MURCIA. Leo sobre la polémica generada por el cartel electoral de Vox que expone, con un mensaje simplista basado en datos ciertos, una pretendida situación de agravio a "los de aquí" (españoles, honrados pensionistas) por "los de fuera" (extranjeros, delincuentes), con la connivencia del Gobierno. Como todos los mensajes populistas, van al hígado de la gente, a las emociones, tratando de despertar la indignación de sus destinatarios y conseguir sus votos. El mensaje implícito es "nosotros no lo consentiremos", pretendiendo que los ciudadanos pensemos que la solución al problema de las pensiones es suprimir los fondos dedicados a la protección de los menores no acompañados (MENA). Quieren transmitir que ellos podrán desmontar una política que ha sido consensuada en el ámbito europeo y que es uno de los pilares de nuestro Estado del Bienestar, del que tan orgullosos nos sentimos. Una vergüenza, en suma.
"Intuyo que ese cartel muestra otra vergüenza: la de la incompetencia ética, gestora y comunicativa de éste y otros gobiernos anteriores"
Pero ¿por qué un acto de responsabilidad, de humanidad, de solidaridad, como es la protección de la infancia, que debiera despertar sentimientos de orgullo en los ciudadanos que vivimos en un país que la practica, puede ser utilizado, me temo que eficazmente, como arma política? Intuyo que ese cartel muestra otra vergüenza: la de la incompetencia ética, gestora y comunicativa de éste y otros gobiernos anteriores.
Empecemos por la última: ¿alguien sabe, en la calle, por qué nuestros gobiernos han decidido proteger a los MENA (españoles y extranjeros), cuáles son las razones de esa decisión, cuáles los objetivos pretendidos por ella, qué medidas se van a poner en práctica para llevarlos a cabo y qué recursos se van a emplear para ello? Todo está, por supuesto, en algún epígrafe de algún capítulo del presupuesto del ministerio responsable de esa política y sería un gobernante serio y creíble el que explicase bien a la ciudadanía todas las cuestiones anteriores cuando ese asunto se utiliza en el debate político. Intuyo que el cartel del principio perdería gran parte de su efecto.
Otra cosa a tratar es cómo se gestiona esa política, si los recursos son adecuados y suficientes, por qué hay MENA deambulando por la calle y, algunos, delinquiendo. Y aquí convendremos que la gestión de las políticas migratorias por parte de todos los gobiernos ha sido bastante deficiente, en general. Parece que ninguno ha tenido las ideas claras al respecto y que se han movido a golpe de llegadas de cayucos, críticas de insolidaridad o de dejación de funciones (según el color político de quien critica), vaivenes de los gobiernos vecinos en el control de sus fronteras y confusión en los responsables europeos. En un asunto tan sensible, difícil y complejo, hay que tener una gran lucidez, convicción y firmeza en las decisiones porque, no nos engañemos: en tiempos de crisis, la solidaridad con los inmigrantes no vende; se practica porque ningún gobierno occidental puede volver la espalda al problema, pero no se puede mostrar como un logro para conseguir votos; más bien, al contrario.
Por último, la ética. Ética política en este caso. O su ausencia. Si ya es rechazable la utilización de los MENA en este cartel, no lo fueron menos el despliegue y los fastos (presidente del Gobierno incluido) con los que se recibió al Aquarius para, al poquísimo tiempo, negar el atraque al Lifeline, en idéntica situación. Pero la foto ya estaba hecha y el discurso, pronunciado. Estoy seguro de que ambas situaciones desconciertan y descorazonan a la mayoría de ciudadanos "no adscritos", sin servidumbres ideológicas, que clamamos por la coherencia en los comportamientos de todos los políticos y, en mayor grado, en los que dirigen los partidos, que debieran dar ejemplo. Entre todos ellos, unos por otros, vaticino que nos esperan muchos más carteles de la vergüenza si estos líderes meñiques con los que hemos sido agraciados no lo remedian, en un arranque de locura.
También plantea una consulta sobre la inmigración ilegal