MURCIA. Todos ustedes recuerdan y tienen bien grabadas en las retina todas y cada una de las bellas imágenes y personajes que aparecen y componen el maravilloso cuadro -óleo sobre lienzo- de La rendición de Breda o Las lanzas (pintado entre 1634 y 1635 por Diego Velázquez y conservado en el Museo del Prado). Los dos protagonistas: uno, Justino de Nassau –gobernador de Breda e hijo de Guillermo de Orange- aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por el otro, el general español, Ambrosio Spínola -capitán general de Flandes, su enemigo y vencedor- que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. De ese cuadro, siempre se ha destacado la escena central; pero más que la escena central, lo que se destaca es el gesto entre los dos líderes remarcando especialmente el trato del vencedor al vencido.
Quiero destacar especialmente el dialogo entre los protagonistas del cuadro y que un joven dramaturgo, Pedro Calderón de la Barca, escribió en su obra teatral La rendición de Breda. Las palabras que pone en boca del general Spínola no pasaron desapercibidas en su obra, y así nos han llegado:
<< Justino, yo las recibo (las llaves de Breda) y reconozco que valiente sois, que el valor del vencido hace famosos al que vence>>.
Qué pena que la famosa Ley de la Memoria histórica solo sirva para lo que sirve, para nada; o mejor dicho, que solo sirva para "eso": para crear más odio, hostilidad, rencor, desprecio y separación, una vez más, entre todos los españoles, en vez de para recordar momentos y episodios históricos, como por ejemplo, el descrito en el cuadro de Velázquez y otros muchos idénticos a este, en el que se ensalzan los valores inmortales de los protagonistas de la historia, tales como, la nobleza, la grandeza, la dignidad, la generosidad, la sinceridad, la lealtad, el valor, la gallardía, la humanidad, etc., etc.
A estas alturas, ustedes se estarán preguntando… ¿a qué viene todo esto del Gobierno de España de rodillas con el cuadro de Velázquez, con las palabras de Spínola a de Nassau y con la Ley de la Memoria histórica del nefasto Zapatero…? Todo esto viene a cuento de las lamentables, vergonzosas y humillantes palabras que el presidente Sánchez pronunció en el Senado hace unos días, cuando en su turno de respuesta a Gorka Elejabarrieta -portavoz de EH-Bildu en la Cámara alta- dirigiéndose a él, le miró a la cara con ceño compungido, con ojos de golosito, en actitud típicamente servil, al tiempo que interesada y, con esa voz de "povero francescano che chiede l´elemosina" (pobre franciscano pidiendo una limosna) le dijo:
"Me quiero referir al caso de Igor González Sola, el preso de la banda ETA (sic) que se suicidó la semana pasada en la cárcel donostiarra de Martutene. Y quiero antes de nada decir algo obvio: lamentar profundamente su muerte. Lo lamento"
Este etarra -que se suicidó, el pasado 5 de septiembre y que tanta pena y lástima da a Sánchez- fue quien, en el 2003, apoyó al comando Doností de ETA, responsable del secuestro y asesinato, a sangre fría y sin piedad, de Miguel Angel Blanco. Un inolvidable y nefasto 12 de julio de 1977, mientras Gaztelu, alias 'Txapote' le obligaba a ponerse de rodillas, con las manos atadas a la espalda, Mujika, alias 'Oker' -otro miembro del famoso y sanguinario comando— le disparó dos veces a bocajarro en la cabeza, en Lasarte (Guipúzcoa), y se dieron a la fuga dándole por muerto. Hasta el pasado 5 de septiembre, nunca antes, un presidente, de la España democrática y constitucional, había sido tan desvergonzadamente amoral y osado. Nadie se había atrevido a llegar tan lejos con la muerte de un asesino etarra, condenado en 2005 a 20 años, por colaboración directa con la banda armada y terrorista de ETA.
