la vio y entonces se hizo inevitable que los tres reconociesen que aquella especie de monje, de más de dos metros, estaba allí. Cuando se aproximaron a la presencia extraordinaria descubrieron con horror que carecía de rostro. El hechizo se deshizo cuando un coche que venía en dirección contraria la atravesó limpiamente y, de inmediato, la Maranga se esfumó.

Ese tipo de detalles es lo que hace que no podamos encuadrar las apariciones extraordinarias entre las entidades naturales. Parecen perceptibles, pues los testigos dicen haberlas visto, pero no se comportan como los objetos y fenómenos físicos ordinarios. Desglosemos. Con el término "físico" aludimos al amplio tipo de objetos, como las piedras, las nubes, los rayos de luz o las emisiones radiactivas, que resultan directa o indirectamente perceptibles mediante nuestros sentidos. Vale aplicar ese epíteto a cualquier entidad o propiedad que resulte detectable por los sentidos o que interaccione con cualquier otra cosa física para generar una cascada de cambios que finalmente podamos captar mediante la sensibilidad. 

La gente que dice haber visto la Maranga la detectó mediante su sensibilidad, pero sus demás cualidades difieren de las constatadas en las demás entidades físicas de las que tenemos noticia cierta: carece de precedentes que se esfumen cuando las atropellan. Otro detalle notable es que el conductor del coche que la atropelló probablemente no la había notado. En cualquier caso, no frenó al atravesarla ni se detuvo después, como habría hecho de haberse llevado por delante una gallina.

"la Maranga tampoco cumple los requisitos de las entidades psíquicas normales"

Un crítico atento señalaría que el campo de lo natural no sólo hay entidades físicas, sino también mentales o psíquicas, que, entre otras características, son inmunes a los atropellos. Pero la Maranga tampoco cumple los requisitos de las entidades psíquicas normales, cuya característica principal es que no podemos notarlas en los demás mediante nuestros órganos sensoriales, sino solo captarlas en nosotros mismos por introspección. Sin embargo, los tres del coche de Alejandro vieron la Maranga, lo que permite descartar que sea una entidad mental ordinaria.

El ejemplo favorito del Aparecido para ilustrar la distinción entre lo físico y lo mental es un experimento del neurólogo Penfield: excitó con unos electrodos cierta zona del cerebro de un paciente y el sujeto visualizó con tal claridad una mariposa que quiso agarrarla, aunque ningún médico podía ver mariposa alguna en la habitación. Era una mariposa puramente mental o psíquica, bien diferente de las físicas, que todos podemos ver e incluso agarrar.

La Maranga se parece a las mariposas físicas en que varios pueden verlas a la vez, pero se diferencia de ellas en que nadie puede agarrarla; la Maranga se parece a las entidades mentales en que nadie puede agarrarla, pero se diferencia en que varios pueden captarla a la vez. Si no es ni típicamente física, ni típicamente mental, y con esas dos categorías se agota el campo de lo natural, ¿cuál diantres es la naturaleza de la Maranga? ¿Un nuevo tipo de estado de la materia? ¿Un peculiar engendro mental? Nadie lo sabe, pero no cabe descartar que sea un habitante del mundo de los espíritus.

Lo que sí sabemos es que, aunque se esfumó cuando un coche la acometió, no la había destrozado: en una fecha posterior un policía municipal anduvo persiguiéndola sin darle alcance hasta que desapareció cerca de la ermita de San Andrés, en las afueras de Alcaracejos. Lo notable es que esa fantasmal persecución consta en un atestado de la policía municipal del pueblo. Un documento oficial, al gusto de los escépticos, que sugiere una fecha límite muy antigua para la génesis de la Maranga: aunque tuvo que ser reconstruida tras la Guerra Civil, esa ermita, refugio de la Maranga, data del siglo XV.

Excepto el policía municipal, que no se amilanó, la Maranga suele inducir miedo en sus eventuales espectadores. Lo que ninguno de ellos ha logrado explicar es por qué: es una presencia extraordinaria, pero nunca ha atacado a nadie ni hecho mal alguno. Al parecer, el principal mensaje que nos trasmiten las apariciones es que existen, pero simulan que no se enteran de que estamos viéndolas, como si fuesen sólo a su misteriosa bola. O quizás es que no se enteren de que estamos viéndolas. ¿Qué sabe nadie?

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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