MURCIA. El día de hoy sería uno de aquellos de los que se decía que relucían más que el sol si Murcia, como otras ciudades, siguiera celebrando la festividad del Corpus Christi en jueves. Pero como no se encontraba entre las localidades donde la fiesta tuviera gran arraigo y popularidad, como sucede, sin necesidad de irse mucho más lejos, en Archena, habrá que esperar al domingo para volver a ver la preciosa Custodia de Pérez Montalto, estrenada en 1679, recorrer las calles.
No es, en efecto, el Corpus murciano especialmente lucido, ni concurrido, y en los últimos años ha experimentado un nuevo decaimiento tras el revulsivo que supuso la incorporación corporativa de las cofradías al cortejo y a la costumbre de colocar altares en las calles en la primera década del siglo corriente.
"Este declive, que se compensa este año con la aportación de una banda de música, nos lleva a algunos a preguntarnos si funcionaría mejor una procesión vespertina"
No contribuyen lo tardío de la fecha y lo prematuro de los calores a que exista gran animación, como tampoco la sensible rebaja en el número de altares a que la noche antes sean recorridos por un buen número de curiosos con la intención de poder admirar con detenimiento lo que en la mañana siguiente, al paso de la procesión, será prácticamente imposible contemplar.
Este declive, que se compensa este año mínimamente con la aportación de una banda de música como cierre del cortejo, nos lleva a algunos, desde hace años, a preguntarnos si funcionaría mejor una procesión vespertina, como fue el caso en tiempos pretéritos.
Lo de si la procesión sería matutina o vespertina era objeto de debate, controversia y acuerdo final entre el obispo de turno y el Ayuntamiento con mucha frecuencia. Como ocurrió en 1922, hace justo un siglo, cuando desde el Consistorio, a instancias de un concejal, se solicitó que la procesión fuera por la mañana… para no deslucir la corrida de toros de la tarde. Respondió favorablemente la autoridad religiosa, recordando que así lo hacía habitualmente. Pero al final no salió ni por la mañana ni por la tarde, porque un gran aguacero obligó a celebrarla en el interior de la Catedral.
No era la primera vez que se abordaba la cuestión, como tampoco el otro gran asunto, el del lucimiento de la procesión y la concurrencia numerosa de las más diversas entidades, que estuvo de gran actualidad el año 1891. Tan de actualidad como para promover desde distintas instancias, como el Ateneo Mercantil o la Sociedad Económica de Amigos del País, que las fiestas del Corpus fueran capaces de atraer a la ciudad a una cantidad de visitantes tal como venía sucediendo en otras localidades, como Toledo, Granada o Valencia.
La cosa fue tomando cuerpo, y pronto se anunció desde el Cabildo Catedral que tomaría parte en el solemne cortejo eucarístico la imagen de la Virgen de la Fuensanta, como también lo harían las imágenes titulares, o las más veneradas, de las distintas parroquias, lo que garantizaba, al tiempo, una gran asistencia de fieles.
Como se habló de una cabalgata, de una corrida de toros (que prosperó y perduró, a la vista de la noticia tomada de 1922), o de una iluminación especial en la Trapería, digna de las grandes ocasiones.
Lo cierto es que la Feria y Fiestas del Corpus de 1891 se programó entre los días 24 y 31 de mayo, con el propósito, según se publicó "con el loable fin de conseguir que la fiesta religiosa del Santísimo Corpus recobre la solemnidad que alcanzó en otras épocas, y con el de favorecer también los intereses del vecindario", para lo cual se constituyó una junta constituida por Ayuntamiento, Cabildo Catedral, Real Sociedad Económica, prensa periódica y sociedades del Casino, el Ateneo, la Taurina y otras.
Por no mencionar el detalle de los festejos propuestos, señalaré como destacables, diana el día 24, anunciando el inicio de las celebraciones; música todas las noches en la Glorieta, especialmente iluminada; recibimiento el día 25 a la Virgen de la Fuensanta y velada musical y literaria en el Ateneo; cabalgata anunciadora de la festividad el día 26, con enanos, gigantones, y huertanos.
El 27 inauguración de una exposición de "labores de mujer" en la Sociedad Económica, anuncio de la corrida en la plaza de toros y verbena del Corpus en cuatro puntos del itinerario tradicional, cuyas calles se adornarían con arcos de follaje y flores, mientras las fachadas de los principales edificios, así como la torre catedralicia, lucirían vistosamente iluminadas.
Y el 28, el gran día, la procesión, con la Virgen, las imágenes de las parroquias, las cofradías y corporaciones y todas las autoridades, partiendo desde la Catedral a las ocho de la mañana; por la tarde, los toros; y por la noche un baile de gala en el Casino.
En los siguientes días, hasta llegar al fin de semana, más exposiciones, más músicas, entregas de premios de los concursos diversos convocados para la ocasión; y el domingo, como final de fiesta, una serie de actos a beneficio del Hospital de San Juan de Dios “y de los pobres vergonzantes”, juego de cintas, carrera de burros, y el siempre esperado castillo de fuegos artificiales.
Surgió por aquellos días de entusiasmo organizativo la propuesta de que la Cofradía de Jesús concurriera a la magna procesión con el eucarístico paso de la Cena, pero la entidad pasionaria rehusó la invitación. A cambio, se anunciaba con alborozo que el gran grupo escultórico de la Virgen del Carmen sacando a las almas del Purgatorio, de la parroquia de Beniaján, se llegaría desde aquella población, pese al peso y a la distancia, para participar en el histórico desfile.
Tras el gran acontecimiento que supuso aquél Corpus de 1891, escribió Martínez Tornel: "La procesión del Corpus debiera ser siempre, por lo menos, corno fue la de anteayer; pero sea por lo que quiera, hace muchos años que no se ha celebrado tan solemnemente, ni mucho menos. De santos, parecía una corte celestial; de acompañamiento y alumbradores, iban cuantos hubieran podido llevar los PP. Misioneros a una fiesta suya y algunos más; de clérigos, desde el subdiácono más humilde hasta el Sr. Obispo; y de autoridades civiles y militares, tantas como cuando más".
Quede para la memoria, y para ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas cuando hay ganas y empeño, la mención de los pasos participantes: San Lorenzo, San Roque (de San Andrés), San Francisco (con la Venerable Orden Tercera), Santa Lucía (de san Bartolomé), Santa Catalina, San José (de la capilla aneja a Santa Eulalia), el Ángel de la Guardia (de San Nicolás), la Purísima (de San Antolín); la Virgen de la Aurora (de San Miguel); San Patricio, patrón de la ciudad; la Buena Estrella (de San Juan Bautista), la Virgen del Carmen (de Beniaján), Santa María de Gracia (de San Juan de Dios), Nuestra Señora de la Paz; el Corazón de Jesús (de San Pedro); el Arca con las reliquias de los Cuatro Santos de Cartagena; la Virgen de la Fuensanta y el Santísimo Sacramento.
¡Ahí queda eso!