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El cambio climático ya está en marcha y parece imparable

El impacto sobre nuestras vidas y nuestra sociedad será dramático. Sin duda se trata del mayor desafío que en estos momentos encara la humanidad

19/11/2024 - 

La pasada semana comentamos que el incremento del número de Danas en nuestras latitudes es una consecuencia directa del denominado cambio climático, ¿pero en qué consiste realmente este fenómeno y cómo puede afectarnos?

El clima de la Tierra, sin duda, está cambiando y es el ser humano el principal factor causante. La emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero está poco a poco calentando la misma. Se ha constatado que, desde el comienzo de la era industrial a principios del S.XIX, la temperatura media de nuestro planeta ha aumentado 1,1ºC; aunque pueda parecernos muy poco en tan largo periodo, es bastante, ya que se trata de un proceso que se retroalimenta. Se espera que en un par de décadas aumente 1,5ºC, lo cual ya es suficiente como para producir daños casi irreversibles.

El efecto invernadero, para que nos hagamos una idea, es algo parecido a lo que ocurre en nuestro coche en verano si lo dejamos al sol durante unas horas. Toda la luz (radiación) solar que entra a través de los cristales es reflejada por asientos, salpicadero, volante, etc., pero un poco modificada. Desgraciadamente esos mismos cristales impiden que una parte de esa radiación reflejada, la infrarroja que es la que produce el calor, salga. Teniendo en mente este ejemplo, los cristales del coche serían la atmósfera de la Tierra contaminada por los gases de efecto invernadero.

Este es un efecto acumulativo y lo que hace es que la Tierra cada vez se esté calentando más. La subida de 1,5ºC de media no quiere decir que donde vivimos vaya a subir eso la temperatura; podría ocurrir, por ejemplo, que en nuestra zona esa temperatura media se incrementase 0,5ºC y que en Groenlandia lo hiciera 5ºC. La media no significa que ese incremento sea uniforme en todo el globo terráqueo.

"la solución depende todavía de nosotros: El primer paso es concienciarnos"

El gas de efecto invernadero más importante es el dióxido de carbono que, aunque siempre formó parte de la atmósfera, se ha disparado su presencia desde el comienzo de la Revolución Industrial por la quema de combustibles de origen fósil como el carbón o el petróleo. Otro gas a tener en cuenta es el metano, procedente de las descomposiciones vegetales, los vertederos, el cultivo de arroz, el uso del gas natural como combustible y sobre todo de la ganadería vacuna intensiva. El óxido nitroso también ha de tenerse en cuenta; proviene también de la quema de combustibles fósiles y del uso de fertilizantes. 

Los clorofluorocarbonos o CFCs ya han dejado de ser un problema importante porque todos los países tomaron cartas en el asunto prohibiendo su uso debido a que eran los principales causantes del agujero en la capa de ozono. Este es un claro ejemplo de cómo todos los organismos internacionales pueden ponerse de acuerdo para evitar tragedias mayores. En esta ocasión funcionó la colaboración mundial porque era muy sencillo sustituir este gas (componente de aires acondicionados y aerosoles) por otro. El vapor de agua, generado principalmente por el calentamiento de los océanos, influye bastante en el efecto invernadero y, aunque no está producido directamente por la actividad humana, sí es generado indirectamente por nuestra actividad económica.

El problema se considera tan serio que la ONU creó el grupo IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change, algo así como Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático) para el estudio de la evolución del clima en la Tierra. Estas son sus principales predicciones:

  • El nivel del mar aumentará hasta 2m al final del siglo debido al deshielo terrestre y a la expansión del agua del mar a medida que se va calentando.
  • Aunque paremos las emisiones ahora, la inercia de la atmósfera hará que siga calentándose durante varias décadas.
  • El tiempo se hará más inestable y difícil de predecir, pues habrá más sequías mucho más intensas, olas de calor más continuadas y huracanes más fuertes y devastadores.
  • La temporada de incendios forestales será más larga y grave. El intenso humo afectará seriamente a personas y animales e incrementará el efecto invernadero.
  • Los patrones de precipitación se alterarán de manera significativa; las lluvias serán menos frecuentes, pero de gran intensidad cuando se produzcan, lo que incrementará el riesgo de inundaciones y riadas.
  • Se piensa que el Océano Ártico se quedará sin hielo antes de la mitad de este siglo.
  • Desaparición del clima mediterráneo.
  • Desaparición de numerosas especies vegetales y animales.

El IPCC trabaja sin descanso para concienciar a la clase dirigente de lo que se nos viene encima. Tristemente, al igual que en casi todo, existen los negacionistas de este tema y que además están instalados en los gobiernos de algunos países importantes. No hay más que oír declaraciones pasadas de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Vladimir Putin o Scott Morrison al respecto.

También existen estudios de cómo va a afectar todo esto a la economía en el medio plazo. Si nos centramos en España estos serían los problemas más importantes:

  • Agricultura y seguridad alimentaria. Las prolongadas sequías y las lluvias torrenciales afectarán, sin duda, a la productividad agrícola lo que encarecerá el precio de los alimentos y podría favorecer un mercado paralelo sin garantías sanitarias.
  • Encarecimiento de la energía. Los cambios extremos del clima inducirán un aumento del consumo energético tanto en invierno como en verano. La excesiva intervención de este mercado en nuestro país hará que la oferta no pueda adaptarse a la demanda con el consiguiente incremento de precios. Se espera que en España aumente considerablemente el número de familias en "pobreza energética".
  • Incremento del gasto en salud pública. La contaminación atmosférica avivada por el humo de los, cada vez más frecuentes, incendios forestales, junto a los fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor o inundaciones incrementarán el número de personas enfermas o necesitadas de ayuda sanitaria.
  • Estrés de los recursos hídricos. La disponibilidad de agua se verá afectada seriamente debido a las escasas precipitaciones y aumento de la evaporación. Sin duda todos los sectores productivos se verán perjudicados. El suministro de agua potable podría llegar a ser un problema muy grave.
  • Deterioro de las infraestructuras públicas. Las carreteras, aeropuertos, vías ferroviarias, presas, canales, etc. sufrirán daños considerables al estar más expuestos a las cada vez más frecuentes y virulentas inclemencias climáticas. Puede que el Estado no tenga suficientes recursos económicos para un tan alto ritmo de reparaciones y mantenimiento.
  • Disminución del turismo. El problema, como se ha comentado, con el suministro de agua potable, así como el aumento del nivel del mar y el incremento de temperaturas extremas retraerán, sin duda, la visita de turistas a nuestro país.

El futuro no es nada halagüeño.

No hemos de desalentarnos pues la solución depende todavía de nosotros. El primer paso es concienciarnos de lo que nos puede ocurrir si no hacemos nada para evitarlo. Con pequeños gestos diarios podemos conseguir mucho y no buscar excusas vanas o esperar que alguien haga el trabajo por nosotros. Deberíamos de adquirir pequeños hábitos como reducir el consumismo, reciclar siempre que sea posible, reutilizar y reparar viejos aparatos, ahorrar energía apagando luces innecesarias o el motor del coche cuando no esté en movimiento, utilizar transporte público, ahorrar agua, consumir productos de temporada y producidos cerca de donde vivimos, etc.

Lo más importante, sin duda, es concienciar y educar a las generaciones futuras a cerca de la importancia de combatir el cambio climático.

¡Seamos optimistas! No todo está perdido, queda todavía un pequeño margen de maniobra, ¡aprovechémoslo!


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