El gesto del presidente Sánchez pidiendo perdón y lamentando profundamente tan extraordinaria e irreparable pérdida—ante el senador de EH-Bildu, que en su intervención previamente había atacado al Gobierno, por la muerte de su conmilitón terrorista- ha traspasado todos los límites éticos, legales y políticos, amén de los geográficos. Al elegir al personaje –el etarra Gorka— y el escenario –el Senado- el histriónico y megalómano Sánchez ha querido "lubricar", mucho más todavía, su dependencia -que no relación- con los cinco diputados de la formación pro-etarra.
Todo no se ciñe a esto, sino que además -con esta servil "puesta de rodillas" y "sumisión política total" frente a un partido separatista y nacionalista que intenta por todos los medios romper España- ha blanqueado y legitimado a EH-Bildu, como "socio" y "accionista", para llevar a cabo cualquier asunto, bien sea la contrarreforma laboral, el estado de alarma o consensuar la Presidencia de Navarra para regalársela a la socialista Mª Chivite Navascués (con la que compartí escaño en el Senado, del 2011 al 2014, en la X Legislatura), recién estrenada su maternidad, cuando era portavo-za del PSOE, aún creía en la unidad de una España constitucional y democrática y no se había vendido a los militantes de EH-Bildu por su abstención a cambio de un "plato frío de lentejas" en forma de la "presidencia" del Gobierno de Navarra. Debería repetir aquí, aquel refrán que he puesto en más de uno de mis artículos y que solo esbozaré: "¡Quien te conoció ciruela…que te compre...y…!".
De todo este affaire, lo más preocupante ya no es el aluvión de críticas recibidas desde las Asociaciones de víctimas del terrorismo, de los partidos de la oposición, de los FFCCSE y, en general, de una gran mayoría de la ciudadanía que sigue creyendo en una España: unida, constitucional y democrática, sino que con su actuación e interpretación -en la Cámara alta ante el portavoz de EH Bildu- ha dejado constancia de la gran sumisión, de la inolvidable humillación y del vasallaje del Gobierno de España, frente a los partidos nacionalistas e independentistas de extrema izquierda.
Con su conducta e injerencia también ha puesto servilmente “de rodillas” a 47,4 millones de españoles y se los ha “servido en bandeja de oro” al senador de “Euskal Herria- Bildu” (partido político de ideología nacionalista e independentista vasca) y cuyo presidente, Arnaldo Otegi, estuvo condenado por la Audiencia Nacional a diez años de cárcel por pertenecer a la banda terrorista de ETA y por secuestrar a punta de pistola, en 1979, a Luís Abaitua, director de la fábrica de Michelín.
Sobre la banda de ETA -a la que perteneció el actual presidente de EH Bildu-, pesa desde su inicio al final (7 de junio de 1968 al 20 de octubre de 22011) el siguiente balance: 3.500 atentados, 864 asesinados y más de 7.000 víctimas esparcidas por casi todas las Comunidades Autónomas y, a día de hoy, aún seguimos esperando que pidan públicamente perdón y se arrepientan de sus crímenes y tropelías.
Lo alarmante es el pago tan elevado que estamos sufragando todos para que Sánchez y sus cómplices sigan acampando a sus anchas con sus nefastas e irresponsables políticas económicas, sociales, educativas y sanitarias que están convirtiendo España, en ese país en el que--de seguir estos en el Gobierno--no crecerá ni la hierba. Pero claro, Pedro Sánchez, ni es el general Spínola, ni tiene su talante y bonhomía. Al igual que, el bilduetarra Elejebarrieta, ni es Justino de Nassau, ni posee su nobleza y humildad.
Termino con unas estrofas de la canción Maldito duende, de Héroes del Silencio. La canción y el grupo preferido de Miguel Angel Blanco y, que sin duda, alguna vez tarareó -a modo de sombría premonición- anunciando la soledad y el desamparo de sus últimas horas:
…Amanece tan pronto / y yo estoy tan solo / y no me arrepiento de lo de ayer. / Sí, las estrellas te iluminan / Hoy te sirven de guía /Te sientes tan fuerte / Que piensas que nadie / te puede tocar…