MURCIA. No muy lejos de la zona de la Catedral Vieja de Cartagena, en el barrio antiguo de pescadores, vivían un chico y una chica que comenzaron una relación amorosa allá por la década de 1930. Vivían en el pequeño entramado de calles que llevaban desde la subida a la iglesia al actual Callejón de la Soledad, el protagonista de nuestra historia.
Cuando comienza la Guerra Civil española el chico es llamado a filas y se va al frente, desapareciendo durante un tiempo, aunque cuando podía enviaba cartas desde el frente bélico, cosa que estuvo realizando los primeros 4 meses. Ambos se prometieron que volverían a verse y ella bajaba todos los días desde su casa, muy cerca de la puerta de la Iglesia Antigua hasta el Callejón de la Soledad, ponía un par de velas y pedía por ambos.
Rezaba a la Virgen para poder volver a su ser amado. En ocasiones realizaba hasta tres rezos al día y era conocida por sus vecinos precisamente por este hecho. Una tarde, justo después de realizar su peculiar rito, cuando estaba volviendo por el callejón y encaminaba el camino hacia su casa, vió a lo lejos la figura de un chico.
Conforme se estaba acercando se percataba de que era su novio que se acercaba cada vez más hacia ella. Cuando estuvo a su lado la abrazó, la besó, le dijo que la quería y continuó su camino. Ella se quedó bastante sorprendida porque no esperaba ni verlo ni una reacción tan fría como esa. Dolida en lo más profundo su corazón regresó a su casa con los ojos vidrioso llenos de lágrimas y entró en su casa sin ganas de hablar con nadie.
Su madre le indicó que fuera al comedor porque había llegado una carta para ella. Era la noticia de que su novio había muerto en acto de servicio. De repente recordó lo que le pidió a la Virgen de la Soledad, la cual había logrado el milagro de traer a su ser amado de entre los muertos, aunque sólo fuera por unos instantes.
*Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor de 'Cartagena Legendaria'
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