La dependencia energética de España del exterior es de casi veinte puntos superior a la media de la Unión Europea, y se sitúa en el 73% la dependencia energética del exterior, lo que supone un coste y un riesgo muy importante en todos los sentidos. Aunque el decidido impulso a las energías renovables puede conllevar a reducir esta situación y quizás compensar a medio y largo plazo el abandono de la energía nuclear, pero la realidad es que España tiene una excesiva dependencia energética del exterior que ha de conseguir reducir.
No convendría al interés general del país, cuando pase esta gravísima crisis sanitaria, social y de consecuencias socioeconómicas inimaginables hoy, por la gravedad, la dureza y el tiempo que conllevará, junto al coste económico y social, (Murcia plaza ya recogía, el pasado miércoles, un informe del FMI que anticipaba un paro del 21% y una contracción del PIB del 8% este año), aprovechar la riqueza del subsuelo de España, que según los informes cuenta con reservas de gas sin explotar que pudrían suponer el abastecimiento durante cuarenta o cincuenta años y las del petróleo durante varios años. Es el momento del Consenso, del Acuerdo, de la Negociación, de concretar las acciones a desarrollar e implementar en los próximos años, hasta que esta “situación” seria solo un mal recuerdo.
El éxito de la técnica del fracking en Estados Unidos, conllevó el interés de diversas empresas por aplicarla en España. El informe de la Asociación Española de compañías de investigación, exploración y producción de hidrocarburos y su almacenamiento subterráneo, que indicaba que en España, principalmente en la cuenca vasco-cantábrica, se consideran hay unas reservas de gas equivalentes al consumo nacional de setenta años y que podían hacerse efectivas mediante la tecnología del fracking.
El shale gas, gas pizarra, gas de esquisto, o gas de las piedras, es uno de los hidrocarburos no convencionales extraídos con la técnica del fracking, es el gas natural existente en rocas como las pizarras, y que suelen estar situadas entre los cuatrocientos y cinco mil metros, y para extraerlo se aplica la técnica de “fracturación hidráulica”, mediante la inyección a alta presión de agua y arena (99.50%) y aditivos (0.50%) a gran profundidad, con el objeto de crear una red de microfracturas en determinadas zonas del subsuelo. La fuerza del agua provoca grietas en el núcleo de la roca y los granos de arena ayudan a mantener abiertas estas fisuras para que el gas pueda fluir.
Mediante la inyección de miles de toneladas de agua a muy alta presión, mezclada con arena y aditivos es el medio para liberar el gas de las piedras, y una vez conseguida la fracturación, el fluido (petróleo o gas) asciende a la superficie junto con la mezcla de agua y otros aditivos, así como algunas substancias que puedan haber estado atrapadas en las rocas, a través de un tubo de acero recubierto de cemento que evita que las más de 500 sustancias químicas, así como aquellas que contengan los estratos del mineral roto (metales pesados y radiactivos), pasen a los acuíferos.
Esta nueva realidad (fracturación hidráulica) ha producido un profundo cambio en el mapa energético a nivel mundial, configurando una revolución en los hidrocarburos no convencionales, que han llevado a Estados Unidos a pasar de importador a exportador neto de gas. En menos de una década, la producción de petróleo se ha duplicado debido al desarrollo del fracking, y Estados Unidos no solo ha vuelto a convertirse en un país exportador de crudo, sino que actualmente se ha conformado en el primer productor de petróleo del mundo, hasta el punto de superar a Arabia Saudí y Rusia.
Dada la alta dependencia energética del exterior por una parte, y por otra el de disponer de estudios que confirmaban la existencia de gas en el subsuelo español, cinco empresas decidieron invertir en la explotación del gas del subsuelo, Y en una primera etapa contaron con el apoyo del Gobierno del Partido Popular que permitió su puesta en marcha pero no explicó ni los inconvenientes ni las ventajas que su realización supondría para el país.
Pero desde el primer momento esta técnica ha contado con un enorme rechazo social, impulsado por los grupos ecologistas, ayuntamientos y comunidades autónomas gobernadas por los distintos partidos políticos, dado que era conocido o así se creía que los aditivos químicos que se utilizan podrían ser tóxicos o cancerígenos. Por otra parte, se han detectado casos en los que se ha incrementado la actividad sísmica debido a las fracturas realizadas en la roca y a las explosiones que se emplean para ello.
El rechazo de la sociedad española en sus distintas manifestaciones, fue el principal factor para que las empresas que se habían interesado e incluso invertido en la puesta en marcha de proyectos de explotación mediante esta técnica, abandonaran definitivamente los mismos, y España siga sin poder utilizar su potencial que esta enterrado en las profundidades de nuestro subsuelo. Dijimos no a las nucleares, mientras Francia tiene sus plantas a dos pasos de España y sus efectos en caso de desastre nos llegarían igualmente, y también estamos subtiendo al carbón, y pagando una factura cada vez mayor por la energía a terceros países.
Es necesario reflexionar y valorar los pros y contras del franking para el interés general, y ver si es posible su aprovechamiento, aunque es evidente y absolutamente necesario seguir impulsando el desarrollo de las energías renovables, buscando soluciones a su almacenamiento, si ello es posible, para aprovechar todo el potencial del sol y aire en España, y tratar de reducir su dependencia del exterior, de lo contrario la dependencia energética del exterior seguirá creciendo con las consiguientes consecuencias en el déficit comercial y para el desarrollo de la economía española.
Ángel Martínez, empresario, fue presidente del Consejo de Cámaras de Comercio de la Región de Murcia