MURCIA. ¡Ay el vecino! Él es el culpable de todos nuestros males. Ya le adelanto que no es bueno estar continuamente mirando al jardín del vecino, porque su césped siempre le parecerá más verde…, aunque no lo sea. ¿Sorprendido?
A lo largo de la vida se van sucediendo situaciones incomprensibles. Siempre le castigan a usted más que a su hermano, el de al lado estudia menos y saca mejores notas, su compañero es el rey del escaqueo y está más reconocido por el jefe que usted, cómo fulanito de tal se ha comprado ese cochazo o menganito de cual se ha hecho una casa en Los Conejos, si trabaja en esa empresa de mierda que no le tiene que dar ni para coger el autobús… Una cuestión de percepciones.
"SI no hay información hay imaginación y lo que prejuzgamos puede QUE no SEA lA verdad"
Tampoco entra en nuestra linda cabecita de mujer cómo la de contabilidad lleva un shopping de Louis Vuitton y ha bajado dos tallas en los últimos tres meses, ¡si llevas tú un año con la friki de Herbalife y los viernes has perdido trescientos gramos!, que por cierto, recuperas por diez en la escapadita dominical a la Plaza de las Flores. El resultado neto de la semana: para echarse a llorar. Mejor déjese los batidos en polvo y cene un bocata de calamares en condiciones. Adelgazar no adelgazas, pero al menos te quitas la malafollá que se te pone cuando estas a régimen. Su karma y el de su entorno lo agradecerán.
Claro que volviendo al color protagonista del artículo, como la envidia era verde, ya tiene usted una tesis de por qué la muy pájara se ha quedado en el chasis: será porque ha encontrado "un hombre que le hace reír más que su marido" y va a ser que no es su dentista. Sí, se le ha quitado ese rictus que tenía y parece feliz y relajada. Lo cierto es que, últimamente la ves coincidir mucho en el vending con el buenorro que ha entrado en el departamento de marketing: musculoso pero fit, piel tostada del kitesurf, ojos chocolate cien por cien puro sin azúcares añadidos y una sonrisa de ocho mil pavos entre blanqueamiento, carillas e invisaling. Vamos, lo que viene siendo un firme candidato al jardinero que todas quisiéramos tener regándonos el jardín para reverdecer lo que inexorablemente el tiempo ha convertido en un secarral. En ese momento entras en cólera y sale fuego de tu cabeza como si de la madrastra de Blancanieves se tratara cuando el espejito le contesta que se ha convertido en una vieja pelleja y siguiendo con la metáfora jardinera, ya se encarga usted de sembrar por toda la oficina el rumor sobre la idea a la que le ha dado pábulo sin contrastar las pesquisas.
Sin embargo, un alma caritativa le informa que la realidad es que el Vuitton ha sido un regalo por su cincuenta cumpleaños y que lo que le une al adonis de publicidad no es más que la amistad con su madre desde la infancia.
Así pues, llegamos a la conclusión que donde no hay información hay imaginación y lo que prejuzgamos puede no corresponderse con lo que ocurre en verdad: matrimonios perfectos que se rompen, personas de éxito que caen en depresión… Por eso lo mejor es ocuparnos de nuestro propio jardín: quitar las malas hierbas, regarlo, abonarlo y hacerlo crecer. De este modo tendremos un vergel, sin preocuparnos de lo que piensen los demás.
Gracias por su lectura.