MURCIA. Una tendencia se mantiene, con sus matices, por más que esta atormentada legislatura sorprenda a cada paso con una nueva sorpresa política: en 2023 la derecha gobernará de nuevo la Región de Murcia. Y lo hará siguiendo el modelo de 2019, pero con dos cambios sustanciales: el PP ganaría las elecciones autonómicas y su socio sería Vox, en vez de Ciudadanos. Un intercambio de cromos, en el que la margarita naranja se cambia por la hoja dura de Vox. El barómetro de invierno del Cemop volvió a poner de manifiesto este escenario, que se repite en prácticamente todos los sondeos. La novedad estriba en la distancia entre unos y otros: si hace un año el PP acariciaba la mayoría absoluta, ahora sufre un ligero retroceso, aunque no pierde la primera plaza. La otra gran novedad es la desaparición de Ciudadanos. Es la primera vez que un sondeo lo remarca de forma tan rotunda. El PSOE, por su parte, inicia una tímida recuperación demoscópica, aunque lejos de su éxito de 2019, mientras que Unidas Podemos consolida su crecimiento y se asienta con voz propia en la oposición. Eso sí, para zozobra de socialistas y morados, hay otra tendencia que persiste inalterable durante todo este tiempo: la izquierda no suma; no tiene ninguna opción de gobernar.
El PP sacó pecho del resultado del sondeo con un doble mensaje triunfalista: "Si hoy se celebraran elecciones autonómicas, el PP las ganaría con claridad" y "El PP seguiría sumando más escaños que toda la izquierda junta, lo que le asegura su permanencia en el Gobierno regional", pregonó Joaquín Segado. Pero el argumentario público no debería ser el mismo que el diagnóstico interno, pues los populares afrontan avisos que no deberían menospreciar. Sí, ganarían los comicios, algo que no sucedió en 2019; sí, siguen en cabeza en la carrera; pero, ojo, su ventaja se recorta. El perseguidor por el lado derecho acecha (Vox) y su histórico adversario, el PSOE, empieza a tomar aire. La coyuntura no le es tan favorable al PP como hace un año: las elecciones de Castilla y León constituyen todo un presagio de lo que podría suceder en la Región de Murcia. Segado prefirió centrar el tiro en la fórmula de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso gobierna en solitario con los apoyos puntuales de Vox. Es un patrón posible en la Región, pero para ello Fernando López Miras debería sacar un resultado contundente. Si no, quedaría condenado a pactar una coalición. Mientras tanto el PP sutura todavía la herida abierta de Génova, su mayor crisis nacional en décadas. El Cemop, no obstante, sostiene que la salida del secretario general, Teodoro García Egea, no ha pesado. En efecto, la caída del ciezano no tiene por qué arrastrar consecuencias electorales, aunque sí las tenga de manera orgánica; sin embargo, el PP debería medir muy bien el futuro congreso regional que se avecina, en el que muchas voces auguran un duelo López Miras frente a Patricia Fernández. Un liderazgo claro y unido será fundamental para que el PP no languideza en las urnas. Un partido quebrado, en cambio, es una losa electoral.
Vox nunca se ha tomado en serio el Cemop. Lo desprecia, porque lo considera "un chiringuito", un sondeo de "propaganda pagado por el Gobierno regional". En tiempos no tan lejanos lo calificaban de "Teoencuesta", en honor al ex número dos de Pablo Casado. Pero, al margen de consignas públicas, Vox sí mira todas las encuestas. Las escudriña, como toda formación política. Y las sopesa. El partido de Santiago Abascal está convencido de que va a ganar en la Región, como ya hizo en las generales de 2019. Pero unas autonómicas no se juegan en el mismo tablero que unas nacionales. Son escenarios diferentes. Y eso lo sabe bien Vox, que ante sí tiene un adversario, el PP, que localmente está mucho más asentado. Los ocho diputados que augura el sondeo no dejan de ser, en términos objetivos, un buen resultado para una formación que hace cuatro años apenas era un susurro y que en 2019, tras una tormenta perfecta, sacó cuatro diputados en la Asamblea. ¿Cómo encaja Vox este barómetro? A medias: bien, pero no magnífico. Crecen y son decisivos, pero no ganadores.
El gran derrotado es Ciudadanos. Todas las alegrías que dejó el barómetro de otoño se esfumaron este lunes lluvioso. Descalabro total y absoluto. Ni un sólo representante obtendrían. La desaparición es un riesgo que muchos analistas pronostican, por mucho que Ciudadanos se niegue a aceptarlo. Cree todavía que hay opciones de sobrevivir. Pero el panorama se vuelve negro para los naranjas. Si los extremos se polarizan, si la derecha se escora y la izquierda se contrae, el centro se resiente, sin salida. El partido apenas tiene voz en la Asamblea Regional, relegado en el Grupo Mixto. Y en los ayuntamientos debería exhibir toda su fuerza, ya que forma parte de Gobiernos locales tan relevantes como Murcia, Cartagena y Lorca. Aun así, los politólogos de la encuesta apuntan una observación que es todo un mazazo para los liberales: "Vox canaliza el voto de descontento que está en los orígenes, principalmente en las zonas urbanas, de Ciudadanos". Con todo, la mayoría de los electores se los lleva el PP, que le araña hasta 15.000 potenciales votantes. No hay votos nuevos y la fidelidad se reduce. Mucho tiene que cambiar para Cs: lo único bueno es que las elecciones se celebran en mayo de 2023, y no ahora. Y catorce meses son todo un mundo en política.
El PSOE al fin tomó un poco de oxígeno, después de varios sondeos muy tristes para ellos. Esta vez obtendrían 15 escaños, lo que no está mal para la primera encuesta con José Vélez al frente, después de que la era de Diego Conesa se cerrara estancada en los 14 escaños. Su portavoz parlamentario, Francisco Lucas, exhibió un argumentario optimista: "El PSOE de Vélez sigue creciendo", proclamó. Es una máxima falaz, ya que crece en términos relativos y cortoplacistas, al compararse de sondeo en sondeo, pero no crece si se mide con el resultado de 2019, cuando obtuvieron 17 diputados. La realidad es que hoy no son demoscópicamente la primera fuerza, por lo que el PSOE tiene mucho que remar si quiere voltear las tornas. El Cemop, de hecho, considera que Vélez aún "no tiene efectos revulsivos sobre el voto", pero, a cambio, deslizaba una idea para los socialistas: "El PSRM tiene una bolsa de cerca de 50.000 electores desmovilizados". Esa es la gran misión del socialismo regional para llegar a la cita electoral con opciones reales: despertar al electorado cansado, lograr una movilización histórica y rezar por una honda división de la derecha.
Un partido que tiene motivos para sonreír es Podemos. No obstante, la alegría, en el fondo, esconde una lectura amarga: no tiene ninguna opción de alcanzar el Palacio de San Esteban y, encima, PP y Vox tienen todas las papeletas para gobernar. Pero desde un prisma realista y ateniéndose al trabajo de sus actuales representantes, Podemos puede saber que ha dado con la tecla para poder ser útil: el Mar Menor. Su implicación en la lucha por la laguna está dando rédito. Se lo están recompensando los encuestados. Y de confirmar este camino llegaría a 2023 como fuerza propia, lo que le liberaría de las trabas de compartir recursos y espacio con Ciudadanos en el Grupo Mixto. Visto de una manera humilde, es una buena forma de reconducir el futuro para una formación que ya no reverdecerá viejos días de gloria, cuando obtenían 83.000 votos y seis escaños (su cima en 2015). Los apoyos de Izquierda Unida, cuya confluencia será una realidad, le serán valiosos para mantener su suelo. Si a eso le suman su determinación y su visibilidad mediática en las grandes causas de la Región -el Mar Menor lo es-, Unidas Podemos seguirá teniendo mucho que decir en política.
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